No hay obra de teatro más inconexa que el día a día de cualquier persona. Y así es en parte ‘Días. Pasan. Cosas’, de Guillermo Weickert, estrenado los pasados sábado y domingo en el Teatro Central, espectáculo en el que la danza acompaña a una dramaturgia que nos plantea varias cuestiones.

Miguel Ybarra Otín. Esas cuestiones vienen de la lectura de ‘Lo infraordinario’ (Georges Perec), ‘El uso de los objetos’ (Jean Baudrillard) y ‘La otra desaceleración’ (Daniel Innerarity) y van siendo reflejadas en el escenario, presentadas en situaciones como  postales. En una primera se leen literalmente varios magníficos párrafos de Perec: sobre los periódicos como simples espectáculos de la realidad, donde priman cataclismos, peligros, escándalos… para olvidar lo esencial: el día a día (“la desigualdad social no es preocupante en época de huelga: es intolerable las veinticuatro horas del día, trescientos sesenta y cinco días al año”). Así, la cuestión es “interrogar a lo habitual”.

Y lo hacen Weickert, José María Sánchez Rey y María Cabeza de Vaca con simpáticas y sencillas coreografías, con pasajes de danza de Weickert complementando la narrativa. Alternando la comedia con la tragedia y el absurdo. Reflejando esa inconexión a veces tan presente en un día a día en el que pasan cosas y no pasa nada, algo que resulta paradójico en este mundo de ritmo frenético.

Frenético es también el ritmo de Sánchez Rey en su “tentativa de inventario de los alimentos líquidos y sólidos que engullí en el transcurso del año…”, un divertido ejercicio de memoria e improvisación, extraído de la obra de Perec.

También son frenéticas las carcajadas de los tres actores durante varios minutos al comenzar la obra: sin palabras, sólo risas y más risas. Como tratando de ponernos en una nueva perspectiva ante un hecho tan ordinario. Parecido era un vídeo en el pabellón español de la Bienal de Venecia en 2007: dos actores comenzaban a imitar la risa, a forzarla sin gracia; entonces poco a poco la chispa prendía, la risa llegaba y el final se convertía en una incontrolable catarata de carcajadas. Nadie en cambio, se paraba en el pabellón a ver el vídeo de principio a fin: apenas se detenía la gente unos segundos en su ansia por verlo todo y así no ver nada.

Reflexión al fin y al cabo, la de ‘Días. Pasan. Cosas’, muy amplia y abierta sobre esas cosas inesperadas, aquello que no somos capaces de prever pero que puede cambiar para siempre nuestra esencia… vayan a verla si tienen la oportunidad.