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Rodrigo Cortés se suma al incipiente elenco de realizadores españoles que apuestan por filmar en Estados Unidos. Su segunda película,  la claustrofóbica Buried, supondrá el mayor estreno mundial de una película enteramente española.

Jesús Benabat. Que España se está erigiendo en los últimos años como toda una cantera de nuevos realizadores exportables a la gran meca del cine hollywoodiense es una realidad contrastable que muestra, una vez más, la calidad incipiente de nuestra industria. Ya quedaron muy atrás los años en los que Almodóvar, Garci o Trueba eran los únicos representantes de España en el panorama cinematográfico internacional. La calidad y originalidad de estos nuevos directores, una generación posterior a la de Alex de la Iglesia, Amenábar y Coixet, ha hallado su piedra de toque en el habilidoso uso de los mecanismos propios del género, terror principalmente, para conformar un grupo identificable que traspasa fronteras y encuentra un amplio público en el mercado estadounidense.
Son muchos los ejemplos que podemos citar aquí. Jaume Collet-Serra, catalán afincado en Los Ángeles desde 1992, debutó en Hollywood hace cinco años con la cinta de terror La casa de cera, se afianzó con La huérfana el pasado año y ya tiene confirmado a Liam Neeson para su próximo proyecto, Unknown White Male, un thriller psicológico que tiene previsto su estreno en 2011.
Con una trayectoria algo diferente, Juan Carlos Fresnadillo se ha labrado un nombre dentro del panorama cinematográfico internacional partiendo de su éxito como cortometrajista, en particular con el que rodó en 1996, Exposados, que le valió una nominación al Oscar y le permitió rodar su primera película en 2001, Intacto, con Leonardo Sbaraglia (Goya al director novel). A partir de ahí, la buena aceptación de la película de zombies 28 semanas después (secuela de 28 días después de Danny Boyle) parece haber lanzado su carrera, y es que actualmente cuenta con tres proyectos en marcha, todos ellos estadounidenses; la adaptación del videojuego Bioshock, con Ron Perlman como protagonista, Wednesday, con producción de Spielberg aunque congelado desde 2008, y por último, Intruders, una coproducción con España en la que ya se encuentran confirmados Clive Owen y Daniel Bruhl.
También han debutado en tierras americanas los hermanos Pastor (Alex y David) con Infectados, una cinta de terror apocalíptico con un séquito de jóvenes promesas que pasan mucho miedo en su huída a algún lugar donde la infección que asola el mundo aún no haya llegado. La crítica alabó la impecable factura de la película y la taquilla respaldó el trabajo de estos jóvenes directores que aún no llegan a la treintena. Peor suerte tuvo en su debut tras las cámaras Luis Berdejo (guionista de REC), ya que su película de terror The New Daughter, protagonizada por el fracasado Kevin Costner e Ivana Baquero, salió directamente al mercado del DVD tras una fatídica estrategia de marketing.
Muy diferente es, por el contrario, la senda de apabullante éxito que abrió El orfanato a José Antonio Bayona y que parece no tener fin a tenor de sus dos próximos e interesantes proyectos, ambos en Hollywood. La primera que nos llegará es The Impossible, una película acerca del tsunami que azotó el sudeste asiático en 2004 y que protagonizará Ewan McGregor junto a Naomi Watts en una coproducción con Telecinco. Aun parada, no obstante, está Hater, un proyecto de la Universal que parece se reactivará tras finalizar la película anterior.
No obstante, aun más esperanzadora es la noticia que hemos conocido recientemente acerca de la nueva película de Rodrigo Cortés, director español que ya debutó en 2007 con Concursante, donde Leonardo Sbaraglia era el desafortunado ganador de un sustancioso premio televisivo,  que le valió el Premio del Público del Festival de Málaga. Cortés ha rodado junto a Ryan Reynolds (un actor bastante prolífico aunque sin demasiadas buenas películas; las últimas Definitivamente, quizás y X-Men) un thriller claustrofóbico que transcurre enteramente (los 90 minutos de metraje) en el interior de un ataúd del que su desconcertado huésped pretende escapar desesperadamente con tan sólo un móvil sin apenas batería, una vela y un cuchillo como artilugios de apoyo.
La película fue aclamada en el pasado festival de Sundance, donde se estrenó, por la agobiante atmósfera que el joven director español consigue crear. Las buenas noticias a las que antes nos referíamos guardan relación con su inminente distribución. Y es que Buried (Enterrado), se ha convertido en la primera producción completamente española con el mayor estreno mundial de la historia. Según las primeras estimaciones, la película de Rodrigo Cortes podrá verse en más de 4000 salas de todo el mundo (Asia, Rusia, Australia, México o Canadá) y se estrenará el 24 de Septiembre en Estados Unidos con 2000 salas, mientras que llegará a España una semana más tarde.
Esto, sin duda alguna, supone una práctica que la industria nacional debe potenciar por los enormes beneficios que una distribución mundial de estas características reporta. El lanzamiento de realizadores talentosos a Hollywood es una buena noticia para la salud de nuestra cantera, pero es aún mejor si aprovechamos a esos cineastas formados integrándolos en la producción española y, por ende, mejorando nuestra oferta para públicos cada vez más polarizados. Una nueva generación está a la espera.

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