Los integrantes de Fanfare Électrique tienen una gran experiencia en el mundo de la música / Alejandro Espadero

A las siete aún no hay nadie en la puerta del Rectorado. Justo cuando empiezo a preguntarme si no me habré equivocado de hora, un ‘rastafari’ trajeado se pone a berrear en mitad de la calle: “¿Estáis preparados para el espectáculo de rock definitivo?”. Sólo una joven responde tímidamente un “Sí”. Nos conduce entonces hacia el patio de la Universidad, y comienza a presentar uno a uno a seis rockeros vestidos de rosa fucsia que empuñan sus guitarras y sus bajos.

 

Clara Morales. La compañía francesa Midi 12 presenta en Sevilla su espectáculo Fanfare électrique (en castellano, “Fanfarria eléctrica”). El Fest 2010 lo ha definido en su catálogo como “musical”, pero imagino que no ha sido una decisión fácil. Es un teatro de calle basado en la improvisación y el contacto con el público. Éste es establecido no a través del lenguaje, que en estas condiciones resulta más bien un estorbo, sino de la música. De la lengua universal de la música.

Los siete personajes que integran este grupo demencial de rockeros de pura cepa nos guían por las calles sevillanas. Siguiendo las vías del tranvía, al ritmo del Highway to hell de AC/DC, esta fanfarria eléctrica se desplaza acompañada de un equipo de sonido rodante. Cada vez es mayor el público que les sigue. Ocupamos ahora el ancho de la calle San Fernando, y a nadie parece importarle que el tranvía deba pitar mil veces para que le dejemos paso.

Precisamente, tras una sesión de toreo y de flamenco eléctrico improvisado, los músicos deciden subir al tranvía. Las caras de los viajeros no pueden ser más expresivas al ver que semejante ‘troupe’ invade su vagón. Mientras parte de Midi 12 ameniza el trayecto a los pasajeros, los tres que permanecen con nosotros ejecutan una emocionante versión a bajo y violín eléctrico de La vie en rose de Edith Piaf. Con la ayuda inestimable, por supuesto, de los no pocos franceses que, de vacaciones, han topado con el espectáculo.

La compañía se reagrupa algo más tarde (vemos acercarse cuatro manchas rosas andando, perdieron el tranvía de vuelta), y nos llevan hasta Puerta Jerez saltando de Piaf a Nancy Sinatra y su These boots are made for walking. La policía local llega entonces alertada por el ruido, amenazando con multar a los intérpretes. Visiblemente despistados, parecen un elemento cómico más de la representación. Pese a todo, los tres coches patrullas nos acompañan todavía hasta el descanso.

Midi 12 saluda (uno de ellos lleva, no se sabe cómo ni por qué, una máscara de caballo bastante lograda), promete más rasgueos de cuerda en tan solo unos minutos. El público aplaude, se mira, comenta las canciones. Y en el cuarto de hora de pausa nadie se mueve, nadie se va a ninguna parte. Los encantadores de serpientes han hecho su trabajo.

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