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Velasco Carballo fue el auténtico protagonista de un duelo en el que ni el Betis estuvo certero cuando mejor lo hacía ni el Sevilla fue decididamente a por el partido cuando tenía al rival a su merced.

Domingo de Ramos y derbi en Sevilla, día sobresaliente para el fútbol de la ciudad y golpe de autoridad del Sevilla en un duelo de máxima rivalidad hispalense que le impulsa hacia el sueño de la cuarta plaza. El Sevilla, aunque jugó en muchos momentos falto de piernas por el descomunal esfuerzo del jueves, se impuso con solvencia en el Benito Villamarín, con dos goles de Kevin Gameiro, el primero de penalti, y una actuación estelar de Carlos Bacca, sin duda el hombre que marcó la diferencia con una jugada en la que dejó en el suelo a cuantos contrarios béticos le salieron al paso, hasta que fue derribado por Juankar, acción señalada con penalti y expulsión.

El penalti fue inexistente. Hubo derribo pero fue la velocidad de los jugadores la que lo provocó. Sin embargo, el árbitro consideró la jugada merecedora de la pena máxima y expulsó al jugador verdiblanco.  Gameiro desde los once metros no tuvo piedad y orientó el choque hacia un nuevo triunfo ante el eterno rival. De ahí al descanso poco a destacar, salvo una entrada a destiempo de Rubén Castro que debió haber sido castigada con segunda amarilla para el canario y que dejó lesionado a Alberto Moreno. Desde ese momento, el Betis empezó a ver fantasmas y el encuentro se convirtió en un hosco partido permitido por el gran error de Velasco Carballo, que quiso posteriormente compensar al equipo verdiblanco.

En la reanudación el Sevilla hizo su juego. El Betis atacaba más con corazón que con cabeza, mientras que los nervionenses salían a la contra con muchos espacios. Cada vez que el balón llegaba a Bacca saltaban chispas. La exhibición del delantero parecía no tener fin, porque desde la línea de tres cuartos no cesaba de regalar balones de gol. Uno de ellos lo agarró Vitolo, que había salido en el descanso por Trochowski, que pudo marcar, pero se encontró con Adán. No fue la única oportunidad, ni mucho menos, pues de hecho Fazio estrelló un cabezazo al larguero.

Pero al Sevilla le faltaba un punto de claridad a la hora de definir, en ese aspecto se le notó mermado por el cansancio. Emery comenzó a mover el banquillo con el fin de aportar aire nuevo. El Betis hacia lo que podía, pero estaba demasiado lejos del empate, algo que se le puso imposible cuando Kevin Gameiro hizo el segundo a diez del final, empujando un gran servicio de Diogo, a su vez asistido por Reyes.

El Betis jugó el partido con corazón y con ganas y en muchos momentos fue el claro dominador del partido. Sin embargo sus errores y los del árbitro, unido a la increíble eficacia de los de Nervión, generaron un nuevo derbi en el que el equipo bético sale derrotado y casi hundido en el pozo de la Segunda División. Domingo de Ramos, día de luces para media ciudad y sombras para el resto. 

Crónica proporcionada por el Sevilla FC

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