El periodista sevillano ha publicado 'Historia del rock andaluz' / Francisco Amador

El periodista Ignacio Díaz Pérez (Sevilla, 1972) entendió que su libro sobre la Historia del rock andaluz podría funcionar cuando se lo ofreció a su mujer, que es violonchelista. Ella, sin ser demasiado aficionada al género, se sintió atraída por el contexto que rodeaba a esas bandas de melenudos que admiraban a La Niña de los Peines y a Frank Zappa a partes iguales. El rock andaluz era una nota discordante en esa España de “blanco y negro, familia numerosa y vajillas Duralex”. Su historia merecía ser contada.

¿Cuál sería la Altamira de esa historia?

La Prehistoria se fragua en Nueva York y en otros sitios que no son necesariamente Andalucía. En ella están Miles Davis y su disco Sketches of Spain, que no es rock ni flamenco, pero tiene esa filosofía de combinar dos estilos musicales aparentemente incompatibles entre sí. También están el Rock Encounter, de Sabicas, que renegó del álbum porque decía haberlo hecho por dinero; o el grupo Flamenco, de los hermanos Garrido. En la Prehistoria más cercana a la escritura podríamos considerar ‘El garrotín’, de Smash.

¿Y quién descubre el fuego?

Probablemente, Triana enciende por primera vez la vela y después otros grupos siguen esa luz. En esa génesis están, además, los nombres de los productores Gonzalo y Javier García-Pelayo. En este caso, está bien usada la palabra “descubrir”, porque hay gente que piensa que el rock andaluz es un invento, y yo creo que no, que es fruto de una experimentación, de una búsqueda.

Además de alumbrar, ¿fue Triana también la Roma del rock andaluz?

Sí, hay civilización a partir de Triana. La calzada que siguieron el resto de bandas, cada una con sus diferencias, la montó Triana.

¿Están olvidados Jesús de la Rosa y el Tele en un cementerio de Villaviciosa?

No creo. Miguel Gómez, de Zaguán, dice que cuando se anuncia en un cartel un homenaje al rock andaluz, tiene tirón; pero si colocas el nombre de Triana, eso se multiplica exponencialmente. Triana sigue siendo la referencia. Cuando a la gente le hablas de rock andaluz, te dice cuánto le gustaba Triana, y no Cai, Imán o Alameda. Es el canon, un sonido identificable. Manolo García suena a Triana, también Antonio Orozco o Alejandro Sanz. En su día, Triana tuvo tanto éxito o más fuera de Andalucía. En los conciertos fueron la atracción principal por delante de Alaska o Serrat.

¿Se sintió cómodo Camarón con aquellos rockeros?

Camarón tenía una personalidad bastante retraída, pero en La leyenda del tiempo fue él quien buscó a Ricardo Pachón, y se sintió a gusto con lo que estaba haciendo, aunque el disco terminó siendo un fracaso comercial y la crítica fue muy dura. Ahora se considera una obra maestra. Pachón dice que Camarón nunca le hizo un reproche. Manuel Molina defendió el álbum y dijo que con él había que mamar.

¿Qué vínculo tuvo el rock andaluz con la política?

En sus inicios no tuvo vínculos, pero en el momento que ese movimiento cala y la gente lo sigue en masa para reivindicar “lo andaluz” (de algún modo), empieza a utilizarse políticamente. Sin embargo, los músicos no estaban en esa línea. En la famosa ‘Gira histórica’, de 1980, esos grupos acudían a los mítines porque les gustaba disfrutar de la música; luego llegaba el mitin de Escuredo. Salvo Manuel Gerena o Carlos Cano, que sí tenían un compromiso, los demás no tenían esa inquietud. La movida madrileña también se utilizó, y no lo critico. Era un momento que España necesitaba ese discurso político en la calle, después de cuarenta años de franquismo. Los políticos vieron que era una forma de llegar a la gente con fuerza.

¿Dejó de interesar esa música  y se le bajó el volumen?

No, las discográficas no impusieron ese estilo. Al contrario, los creadores andaluces abrieron las puertas en las compañías. El éxito de Triana hizo que algunas casas quisieran incluir a otros grupos de ese estilo en su catálogo. Pero eso decayó a medida que los gustos de la gente cambiaban. Se le puso esa etiqueta de rock andaluz y empezó a constreñirse.

¿Y molestó esa etiqueta a sus componentes?

No gusta a todo el mundo. Algunos lo asumen como un nombre consolidado que define un momento. García-Pelayo prefiere hablar de “rock con raíces”. Dice que “lo andaluz” es el 70% de España, está en el ADN cultural. La prueba es que en unos Juegos Olímpicos como los de Barcelona pusieran sevillanas o flamenco. Ricardo Pachón circunscribe el rock andaluz a Triana o Alameda, pero cuando habla de Veneno o Pata Negra habla de “flamenco rock”. No cree que la etiqueta englobe. Manuel Imán piensa que ellos solo hacían rock y que con el tiempo hubo ciertas similitudes. En lo cultural, levantar fronteras entre comunidades es un atraso.

¿Quién marca el ritmo de la edad contemporánea del rock andaluz?

Hay muchos grupos. Están Zaguán, Malabriega, Medina Azahara… Esta música, a nivel formal, está viva, tiene seguidores; aunque no en masa, como los tenía Triana. El rock de los años setenta surgió como experimentación, fue algo novedoso. Ahora es un ejercicio de mimetismo, de mantener algo que gusta. Conceptualmente es diferente.

Periodista y guionista. Doctor en Periodismo y Máster en Guión y Narrativa Audiovisual. Interesado en la cultura en (casi) todas sus manifestaciones: literatura, música, cine, artes plásticas...