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Crónica. La película británica Mr.Nice, en torno a la agitada vida del traficante de drogas Howard Marks, aprueba por los pelos, mientras que la holandesa The Aviatrix of Kazbez decepciona e irrita a partes iguales.

 

Jesús Benabat. La séptima edición del Festival de Cine de Sevilla no pasará a la historia por la calidad inestimable de las películas proyectadas. De hecho, ni siquiera será recordada como el año en el que acudieron a la capital andaluza grandes figuras del cine europeo. Quizás no se deba culpar únicamente a los programadores y hallar una razón aún más preocupante en la grave crisis de ideas desarrollada en el seno de la producción europea, más tendente a la instrospección autoral que al ejercicio propio de filmar y narrar una historia.
Las películas visionadas hasta el momento han convencido a pocos y un cierto desánimo parece haberse adueñado de un público maltratado por algunas propuestas incomprensibles. El día de hoy, si bien no ha sido el peor, no ha superado el nivel de mediocridad exhibido hasta el momento.

Mr.Nice (**)

La expectación suscitada en torno a la película británica Mr.Nice era notoria desde semanas antes de que comenzase el Festival. La participación de los actores españoles Luis Tosar y Elsa Pataky ayudó en gran medida a dicho interés, a pesar de la brevedad de sus apariciones en patalla, ambos incluídos asimismo en un atractivo elenco de actores británicos de la talla de Rhys Ifans o David Threwlis. Sin embargo, su director, Bernard Rose, no despertaba precisamente esperanzas, algo que se ha visto corroborado en el producto final, una  película confusa, mal escrita y caóticamente dirigida, desprovista de la continuidad que cualquier autobiografía precisa para el seguimiento idóneo del público.
Y es una verdadera lástima a tenor de la potencialidad de la historia que cuenta; la extraordinaria vida del traficante de drogas Howard Marks, un escurridizo y hábil negociador que llegó a entablar relaciones con instituciones tan dispares como el IRA, la CIA o el M16, utilizando sus asombrosas dotes para el engaño, la traición o la escapatoria. Pocas tramas basadas en hechos reales (esta toma como referencia la propia autobiografía de Marks, publicada en 1996) contienen en sí mismas elementos tan diversos y atractivos para conformar un entretenimiento eficaz y ocurrente; drogas, sexo, estafas, juicios, amor y tragedia.
Sin embargo, la película de Rose nunca llega a alcanzar el tono que la eleve más allá de la anárquica consecución de circunstancias. Mr.Nice arranca desde la más tierna adolescencia de un aplicado Marks y repasa buena parte de su juventud de modo atropellado, con una caracterización irrisoria de Ifans, y una maniquea disposición de los hechos que configuraron su vida. Y es que Rose pretende abarcar más de lo que la propia película es capaz de aglutinar. Tras esta primera parte, la cinta cobra algo el vuelo hasta alcanzar cierta intensidad en los momentos finales, los de mayor dramatismo y calidad cinematográfica, en parte debidos al buen hacer de Rhys Ifans, verdadero centro neurálgico de la película.
Mr. Nice deja ese poso agridulce de la gran película que podría haber sido y nunca fue. No obstante, la trama está salpicada de momentos divertidos, algunos incluso inolvidables, como esa declaración de intenciones del líder del IRA interpretado por David Threwlis (todo un portento de personaje) frente a los policías que lo persiguen hasta que desaparece en una nube de humo verde gritando que es la «pimpinela esmeralda». No deja de ser, por otro lado, un entretenimiento que se agradece en el marco del Festival, aunque su calidad, fuera de él, se vea muy limitada por el escaso oficio de su director (y también guionista) y la falta de ambiciones de configurar un verdadero biopic con sabor a clásico moderno.

The Aviatrix of Kazbek (*)

La tarde no iba a continuar por mejor camino. Si la presente edición rinde homenaje al cine holandés, la película de Ineke Smits, The Aviatrix of Kazbek, deja en muy mal lugar la decisión de los organizadores. La cinta ambientada en la II Guerra Mundial en una Holanda ocupada por los alemanes, mezcla arbitrariamente destellos líricos con escenas realistas, acompañadas por una banda sonora que no cesa en su ardua tarea de reseñar cada pasaje de la película.
The Aviatrix of Kazbek narra la historia de una joven muchacha con una desbordante imaginación que siente cómo su vida cambia radicalmente con la llegada a su casa de dos soldados georgianos enrolados en el ejército nazi tras desertar de las filas rusas. Los mundos que estos han recorrido y las vivencias que han experimentado sirven de excusa perfecta para que la joven Marie libere aún más su fébril mente e imagine nuevos paisajes que observar desde la etérea óptica de la ensoñación.
La película sorprende desde el primer momento, desconcierta al espectador y lo sitúa en una compleja situación donde no es posible agarrarse a ninguna premisa o pacto con la ficción. Finalmente, el hartazgo y la irritación son los sentimientos que sobresalen ante una propuesta extraña que difícilmente tendrá recorrido más allá de los festivales a los que puede acudir.

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