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Crítica. David Fincher y Aaron Sorkin, juntos para rodar una buena película sobre los creadores de Facebook y todo el complejo mundo que nació a su alrededor. Tan imperdible como nada olvidable, es ya una de las películas de 2010.

 

Antonio Sánchez-Marrón. Ni por asomo es la «mejor película del año». Ni por asomo es la «mejor película de David Fincher». Ni por asomo es la «obra maestra de la década». Sin embargo, La Red Social define nuestro tiempo (como dirían algunas vallas publicitarias a las cuales, a veces, hay que darles la razón), una época marcada por los ordenadores y nuestra vida, cada vez más anclada a ellos irremediablemente.

Pero antes de que empiece a pensar mal creyendo que voy a destrozar esta película, querido lector, le diré que no. Le diré que me ha gustado mucho. Le diré que es una de las grandes obras que este 2010 nos dejará cuando lleguemos a 31 de diciembre y echemos la vista atrás para comenzar a recopilar cuáles han sido las películas más destacadas del año.

Como diría Carlos Boyero, estos personajes me han parecido unos abortos a partir del primer minuto de película. Cara de alelados y despistados crónicos. Sin embargo, a medida que pasan los segundos, cuando llegas a los diez minutos de metraje, comienzas a cogerle el truco a esta más que interesante película sobre el, o quizá debería decir los, creadores de Facebook.

La Red Social no es un thriller, ni siquiera una película de suspense. Pero sólo David Fincher sabe como convertir en intriga cualquier secuencia que se le ponga por delante. Hasta una simple competición de remo está rodada con una maestría realmente impecable y digna de estudio.

Si he de comenzar por algún sitio, debo hacerlo por el apabullante guión de Aaron Sorkin, un hombre curtido en mil batallas (recordemos que fue el creador de Algunos Hombres Buenos y el artífice de una de las series de cabecera de la pasada década en Estados Unidos: El Ala Oeste de la Casa Blanca). Sus diálogos tejen una red enmarañada alrededor de todos los protagonistas. Si bien yo, en algunos momentos, desconectaba de la película cuando hablaban de todo eso de los bits, memorias RAM, procesadores, Linux y esa clase de historias que me vienen demasiado lejanas a mi conocimiento, no tengo ninguna queja con respecto a la ametralladora que usa Sorkin para poner todo tipo de frases, ideas, tópicos, emociones y jerga informática en la boca de todos y cada uno de los personajes.

Unas bocas que merecen otra calificación aparte. Jesse Eisenberg (Bienvenidos a Zombieland) realiza una portentosa interpretación sobre la dificil biografía de Mark Zuckerberg, el creador de Facebook y cabeza pensante además de, según la revista Forbes, «persona multimillonaria más joven del mundo«, con un patrimonio ascendente a los 7.000 millones de dólares.

Por otro lado, el cantante Justin Timberlake no se queda atrás en su gran recreación de la vida de Sean Parker, un extraño ser que emergió al mundo informático a raiz de crear Napster, una distribuidora de música MP3 on line y de Plaxo, una agenda electrónica que se combinaba con el correo electrónico Outlook de Microsoft.

Pero por último, hemos de hacer referencia a la que puede ser la consagración como actor del ya nuevo Spiderman: Andrew Garfield (Leones por Corderos). Su interpretación, poderosa y emocionante, de Eduardo Saverin (co-fundador de Facebook y causa de más de una demanda judicial con Zuckerberg) es realmente impecable. Yo, personalmente, apuesto por el futuro de este joven actor que, con 27 años, ha demostrado ser una buena perla de la cantera del Nuevo Hollywood.

La película, además de poseer el magnífico guión de Sorkin, está basada en la biografía no autorizada de esta red social. Titulada The Accidental Billionaires y escrita por Ben Mezrich, narra las relaciones que se establecieron en la Universidad de Harvard entre todos los personajes anteriormente mencionados a la hora de crear Facebook.

El director nos sumerge en un viaje temporal en el que, de manera clara y sin rodeos, nos identificará las partes en las que asistimos al litigio de las secuencias en las que se nos avanza el metraje a través de esa compleja trama de relaciones entre seres humanos basadas en el dinero, la avaricia, la envidia, el marketing, la publicidad y la fama.

Rodada con elegancia y mucha energía, Fincher imprime su buen hacer a la hora de trabajar. De hecho, es uno de esos pocos directores de la «nueva ola norteamericana» a los que merece la pena seguir de cerca. La Red Social no constituye como dicen algunos, la mejor película de su carrera. Las comparaciones son odiosas y cada película es un mundo. Inviable es comparar El Club de la Lucha con Zodiac o The Game con El Curioso Caso de Benjamin Button.

Tampoco es la película del año, si bien una de las mejores y de esas que hay que tener en cuenta a partir de enero, cuando lleguen las cada vez menos emocionantes carreras por los premios más importantes del cine: los Globos de Oro y los Oscars, aunque este año sigo preguntándome que será de mí cuando llegue febrero y sepa los nominados a todos estos galardones.

Veremos a ver que le depara el futuro a La Red Social. Mi particular punto de vista es el de ser una buena película además de muy entretenida, con una fuerte apuesta por un guión bien construido y unas interpretaciones realmente reseñables. Si tiene la oportunidad, desde luego, no se pierda una de las mejores películas que verá en este 2010.

O lo que queda de él.

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