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Estrenamos sección de crítica de cine de la mano de Guillermo Iglesias. Una visión fresca y particular de analizar las películas que pasan por nuestra cartelera y, con suerte, por nuestros corazones. 

Como ya ocurriera en 2009 con Fish Tank, Andrea Arnold ha vuelto a lograr este año el Premio del Jurado en el Festival de Cannes con una American Honey que se presenta como una road movie en la que la directora británica retrata con precisión la forma de vida de un grupo de jóvenes outsiders en una América que los desprecia. El relato se inicia cuando Star (Sasha Lane, actriz debutante), de dieciocho años y con un entorno familiar totalmente desestructurado, conoce a Jake (un Shia LaBeouf intenso y convincente, quizá porque como ha manifestado hace de él mismo) que la seduce para que escape y se una al grupo al que él pertenece, grupo liderado por Krystal (Riley Keough, nieta de Elvis Presley) y dedicado a recorrer el país en camioneta y vender casa por casa suscripciones a revistas. Será el comienzo de una nueva vida para Star, en la que dejará atrás a sus dos hermanos pequeños, pero en la que logrará alejarse del alcoholismo y los abusos de su padre y de la indiferencia de una madre que los ha abandonado.

Arnold, al estilo de sus compatriotas Ken Loach o Mike Leigh, muestra su gran sensibilidad para representar la vida de los espíritus perdidos, existencias abocadas al desasosiego ante la ferocidad de la cultura actual, la constante dicotomía éxito-fracaso. La cámara persigue casi durante todo el metraje a Star, con reminiscencias al estilo Dogma 95 que ya usara Arnold en Red Road, lo que hace que el espectador observe la realidad desde la perspectiva de la protagonista, viviendo con ella su huida hacia adelante y experimentando sus primeros pasos en el amor, el sexo o el alcohol. El trabajo de fotografía es sublime (no sorprende que haya obtenido recientemente el premio a mejor dirección de fotografía en el Festival de Sevilla), lo que acompañado de temas musicales elegidos por los propios actores (We Found Love de Rihanna y Calvin Harris como himno principal) nos sumerge de lleno en su aventura por el Medio Oeste estadounidense, de motel en motel, de puerta en puerta.

«La crítica no ha sido benévola con American Honey, tachada de inmovilista,

de ser demasiado larga para finalmente andar en círculos y no evolucionar»

La crítica no ha sido benévola con American Honey, tachada de inmovilista, de ser demasiado larga para finalmente andar en círculos y no evolucionar. Sin embargo, precisamente ese estatismo sin visos de cambio, ese ir y devenir con la pandilla de chavales provocan la empatía y la identificación del espectador con una generación pérdida que se mueve al margen de la sociedad, pero se sustenta de la sociedad. El resultado es un trabajo admirable, no recomendada para los amantes del blockbuster, pero sí para aquellos que aprecien ver algo diferente.