Anoche cerró el Maestranza con la última representación de la Ópera la Bohème, acogida por multitud de aplausos, el público sevillano manifestó su enorme interés y entusiasmo por la extremadamente cuidadosa obra de Puccini.

Paula Romero. El pasado 17 de diciembre pude acudir a la penúltima representación de la Ópera la Bohème, una exquisita obra que en un principio contaba con siete funciones y que se vio impulsada a fijar una más – hasta el sábado 18 de diciembre- por la demanda e interés del público en general.

A las 20:30 horas, daba comienzo la obra con el primer acto. A las ocho, la puerta principal del Maestranza estaba abarrotada de gente. Mientras la cola avanzaba lentamente, contamos con la visita de la Duquesa de Alba, figura que capturó por instante la mirada de muchos y sobre todo de los medios que la esperaban.

El espectáculo no se hizo mucho de rogar y a las 20:33 horas se hacía el silencio. Apareció Pedro Halffter, director artístico de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, y el teatro se hace notar en aplausos. Comienza el primer acto.

El acto primero se desarrollaba despacio, con la simulación de una buhardilla del Barrio Latino de París, donde se produce un encuentro de bohemios. Massimo Giordano daba vida a Rodolfo, el poeta que escribe mientras su amigo Marcello, representado por Juan Jesús Rodríguez, trabaja en su cuadro ‘El paso del mar rojo’. El acto continúa con la aparición de amigos que irrumpen y van dándole ritmo a la escena. Finalmente aparece Mimì, interpretado por Ainhoa Arteta, que da paso al encuentro enamoradizo con Rodolfo.

Tras un cambio rápido de cinco minutos se da paso al segundo acto, la escenografía se vuelve aun más espectacular y se recrea un ambiente más popular, con la exhibición de del histórico Café Momus situado en el centro del Barrio Latino, lugar de tradición donde se reúnen los bohemios.

En ella aparecen multitud de figurantes que recrean a la medida el ambiente parisino. Es de noche y una multitud de vendedores compiten con sus diversos productos, mientras numerosas personas. Entran en escena el coro de la Asociación de Amigos del Teatro de la Maestranza que realizan una espectacular interpretación adaptada a estudiantes y niños que pasean por las calles frente al Café.

Mientras, Mimi y Rodolfo se unen al encuentro con los demás pronunciando un sonoro brindis. Entra en escena Musseta, entendido por Beatriz Díaz, acompañada de un ridículo y ebrio caballero. Musseta con el pretexto de un dolor de pie, manda a su acompañante al zapatero mientras aprovecha para a cercarse a Marcello. Cuando llega la cuenta, a todos se le incentiva un dolor de cabeza ante la imposibilidad de pagarla, pero Musseta propone que su galán, Alcindoro pagará todo. Colmados de dicha, con una sonora música y una banda militar concluye el segundo acto.

Un descanso de 20 minutos me permite tomar el aire y asimilar con tranquilidad los sucesos, comento la obra con el público y la satisfacción prima en los comentarios. «Me habían hablado muy bien de ella, quería ver a Puccini y Ainhoa Arteta y hasta ahora no me han decepcionado. Goza de una fabulosa escenografía».

Concluyendo el descanso, despacio, la gran sala vuelve a llenarse, en mi misma fila unos asientos más allá al lado derecho, vuelvo a visualizar a la Duquesa de Alba. Se hace el silencio, comienzas los aplausos y da comienzo el tercer acto.

El tercer acto, para mí el preferido, es el que goza de mayor visualidad escenográfica y visual; los conseguidos efectos nos recrean e incluso nos incluyen dentro de la escena, acercándonos a ese clima navideño.

Se trata de un lugar a las afueras de la ciudad en La Barrière d´Enfer, donde se sitúa la barrera aduanera y se cobra los impuestos de consumo. Muy cercano, el café o cabaret barato cuya decoración ha sido encomendada a Mercello.

Aparece Mimì tosiendo, víctima de una tisis que crece con el mal tiempo. Busca a Macello para hablarle de su estado actual con Rodolfo, una situación insostenible causada por los celos. Su desdicha le conmueve y la avisa de que el escritor se encuentra en la hostería y la invita a marcharse a casa. Pero ella se esconde y escucha la conversación entre ambos amigos. Rodolfo la acusa de infidelidad y manifiesta su dolencia y cruel verdad ante la impotencia de ver agonizar a su amada cada día y la angustia provocada por la espera incesante de una muerte próxima.

Mimì reaparece en escena y se despide de su amado con voz ahogada por el llanto, Marecello por su parte hace una violenta escena de celos con Musseta, ambos se insulta y el dúo entre Rodolfo y Mimì pasa a ser un cuarteto de sentimientos encontrados, variaciones de amor.

Concluye y da paso al último descanso de veinte minutos en el cual, me dispongo a hablar con algún miembro de la orquesta, Miguel Domínguez (clarinete) «La actitud en general es positiva, considero que es una de las preferidas por el público y que ha tenido una acogida que hemos podido presenciar con los aplausos» en tanto a las dificultades comentó «hay mucha gente en el escenario y lo más trabajoso es la coordinación».

En el camino me topo con Jorge Ruiz, figurante del segundo y tercer acto, que también nos habla de la actitud positiva y califica con gentiles adjetivos el trabajo y desempeño en la obra. Piensa que es favorita por el público por el «rollo navideño» y que desempeña una acogida más calurosa y cercana con el público «sobre todo en estas fechas».

Posteriormente pasé a la parte de atrás del escenario, lo que no vemos tras el telón, y la directora de prensa del Teatro, Rocío Castro, me enseño el espacio escénico, que consta de un montaje giratorio. Los 3 escenarios distribuidos para los cuatros actos consecuentes de esta obra. «El cambio rápido para la escenografía se realiza en cinco minutos. Ésta corrió a cargo de Julia Trevelyan, fallecida en el 88″ -aclaraba-. «Para esta producción concretamente trabajan 70 personas distribuidas por turnos».

Como dato curioso y destacable durante el recorrido, me topé en el ascensor con Carmela Remigio, coprotagonista de la obra que representa a Mimì, con quien tuve el placer de hablar unos breves minutos.

Finalizado el descanso, se daba paso al cuarto y último acto, que de nuevo, se situaba en la buhardilla, donde Macello pinta frente a su caballete y Rodolfo finge escribir con pasión. Mientras se produce una cómica pelea entre amigos, irrumpe Musseta presa de gran agitación. Con frase entrecortada consigue decir que Mimì está intentando subir la escaleras y que se encuentra gravemente enferma.

Rodolfo la lleva en brazo hacía la cama y la deja reposar. Musseta y Marcello van por medicinas y los demás amigos se marchan para dejar intimidad. En ese momento, ambos recuerdan su amor, el principio de su historia, se aman y finalmente se despiden antes de que Mimì caiga en un profundo sueño, sueño que concluirá en muerte. Rodolfo ingenuo, no quiere percatarse del estado de Mimí, hasta que finalmente se desploma despavorido sobre el cadáver de su amada.

La obra concluye con un trágico y emotivo final que incentivado por la música y la fuerza de los actores, consigue poner los vellos de punta. Los calurosos e interminables aplausos que siguieron dieron verosimilitud a las buenas críticas y aceptaciones dentro del público. Un espectáculo que desde el inicio hasta su desenlace estuvo vinculado de forma directa con el público, con una complicidad escalofriante.

Un complejo y duro trabajo merecedor de elogios y gratitud que, esperemos, podamos volver presenciar en un futuro no muy lejano.

www.SevillaActualidad.com