Alonso de Santos visitó la Facultad de Comunicación/Paula Romero

Los alumnos de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla entrevistan al dramaturgo y director español José Luis Alonso de Santos.

(Entrevista elaborada por los alumnos de segundo de Periodismo de la Facultad de Comunicación de Sevilla)

Sevilla Actualidad. No todos los días se puede ver las aulas de esta Universidad tan llenas como ocurrió con la visita de Alonso de Santos, que pese al retraso, no causó inquietudes entre los estudiantes e interesados que acompañaron el acto.

José Luis es un reconocido dramaturgo del Teatro Independiente, que se caracteriza por una trayectoria de carácter social y actual. En sus representaciones juega con un sentido implícito de temática filosófico-cultural, cuyas obras son el reflejo de conflictos y problemas del momento que consigue dotarlos de un toque humorístico.

Esta participación ha sido posible gracias a los miembros del departamento de literatura de la Facultad de Comunicación, quienes contaron con la colaboración del director del Teatro Central de Sevilla, Guillermo Galán, para realizar la presentación de su también amigo Alonso de Santos.

Marta Bascón. – Comentó en una entrevista que cada una de sus obras respondía a una definición. Nosotros, que hemos estudiado en especial Salvajes, queríamos preguntarle cómo la definiría.

J. L. Alonso de Santos. – «No creáis que los autores somos los más indicados para hablar de nuestras obras, cuando hablan otros seguro que lo explican mejor. Os aconsejo que os fijéis de lo que dice el teatro en general, no de lo que dicen sus obras, porque lo que hacemos los autores es una especie de publicidad».

También nos advirtió de su «mala memoria» que le hace hablar del presente cuando habla de una obra del pasado y es que «las obras no cambian, los autores sí».

El autor, haciendo gala de su buen humor desde un principio, nos ejemplificó sus palabras con Lope de Vega que «de mayor se metió a cura ¿cómo explicaría sus obras? No sentía nada parecido a lo que sentía cuando las escribió…»

Hizo hincapié por último en un «segundo defecto» y es que ciertos autores «solemos explicar las obras en función de lo que hemos leído que dicen los profesores de nuestras obras y no por la verdaderas razones por las que escribimos las obras»

En Salvajes el autor nos habla de «uno de los más viejos problemas de la historia del hombre: la violencia, de gente violenta que crea a su alrededor una enorme balsa de sufrimiento…se habla-y aquí recita la famosa frase de Ortega y Gasset: yo soy y mis circunstancias, luego sólo modificando mis circunstancias puedo modificarme yo- de la fuerza individual de cada ser con las circunstancias que lo rodean»

Con esta obra el autor nos quiere hacer reflexionar sobre un debate eterno: la posibilidad de educar a la gente. «Es el sueño de los psicólogos, los políticos, los curas,…-nos dice el autor-pero con mi nueva obra estoy entrevistando a asesinos de mujeres en las cárceles y a alguno de ellos no se les puede educar»

Paula Romero. El Teatro Independiente de los años 70 y principios de los 80 se caracterizaba por ser un teatro colectivo, combativo y comprometido, donde imperaba la imaginación debido a la escasez de medios.

¿Cree que la multiplicidad de esos medios y los avances tecnológicos han influido negativa o positivamente en el desarrollo posterior de la dramaturgia española?

J.L. Alonso de Santos. -¡Creo que positivamente mientras que uno no se vuelva loco! La última obra que he hecho, se llama la Llegada de los bárbaros que viene a Sevilla a una sala pequeña, sala imperdible creo recordar, y se trata de dos actores y un banco. En una de las escenas, uno de los actores comenta con el público el apuro que han pasado cuando han llegado al teatro y han dicho, – ¿Y el resto de la escenografía?- y les contestan – ¡Ahora viene!- Claro, ellos disimulan porque nadie les quiere pagar porque ven que llegan dos y un banco. Les preguntan; -¿Sonido? no hay, ¿luces? no hay, ¿escenografía? no hay ¿Qué hay en esta obra?- Es lo que todo el mundo piensa- Pues son dos y un banco-. Es evidente la cara que ponen en general los programadores, bueno, es que a estos realmente los engañan, la gente no se entera de que hay dos y un banco hasta que finalmente llegan ellos.

Pues en general, la obra son dos y un banco que van en un coche y roban lo que sacan, obra de supervivencia. ¡Miren por ejemplo la llegada del Papa a Valencia! doscientos escenarios, autos sacramentales, orquestas sinfónicas, desfiles, miles de cañones y de focos… Depende de los medios que tienes, haces una cosa o haces otra.

Guillermo- director del Teatro Central, amigo de Alonso de Santos- ha hecho cosas, sin dinero, debiéndolo todo, con mucho dinero, con muchos medios y con pocos, depende, si no te vuelves loco, los medios están bien. Siempre que no seas tan «hortera» y «paleto» como el que tiene una sortija y la va enseñando a todos. Ahora bien, los medios con la ayuda a veces, muestran lo que quieren mostrar, a veces en los teatros malos, se consigue resaltar a los actores, una escenografía bonita…

La palabra medios en el teatro significa básicamente eso, en historia del teatro, se está acostumbrado a hacer teatro sin que cobren los que hacen teatro y se llama teatro comedia cuando cobran. Pero para que os hagáis una idea, yo en una película como la que he hecho este verano cobro aproximadamente lo mismo que gano en veinte obras de teatro. Bueno, siempre contando con que alguien te pague, la economía teatral es muy mala y sin embargo, el cine o la televisión, ¡pues qué decir!

Hace poco me ofrecieron hacer una serie en televisión y en la televisión, ¡te pagan por anticipado! En el teatro en cambio, no te dan ni el dinero del tren para ir a un ensayo. Normalmente: ¡oye que mañana actuamos en Murcia! Tienes que venir- y yo me pregunto ¿Quién me paga el billete? En teatro realmente los medios suelen ser muy pobres. La idea de que en el teatro se gana dinero no es muy cierta, sinceramente, yo he ganado dinero en el teatro cuando he estado contratado por el gobierno. Lo mismo que pasaba con Calderón de la Barca y Lope, que éste era comercial y no tenía dinero para el aceite de su lámpara, en cambio Calderón no tenía esa necesidad, trabajaba para el gobierno directamente- anécdota que incluye Luis de Santos-. La historia es ésta.

Bruna Escaleira. Quería preguntarle ¿Cuál es el papel del teatro en esta sociedad que parece que no se quiere el teatro, donde las personas no se interesan por el teatro, la mayor parte?

J.L. Alonso de Santos. – Pues ella dice que cuál creo yo que sea el papel del teatro en una sociedad que no quiere el teatro.

Bueno, no es tan exagerado que la sociedad no quiera el teatro, porque la sociedad no ha querido el teatro nunca. Es mentira que el teatro haya sido algo importante en la sociedad. Como no ha sido la música y como no ha sido la pintura. El arte no es esencial en una sociedad. En una sociedad es esencial que no haya paro, no el teatro. Yo creo que hay cosas más importantes que el arte.

Dicho eso, el sueño de que el teatro haya sido importantísimo en la sociedad es una broma. Ya voy a terminar… En Grecia, hablamos de Grecia, con trincheras, en Roma, hablamos de Roma, al lector. Y todo el mundo vuelve a su casa. Es decir, el teatro no ha sido nunca una cosa como las guerras, el futbol después, el cine y medio de comunicación masiva. ¡Ni falta que hace, ni falta!

Estadísticamente, varia un poquito, porque el teatro no es la televisión, nunca ha sido para todos. La televisión ha venido a sustituir el fuego de las chimeneas. El fuego de las chimeneas miraba a todos los seres humanos, terminaban de trabajar y se quedaban un rato comiendo el chorizo y mirando el fuego. Hoy han cambiado el fuego de las chimeneas por la tele, y se cambia de canal de fuego – bueno, es lo mismo.

El teatro es lo que hacían ante los monjes en los monasterios y tal, que es cultivar un poco el arte y la literatura. Y el teatro es, y ya ha sido siempre – la palabra dura -, y el arte es, y ha sido siempre, hasta hoy, otra cosa que no lo que me gustaría, algo de minorías.

Haya visto que hasta el principio del siglo 90% no sabía ni leer ni escribir. Si la humanidad no ha sabido ni leer ni escribir nunca, se lo han sabido cuatro. La cultura era de cuatro, el pensamiento era de cuatro. Hoy, en vez de ser de cuatro es de cuarenta, no más.

Hay cosas que es para una minoría cultivada que es capaz de disfrutarlo ¡Ojalá!, algún día, esa minoría sea muy grande. Pero hoy por hoy, los rollos que son grandes son rollos, rollos baratos.

La pintura es una cosa menor dentro de nuestro mundo. Y me dicen «pues al teatro va mucha gente», no, a los musicales. Y luego dicen, «por este teatro han pasado 200 mil personas», no, perdona, 20 mil diez veces, ¡los mismos, no vienen otros! Van a quien le gusta el teatro y repite, porque el teatro es una afición, el que no tiene la afición, no le gusta el teatro. Y hace bien, porque no se va al teatro sufrir, es como a quien no le gusta opera y se va y pasa un mal rato.

Porque a los medios artísticos se no se aficiona a ellos no se disfrutan. Eso de que vamos el primer día al teatro, a la opera, al ballet y llora vendo las películas. Sólo se disfruta del arte a partir de cierto nivel cultural, lo resto es una anécdota.

alonso-santos-facultad-comunicacion-paularomeroElvira Lozano. – ¿A qué se debe el giro hacia el idealismo de su última obra, En el oscuro corazón del bosque?

J.L. Alonso de Santos. – Es una obra que pertenece al teatro más simbólico, más imaginario y misterioso donde las cosas no se resuelven directamente, otro de esos marginados , es decir, esa gente a la que le van destruir su mundo y no entienden por qué, y están tratando de encontrar una salida. Luego hay mayores q no encuentran un hueco y jóvenes que están buscando el final y el comienzo del amor, véanse los jóvenes de la mudanza y los gatos que les echan de la casa. Yo creo que hay nostalgia en mi teatro y que está en una clave más simbólica, he tenido siempre serios problemas con ese montaje , y he acabado peleándome con el director cariñosamente, porque hizo para mí un montaje muy realista que no correspondía a lo que yo quería ,yo apostaba por una cosa más mágica y mucho más misteriosa. Aquello se convirtió más en la Estanquera de Vallecas; pero no hay texto para eso, y yo estaba en oposición de cómo se hizo ese montaje, no me gustaba el reparto ni como estaba dirigida ya que el director la llevó a un terreno más realista y a mí me hubiera gustado una cosa más onírica. Su titulo «En el oscuro corazón del bosque» ya es como un fuego a meterse en los territorios del misterio de la poesía, de la muerte, del amor en el lenguaje más simbólico.

Julián Vélez. – Si Toda la problemática social que se vive en la España actual fuera una obra escrita por usted, ¿Qué título le pondría?

J.L. Alonso de Santos.– A ver cómo te contesto sin meterme en política. Yo una de las características que veo pero en la sociedad y el gobierno actual español es que hasta antes el canalla ha empleado palabras de canalla y no pasaba nada y el Ministerio de la Guerra se llamaba Ministerio de la Guerra, pero ahora el Ministerio de la Guerra se llama Ministerio de la Paz.

El problema que ha habido para los de las palabras, los filólogos, los literatos es que los gobiernos últimamente se dedican a una cosa: a manipular el lenguaje, y claro, Juan Ramón Jiménez decía «Inteligencia, dame el nombre exacto de las cosas» porque a partir de que las cosas no tienen un nombre exacto esto es un fraude y yo creo que una de las cosas que nos encontramos en esta sociedad injusta, y mira que en España ha habido bastante, pero no es la peor que ha habido en el mundo, pero sí creo que nos encontramos en la sociedad mas manipuladora del lenguaje.

Yo creo que esto sí es apetecible de contar, como por ejemplo llega un gobierno que dice «tenemos que explicarnos bien», pero es que ¡si no hay nada que explicar!, pero yo sé lo que quieren decir, y es que «tenemos que manipular el lenguaje para que las cosas no sean lo que parecen», por eso no hay nada que explicar, casi todas las cosas de este mundo no hay que explicarlas porque se explican por sí solas. Cuando alguien venga y te diga que te tiene que explicar, tiembla, porque te viene a apuñalar, cuando hace falta un gobierno para explicártelas tiembla.

Entonces el problema básico que veo a diferencia de otros momentos que he vivido yo, y he vivido momentos mucho peores, porque puedo presumir de persecuciones, cárceles, y demás, pero es verdad que en la actualidad la manipulación del lenguaje a llegado a unas cotas insostenibles. Y regreso con mi grito político dicho por Juan Ramón Jiménez «inteligencia, dame el nombre exacto de las cosas, no el que quiera nadie sino el que es».

Lucía Bagaza. – En una entrevista que le realizó Fermín Cabal utilizaba una metáfora para explicar que hay muchos autores que no llegan a la cumbre porque en la ladera se está muy bien. ¿Qué piensa de esos creadores de obras de consumo, productos efímeros que sólo persiguen tener éxito inmediato?

J.L. Alonso de Santos.- No se decide cuando se escriben obras de arte, es la sociedad quien lo decide. Un escritor no dice «voy a ser escritor de consumo» o «yo voy a ser escritor para la eternidad» o «yo voy a ser escritor de minorías», se dice después. El creador justifica la respuesta social.

Cuando tiras una piedra a un estanque, algunas hacen un gran chapoteo y llegan muy lejos, otras hacen un chapoteo muy pequeño pero llegan lejos, y otras no hacen ni chapoteo: esos son los productos. ¿Pero por qué todas las canciones tienen que ser la Novena Sinfonía de Beethoven? Cada ser humano no tiene la obligación de hacerlo mejor ni de cambiar la historia porque, además, no está en su mano. Si lo estuviera, lo haría. Un abogado no es ni el mejor ni el peor, solo es un abogado. La gente tiene la manía de criticar a los creadores que hacen toda su vida obras de consumo, pero ¿reprochamos a un médico de familia que no sepa operar un corazón?

Por cierto, a Lope de Vega le acusaron de ser un creador de obras de consumo, y él se creyó lo que le dijeron aquellos que no tenían éxito.

El consumo no está mal, solo que es para consumir. Lo peor es ni siquiera entretener. «El peor defecto del hombre no es hacer obras menores u obras malas, es hacer obras aburridas». Todo aquél que entretenga, aunque sea contando un chiste tonto, ese merece mi respeto.

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