«Del maravilloso mundo de los animales: los corderos», hasta el domingo en el Teatro Central, es un gran trabajo de dirección y actores. Histrión Teatro lo estrenó ayer en Sevilla bajo la dirección del prestigioso Daniel Veronese. Con sencillos decorado, vestuario e iluminación, es un espectáculo lleno de fuerza.

Miguel Ybarra Otín. Es digna de aplauso la obra ayer estrenada por la compañía granadina Histrión Teatro en Sevilla, y es digno de aplauso el proceso mediante el cual dicha obra se gestó: Gema Matarranz -una de las actrices- acudió a un espectáculo del director argentino Daniel Veronese y, prendada por su trabajo, le buscó a la salida. La conversación desembocó en cita y la cita en conversación: director y actores compartieron con café una misma filosofía teatral y de allí salió el acuerdo para trabajar juntos. Ese acuerdo implicó la aventura: el grupo habría de trabajar una temporada en Buenos Aires. El resultado: el ayer disfrutado en el Teatro Central, teatro del de sala pequeña, teatro del de público cerca, teatro de sensaciones.

Una mujer, su marido, la hija, un vecino y un hombre secuestrado. Sin ningún alarde de medios, con modestia en iluminación y vestuario, la obra es un grandísimo trabajo de dirección y actores. En el escenario: apenas una esquina de habitación con dos puertas, cama, mesilla de noche y silla. Ocho o diez metros cuadrados en los que se desenvuelve toda la acción, vertiginosa desde el inicio y que entra de lleno en el nudo, sin introducción, cuando Berta (Gema Matarranz) mete a la fuerza en casa a Gómez (Paco Inestrosa), a quien -junto a otros- ha tapado los ojos antes de trasladarlo hasta allí en coche.

Se sucede desde entonces toda una violenta dialéctica de recuerdos, deseos, amores, rencores, etc. que vayan ustedes al teatro a ver cómo acabarán. Encontrarán un derroche de energía en los cinco actores, grandes interpretaciones (Gema y Manuel Salas -éste en el papel de Fermín- están enormes, contribuyen a hacer de sus personajes los más perfilados. Quizás algo de dramatismo falta por momentos al secuestrado Gómez) y una buena historia (texto del mismo Daniel Veronese).

Las piezas del puzzle se van uniendo, todo va cobrando un sentido unitario a lo largo de los 65 minutos que viene a durar la actuación. Se mantiene en ella una tensión constante y se adereza con un par de momentos absurdos, licencias que bien pueden entrar en la mentalidad de esa familia.

Licencias que se toma una obra bien trabajada, dirigida e interpretada. Una producción en la que el nombre de la joven (1994) compañía andaluza Histrión Teatro se escribe junto al de un primera línea de la dirección en el panorama internacional. Histrión es hoy un referente en España y junto a Daniel Veronese volverá a trabajar en 2011.

www.SevillaActualidad.com