Richard Nixon y David Frost. El primero, único presidente estadounidense que ha dimitido de su cargo. El segundo, popular presentador televisivo que consiguió arrancar del entonces ya ex-presidente un “perdón” por  el caso Watergate. Aquella entrevista entre ambos es el nudo del espectáculo ‘Nixon / Frost’, de Peter Morgan, dirigido magníficamente por Álex Rigola y llevado los pasados viernes y sábado al Teatro Central.

Miguel Ybarra Otín. Magnífica la obra. La protagonizan Lluís Marco (Nixon) y Joan Carreras (el entrevistador) a un muy alto nivel y entre un reparto igualmente importante. En una función que da papel también fundamental a la televisión, al primer plano, elemento que era nuevo a mitad de aquellos años 70 y que, como se comentó tras la representación en la conversación de director y actores con el público, costó a Nixon perder sus primeras elecciones ante Kennedy, aún siendo favorito: sudaba ante la cámara y se había presentado ante ella sin afeitar: el primer plano ante la audiencia no le perdonó.

Por eso en el ‘Nixon / Frost’ de Álex Rigola, el vivo de la entrevista en la escena es visionado al mismo tiempo en una gran pantalla situada encima de los intérpretes. Así, en directo, el público alterna miradas hacia los personajes en sí y hacia la imagen que de éstos recogen las cámaras allí situadas.

Sólo hay en toda la obra una escena grabada: aquella en la que Frost y sus asesores discuten sobre la forma de afrontar la entrevista en el interior de una limusina por la ciudad. Esa entrevista se realizó en seis partes y fue planteada como un combate de boxeo del que ambos entendían que sólo uno podría salir vencedor: Nixon había aceptado el encuentro por ser Frost -para entendernos- un tipo Buenafuente, no un Gabilondo. Sin embargo, el presentador se rodeó de un equipo serio cuya labor de investigación y documentación fue clave.

Se pactaron los temas a tratar. Se acordó la cuantía en dólares, en horas de entrevista, en sesiones. Se firmó todo y con todo firmado el lado de Nixon quiso acordar una definición de Watergate para reducir las conversaciones en torno al famoso escándalo… Ya en las entrevistas, el político se alargaba en sus respuestas (una vez se fue hasta los 23 minutos), sonreía y jugaba la baza de la emotividad. Los asesores de Frost, por contra, instaron a éste a una mayor agresividad en el discurso, a responder o puntualizar al político en cuanto éste bajara el tono o hiciera la mínima pausa, a presionar con el lenguaje corporal, inclinándose hacia adelante desde su asiento…

Y así al final el “combate” derivó en ese “perdón” nunca antes salido de la boca del dimitido presidente. ¿Por qué? Quizás porque el mismo Nixon había vivido un mandato difícil y no se había sentido querido por la gente. De modo que llegado a cierto punto optó por reconciliarse de alguna forma, aún contradiciendo las directrices de sus asesores.

Ese lado más humano que se halla en cada persona -aunque Nixon sea recordado por el ya nombrado Watergate y Vietnam- es el aspecto que más interesa al director teatral Álex Rigola (que la próxima temporada, por cierto, pondrá fin a su etapa como director del Teatre Lliure). Y aunque alguna crítica de la prensa sevillana tilde de demasiado frío o falto de pasión este magnífico espectáculo, es muy cierto que el camino de ‘Nixon / Frost’ es otro: es una obra llena de verdad (sobre la política y los medios, sobre la brutal influencia de la televisión en nuestra sociedad y sobre las pugnas que dentro de ella se mantienen por conflictos de intereses).