Seis personajes revolviéndose, agitándose contra o a favor de sí mismos/Antonio Abeledo

Ya he visto Pornografía. En la muestra organizada por el CICUS, “El teatro que viene”, fue todo un hallazgo. Una obra que brilla de manera evidente (porque el talento, a veces, es una obviedad), que abofetea. Fue capaz de llegar a los asientos, ahí abajo, en lo oscuro. Como si cada actor, cada palabra, fuera capaz de zarandearnos. No es poco.

La obra se representa esta noche en la Sala Fli/Antonio AbeledoClara Morales. Por eso he vuelto a verles en estos extraños confines de Sevilla. Esta vez la escena está en la Sala FLI. Ya conozco la obra, pero sé  que lo que vea hoy será distinto. Ellos pondrán ante el público otro espejo, igual de deslumbrante. Y el reflejo que nos devuelva será también distinto.

Dice Antonio Rincón-Cano, autor y director de la obra, que “cuando una compañía juega al teatro, es maravilla”. Esta compañía, Blablabla, hace malabares con el sexo, con la soledad. Juega, juegan. Y sí, “es maravilla”. Desde ese Miguel (Manuel Bernal) tierno, gritando hacia el final igual que gritaríamos nosotros, hasta Kike (Ismael Múrtula), sombrío, con un peso metálico en el bolsillo, un gesto inevitable que se anuncia desde el comienzo de la obra.

Seis personajes revolviéndose, agitándose contra o a favor de sí mismos, en un cuerpo a cuerpo con sus miedos. Igual que este público que, por algo será, esquiva la mirada de los actores cuando éstos le interrogan sin barreras, sin sombras tras las que esconderse. “He rodeado esta sala de espejos”, y estos personajes esbozados en apenas dos trazos duelen a veces tanto (si se les deja) como esa imagen que nos sorprende del otro lado del azogue.

Porque están ahí, desnudos, “obscenos”, como diría Rincón-Cano. Más expuestos a través del sexo, porque ante él seguimos siendo débiles. Tantos muros hay en torno al sexo que cualquier grieta en ellos nos asusta. Blablabla propone echarlos abajo. Lo que no siempre es bien recibido.

De vuelta a casa, la Sala FLI a la espalda, con sus oscuros ladrillos de polígono, quizás seamos capaces de sepultar las preguntas que nos han arrojado, como dardos. Igual que las escondemos tras las carcajadas que nos brinda la obra, como un remanso entre tanta incertidumbre. Necesitamos dormir tranquilos. Pero las dudas volverán, tarde o temprano, la próxima vez que aceptemos asomarnos al espejo.

Ellos, los del otro lado del telón, los que hacen visible lo invisible, masticarán también sus interrogantes como puedan. Seguirán llenándonos las salas con espejos. No son ya “el teatro que viene”. Ellos ya están aquí, ya han llegado. 

Blablabla Teatro representa la obra Pornografía hoy a las 21 horas en la Sala FLI.

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