Filósofos en desacuerdo (***)

Miguel Ybarra Otín. Teatro de texto puro y duro, que obliga a un esfuerzo de atención del espectador mientras se suceden los diálogos de dos de los filósofos más importantes del XVII: una sola vez se encontraron, el 24 de septiembre de 1647, en el convento parisino de los Mínimos. Como ninguno de ellos dejó constancia escrita de la cita, Brisville describe una velada que comienza con halagos mutuos y termina con el más viejo harto del joven.

Ambos están en escena durante toda la pieza. Grandes interpretaciones. En un sencillísimo decorado -a penas una mesa y unas sillas de época, como las vestiduras- los pensadores intercambian pareceres iluminados por una luz brillante en un escenario oscuro.

Oscuro como la visión de la vida de Pascal, atormentado y preocupado hasta el exceso por la religión, punto que cansaba al autor del ‘Discurso del método’, presentado en la obra como más vital, más abierto, más relativista.

Los pensadores diferían en cualquier cuestión ya desde sus puntos de partida. Eran coetáneos y sus nombres están entre los fundamentales. Pero fue difícil la comunicación entre ellos. Tanto que al despedirse, Descartes le dijo al otro que no, que no creía que se vieran más en esta vida. Y así fue.