Pocos hombres en la historia de la entidad helipolitana han marcado de una forma tan rotunda su paso por la zaga verdiblanca como Antonio Biosca. Su capacidad de mando se dejó sentir con fuerza durante las doce temporadas que permaneció en el Real Betis.

Guía Blasco. Esta puede ser la radiografía de un futbolista que nació en Almería el 8 de diciembre de 1948. Tras hacer sus primeros pinitos en el Plus Ultra de la localidad que le vio nacer, Biosca cogió las maletas y decidió hacer fortuna en esto del fútbol.

Defensa bravo, racial si cabe la expresión, dejó constancia de su fuerza y técnica en el equipo que se proclamó campeón de la I Copa del Rey. Su poderío en el terreno de juego le hizo tirar de los compañeros en los momentos difíciles, aquellos en los que se necesitan tipos de coraje de la talla de este almeriense que llegó a ser mundialista.

La raza de este futbolista tiene su más claro exponente en la semifinal de Copa de 1977, en la que el Betis tenía como rival al Espanyol. La eliminatoria se encontraba decantada a favor de los catalanes, que habían vencido en el primer encuentro por 1 -O y a falta de tres minutos empataban a cero en el antes llamado, Estadio Benito Vlllamarín.

Entonces surgió un Biosca lleno de fuerza que atravesó medio campo para llegar a la frontal del área y chutar de manera dura para igualar el resultado de la ida. En la posterior prórroga, un cabezazo del fornido defensa abrió las puertas de la final para el Betis.

Sin duda alguna fue su pegada con la izquierda la que hizo que Biosca haya quedado en la memoria de los verdiblancos como un defensa inigualable.

La carrera helipolitana

La larga carrera en el club heliopolitano comenzó a la sombra de un mito del banquillo, Antonio Barrios, quien confió en las maneras del por entonces ¡oven lateral izquierdo para hacerle debutar el 28 de noviembre de 1971 en un encuentro frente al Córdoba que los héticos perdieron por 3-1 y en el que Biosca jugó 24 minutos sustituyendo en la medular a Díaz. Fue el comienzo de una campaña donde jugaría 17 partidos.

A la siguiente, en la que tuvo el honor de compartir vestuario con Luis del Sol, su aportación fue de 14 partidos jugados en un equipo que descendió a Segunda. Es precisamente en esta campaña en la división de plata cuando descolló de manera definitiva en el Betis.

En la máxima categoría, Biosca se convirtió en un ejemplo de regularidad al disputar una media de 31 encuentros hasta la temporada 79-80. Por medio, fue puntal del conjunto que ganó la Copa y participó de llenó en el equipo que desarrolló una formidable campaña en la Recopa de 1978, en la que llegó a cuartos de final.

Con el inicio de la década de los ochenta, Biosca dejó de jugar con la regularidad absoluta que le precedió en anteriores años. Un jugador que lo basaba casi todo en sus portentosas cualidades físicas perdió facultades con los años de manera rápida. Aún así, en las temporadas 79-80 y 80-81 disputó 42 encuentros de Liga, consiguiendo cuatro goles.

Su declive coincidió con la subida al primer equipo de un canterano como era Alex y en sus dos últimas campañas con el Betis sólo jugó 21 partidos. En el verano de 1983 puso fin a su carrera deportiva.