El objetivo de entrar Champions queda un poco más lejos/SevillaFC

El partido que nos ofrecieron Getafe y Sevilla merece el calificativo de tostón. Miku fue el único que movió el marcador, pese a estar rodeado de defensas de blancos que prácticamente observaron sin más. Sin lucha solo hay decepción.

Es difícil creerse que los jugadores del Sevilla van de verdad, que luchan por el escudo, viendo partidos como el de hoy. De poco sirve que se diga, por activa y por pasiva, que está agotado el margen de error, pero que aún se puede conseguir estar en puestos de Champions. Frases muy lapidarias, sí, pero merecidas en el día de hoy.

Ninguno de los dos equipos ha planteado un partido muy serio con el que se vislumbrara quién merecía la victoria. Los locales cambiaron algo en la segunda mitad, pero el discurrir general del encuentro hacía presagiar que, si alguien marcaba, iba a ser en una jugada aislada ayudada de deméritos del otro equipo.

Así fue. En el minuto 75, Parejo mete a Miku un pase que no debió llegar a mayores, a juzgar por la colocación de la defensa sevillista. Fazio no estuvo bien, y la jugada terminó en gol del venezolano. El Sevilla seguía sumido en la nada más absoluta.

Manzano debe asumir su amplia responsabilidad en esta derrota. Ni configuró de inicio un buen partido ni fue capaz de enderezar el rumbo de los de Nervión con los cambios. Sin bandas, las intentonas de ataque del Sevilla venían por balones largos desde el mediocampo (tampoco fino hoy) a los que los delanteros no llegaban. Ni alguna jugada de Martín Cáceres salvó el caos.

De nuevo, los de Míchel confirman que el Sevilla es su rival favorito. Tras no ganar desde febrero, los azulones arrancan tres puntos a un rival que, supuestamente, lucha por objetivos mayores. 

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