El poeta gaditano Carlos Edmundo de Ory, ha fallecido esta madrugada a sus 87 años de edad en Francia, en la localidad de Thezy-Glimont, al norte del país, según informó su familia. Era hijo predilecto de Andalucía

Paula Romero. La esposa del escritor, Lare-Denisse Lachéroy ha declarado esta mañana a los medios que de Ory tenía leucemia y que ha falleció «en casa, según su deseo» situado a las afueras de Amiens.

La provincia de Cádiz, se encuentra muy consternada y el Ayuntamiento por su parte, ha querido mostrar su «pesar» por el hijo predilecto de la ciudad desde 2005 y pregonero en 1983. La corporación municipal gaditana estudia ahora la declaración de un día oficial de luto por su muerte.

Desde su exilio, de Ory, fue uno de los protagonistas y renovadores de la poesía española de la posguerra.

En su viaje hacia Madrid despliega su obra más personal y en 1945, Carlos Edmundo publicó su primera colección de poemas, versos de pronto. Mismo año en el que participa en la fundación del postismo, una suerte de neosurrealismo que a través de la revista del mismo nombre, introdujo la cuña de la vanguardia en los incipientes debates literarios y poetas sociales.

Hacia mediados de siglo, desliza su poesía hacia matices introrrealista y aboga por la creación de un arte que sea manifiesto de la realidad interna del hombre, expresado mediante un lenguaje surgido a raíz de misteriosos estados de conciencia.

De él, la directora del Instituto Cervantes, Carmen Caffarel, destacó que es «uno de los poetas malditos más relevantes del siglo XX y de los inicios del XXI».

Caffarel hizo esas declaraciones coincidiendo con la entrega hace tres años por parte del poeta de su legado personal en la Caja de las Letras, ubicada en la sede central del Cervantes en Madrid.

Hijo del poeta modernista Eduardo de Ory, Carlos Edmundo de Ory destacó también como narrador: ‘El bosque’ (1952), ‘Una exhibición peligrosa’ (1964), ‘El alfabeto griego’ (1970), ‘Basuras’ (1975) y ‘Del caballero, la muerte y el diablo’ (1991).

«Igual que el árbol da manzanas, yo doy poesía, es mi fruto», grandes frutos colmados de rítmica que nos deja este poeta gaditano, los cuales bien cultivados, serán guardados en nuestra memoria.

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