La situación económica que se ha encontrado el nuevo Consejo de Administración bético es crítica. Todos sabíamos que las deudas eran enormes pese a lo que pregonaba el imputado y presunto ladrón del Fontanal, pero la realidad a veces supera a la ficción y los nuevos ‘mandamases’ verdibancos tendrán que hacer encaje de bolillos para sacar al club del pozo en el que se encuentra.

Ismael F. Cabeza. Si la situación deportiva parece camino de enderezarse -queda mucha liga por delante pero hasta ahora las cosas no pueden ir mejor-, lo cierto es que el trabajo que tienen por delante Gordillo y compañía es ingente. Lo único que parece claro hasta ahora es que por fin dentro del Consejo de Administración hay gente competente que está cogiendo el toro por los cuernos, a diferencia de los ‘papanatas’ que nos ha tocado sufrir estos años atrás. Desde el primer día se han puesto manos a la obra y tienen multitud de frentes abiertos en pos de ir solucionando los temas que otros, por dejadez, complicidad con el imputado o simple inutilidad, no supieron atajar a tiempo.

El Betis debe muchos millones de euros. Las sorpresas (negativas) son diarias y las cantidades que se adeudan aumentan por momentos. A la Hacienda Pública se le debe más de 30 millones de euros, millón arriba, millón abajo. Algo que los rectores verdiblancos tendrán que negociar ya que será la principal acreedora a la hora de entrar en la manida Ley Concursal.

No obstante, la deuda que más preocupa en estos momentos es la contraída con los jugadores. Los dirigentes béticos quieren llegar a un acuerdo lo antes posible con la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) para marcar un calendario de pagos que satisfaga a todos. La negociación se está llevando a cabo contra reloj, ya que una vez que el club entre en Ley Concursal la potestad para elegir a quién y en qué orden se paga dejará de ser de la entidad, lo que podría traer consecuencias nefastas en lo deportivo (imposibilidad de fichar, imposibilidad de ascender a Primera pese a conseguirlo sobre el césped…). Ese es el gran campo de batalla en el que se está moviendo el Consejo de Administración en estos momentos. Es evidente que se lo están tomando muy en serio y el trabajo que están haciendo es encomiable, espero que dé sus frutos.

Por otra parte, el consejo trabaja también para modernizar al club y adecuarlo a lo que debe ser una entidad deportiva del siglo XXI. La herencia de Lopera en este sentido también ha sido catastrófica. Sus estructuras propias de empresa decimonónica han dejado al Betis muy retrasado respecto a otros clubes que sí han sabido adaptarse a los nuevos tiempos. Es por ello por lo que algunos dirigentes béticos, casos de Miguel Guillén y Pablo Gómez Falcón, han puesto rumbo a Bilbao. Allí han contactado con los responsables del Athletic Club para conocer de primera mano cómo trabaja el club vasco a todos los niveles: atención al socio, área comercial, marketing, instalaciones, trabajo de cantera (visita a Lezama incluida). Una muy buena medida para conocer cómo se lleva un club moderno. Después pretenden visitar también las instalaciones del F.C. Barcelona y Real Madrid, todo ello con vistas a tomar ideas que hagan crecer al club desde la base, algo que sería muy positivo a todos los niveles, desde el económico al deportivo.

Todas estas medidas, y las que vienen en camino, me hacen pensar y lamentarme por los dieciocho años que se han perdido por culpa del ‘imputado de la calle Jabugo’. En ese tiempo otros clubes con menos historia y menos potencial que el Betis han logrado adaptarse a los nuevos tiempos y todo ese trabajo es el que nos toca hacer ahora a nosotros. Y aún así habrá quien siga defendiendo a Lopera, porque el que no da para más no da para más.

El año verdiblanco termina con recelo y esperanza. Recelo porque la situación económica del club es lamentable por culpa de unos ‘mandamales’ que han desangrado al club durante años. Esperanza porque el equipo está líder y en una situación inmejorable para lograr el ascenso. Además, la llegada de gente competente (por fin) al Consejo de Administración nos hace creer, al menos desear, que se puede reconducir la situación institucional y económica del club. De ésta sólo se puede salir de una forma: Con trabajo, trabajo y más trabajo.

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