Mucho interés despertaba ‘La barraca del Zurdo’, teatro-cabaret de Laví e Bel, la compañía del valiente y creativo Emilio Goyanes que hace dos temporadas vio premiado su anterior trabajo, el magnífico ‘Cabaret líquido’, con el Premio Max al Mejor Espectáculo de Teatro Musical. 


Miguel Ybarra Otín
. Ahora, ‘La barraca del zurdo’ canta la vida de un lanzador de cuchillos que viajó y viajó con su pequeño teatro de variedades, un pequeño mundo mágico, como la atmósfera en el Teatro Central al comenzar la obra: ese decorado tan circense, con aire antiguo y lucecitas rojas.
Desde allí Laví e Bel nos narra 90 años en 90 minutos: es la cronología de un personaje entrañable y sus descendientes: tres generaciones. Unas vidas interesantes que retratan el siglo XX: canción tras canción que nos brindan Larisa Ramos, Nerea Cordero, Antonio Leiva y -sobre todo- Piñaki Gómez. Grandes actores y muy bonitas voces en sus distintos registros. Magistral, a ellos acompaña Alejandro Cruz Benavides, casi siempre al piano, a veces al acordeón.
Y así discurre este espectáculo con una magia que, empero, queda luego algo difuminada por la puesta en escena, una sucesión de grandes canciones que, por ser testimonio de unas vidas reales (personajes muy bien interpretados) y una época, deja a un lado la fórmula más onírica y fantástica.
Recordando al Zurdo, Emilio Goyanes da un grito de resistencia, el de los espectáculos menos convencionales, menos comerciales, el de apuestas diferentes que abren nuevos caminos y que unas veces llegan a un espectáculo magnífico y otras a uno bueno.

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