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Un pastor metodista extasiado de su fe. Un grupo de ancianas. Un autobús. Nervios a flor de piel y sentimientos de todo tipo. Esta es la receta que Tennessee Williams posee para ponernos los pelos de punta en esta excelente adaptación que John Huston realizó en 1964 de su obra.

 

Antonio Sánchez-Marrón. Una cinta desconocida para el gran público pero una de las obras de referencia de uno de los mejores directores del pasado siglo XX. Un John Huston en estado de gracia que, en blanco y negro, realiza la que para el que escribe, es una de sus mejores películas, sin desdeñar ninguna de sus anteriores ni venideras.

La historia narra la historia de un clérigo harto de predicar todas las semanas lo mismo a un público lleno de fieles más pendientes del pasado de su pastor que de profesar la fe de Cristo. Un hombre acusado durante años de mantener una relación ilícita con una menor y que aún sigue sufriendo las iras y los comentarios de toda la localidad a la que todos los domingos debe dedicarse por entero. Hasta el día que explota y abandona a su pueblo. Decide convertirse en agente de viajes y llevarse en un autobús bastante estropeado a un grupo de ancianas en un viaje de autodescubrimiento y donde llevará a nuestro protagonista a enfrentarse a sus pasiones y a cruzarlas con las de 3 mujeres, a cual más bella.

El protagonista no podría ser otro. Uno de mis actores predilectos, Richard Burton, suda hasta la extenuación en un drama en el que compartirá cartel y escenas con tres auténticas damas de la gran pantalla. Por un lado, la sin igual Ava Gardner, «el animal más bello del mundo«. Fue pareja del personaje de Burton y su refugio personal en momentos de crisis. Por otro lado, Deborah Kerr, una mujer que llega al hotel regentado por Gardner acompañando a su abuelo, un moribundo anciano dedicado a la poesía y a punto de concluir su obra magna. Es una mujer débil, la antítesis de Ava Gardner, pero será la que sirva de sustento a las peligrosas ideas del sacerdote.

Y por último, uno de los más oscuros deseos de Humbert Humbert en Lolita. El sueño de todo hombre de la época y de la presente. Nadie la conoce actualmente porque ya se ha retirado. Pero los cinéfilos sabemos quién es Sue Lyon. Bellísima y jovencísima actriz que interpreta a la perdición de Richard Burton. Y en medio de todo ello, su tutora. Esa institutriz encargada del cuidado y la educación de su protegida que tiene que contemplar como «su niña» cae, presuntamente, en las redes del sudoroso sacerdote.

Todo un puzzle de pasiones, amores, infidelidades e incluso pederastia que recaló hondo en la sociedad de la época. La censura cayó sobre ella como barras de plomo y su exportación al extranjero no tuvo la efectividad que Warner Bros. deseaba. Pero quedó como una de las más importantes interpretaciones de los cuatro protagonistas principales y, a mi gusto, una de las mejores películas de la Historia del Cine, pocas veces igualada, ni siquiera en su planteamiento.

Película imprescindible del maestro Huston, de visionado recomendable a todos los mayores de 18 años. Una cinta para adultos con criterio que sepan contemplar todos y cada uno de los maravillosos planos que contiene la cinta. Escenas representativas, como aquella en la que Ava Gardner explota su sexualidad con dos jóvenes mulatos o aquella que da comienzo a la cinta, donde el gran Richard Burton estalla ante las inquisitivas miradas de sus «feligreses».

La Noche de la Iguana es una cinta mítica. Es importante que, en esta época en la que el cine con mayúsculas, brilla por su ausencia, recuperemos todas estas películas desconocidas para el gran público. Mientras, los pocos que sabemos de su existencia, disfrutemos una y otra vez de su visionado.

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