Tsartas era un jugador maniático, pero fue muy querido en el Pizjuán

Cuando aquel niño escuchaba a solas en su habitación de su casa de Alexandría las canciones de Julio Iglesias pocos podían imaginar que algún día sería una de las más grandes figuras que ha dado el fútbol griego ligada para siempre a la historia del Sevilla FC.

María Díaz. Su calidad le atesoró durante muchos años como baluarte y uno de los pilares en los que se sostenía el club hispalense con el que consiguió el ascenso a Primera División. Sin embargo, fue tras abandonar el equipo de Nervión cuando consiguió su mayor logro profesional, la Eurocopa de 2004 en Portugal, con la selección griega.

Nació el 12 de noviembre de 1972, en Alexandría, una de las islas más maravillosas del Mediterráneo.  El futbol marcó su vida desde pequeño. Tenía clase, estilo, ese algo que sólo tienen los más grandes. Eso toque que cuando lo ves jugar parece que el partido dura 10 minutos en vez de 90.  Todos los que jugaban con él se dieron cuanta.

Cuentan que siempre fue un chico tímido, familiar, reservado, perfeccionista y muy meticuloso. En 1989 fichó por el Naousa, equipo en el que estuvo cuatro años. Su calidad, y la precisión de sus pases hicieron que uno de los equipos más punteros de su país se fijara en él. Así, debutó en el AEK de Atenas en 1992 donde consiguió hacerse con un nombre en el futbol de su país.

A Sevilla llegó en 1996 y sus primeros meses en el club no pudieron ser peores: José Antonio Camacho, entrenador del equipo en aquel entonces, apenas contó con él. Su mejor momento en el Sevilla coincidió con la llegada al banquillo de Marcos Alonso, quien le dio plena confianza al jugador griego.

Tenía madera de líder y le gustaba sentirse importante dentro del vestuario. Sus compañeros de equipo le definían como un divo “era metódico para todo. A su coche no le faltaba un detallito, todo lo hacía para que pareciera perfecto. Incluso, hasta para jugar salía muy peinado. Así era Tsartas para todo. Le gustaba la ropa de marca, aunque siempre era muy hortera vistiendo…” recordaba Monchi en alguna entrevista.

Este carácter cerrado y frio no fue un obstáculo para que desde el primer momento se ganara el cariño de la afición que siempre le recordará por ser uno de los héroes que consiguió el ascenso del club a la categoría más alta de la liga española. El jugador, en un enfrentamiento recordado por todos contra el Villareal, con un jovencísimo Palop en la portería, marcó dos tantos para su equipo, dejando así la eliminatoria casi sentenciada.

A partir de entonces las cosas no fueron tan bien como se esperaban y el equipo perdió de nuevo la categoría soñada, con todo lo que ello conllevaba. El club no pudo hacer frente a los problemas económicos que le acechaban y tuvo que desprenderse de sus mejores jugadores, entre los que se encontraba el propio Tsartas que fichó de nuevo por el AEK, donde ganó, en el año 2002 la Copa de Grecia.

Con su selección también consiguió grandes logros y en 2004 le arrebataron la Eurocopa a la selección portuguesa encabezada por Cristiano Ronaldo y Figo.

En 2007 Tsartas anunció su retirada, pero su carrera profesional sigue ligada al mundo del futbol buscando nuevas promesas.  En el Sevilla se le recuerda como uno de los grandes futbolistas que han pasado por la historia del Club, y en Nervión siempre será recordado por su casta, su coraje y su buen hacer con el balón.
 
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