Novela, ensayo, artículos periodísticos. Eva vive en el mundo de las Letras

Experta en la ucronía, la periodista sevillana prepara su nueva novela ambientada en la ciudad checa de Verdún. Su obra, como su vida, está llena de literatura. De recuerdos apócrifos sobre un tiempo que nunca existió.

Capitulo I:  “Yo le digo, casi en un susurro, que no se preocupe, que no tenga miedo de olvidar, porque yo contaré su historia”. El Club de la Memoria.

Ángel Espínola. No responde al móvil y me hace esperar. Definitivamente, baja del periódico y cuando la veo, ya sé que está en otro tiempo. El camarero de un Vips la pone nerviosa. Sin decir nada, los dos nos lamentamos con nostalgia de que esta entrevista no se adentre en los antiguos cafés de tertulias. Cafés llenos de poetas burgueses del 27, con la mente puesta en quehaceres menos cosmopolitas.

A pesar de su corta trayectoria, Eva Díaz Pérez ha recibido numerosos premios por sus tres novelas y varios ensayos. Ahora, siguiendo su tradición de usar la fuerza de la palabra, para rescatar del olvido a letraheridos, desterrados e intelectuales, da sus últimos retoques a su siguiente novela, ‘El Sonámbulo de Verdún’.

Viene de la redacción de El Mundo, pero en la mesa del Vips no se sienta una periodista, pues sus palabras están cubiertas de literatura. “Empecé en el periodismo porque de alguna forma quería terminar escribiendo. Los periodistas vivimos de la escritura. En el fondo contamos historias que son diferentes”, confiesa al fin.

Su primera incursión literaria  llegó a través del periodismo de charanga y pandereta. “A raíz de la crónica que me mandaron sobre la romería del  Rocío, un tema que no me interesaba absolutamente nada, hice entonces una especie de reportaje novelado y cuando me di cuenta me había salido un libro”. Eva se saltó el tránsito habitual de los novelistas.

Ese corto recorrido por la poesía y el relato hasta el culmen de la novela. “Pensé que si de un tema que no me gustaba había hecho un libro, cuando tuviera una historia que contar podría escribirla”. Y así lo hizo: “surgió la siguiente novela sin saber siquiera si sabría escribir una novela, pero finalmente lo logré”.

Ahora, Eva asegura que el periodismo es su “sustento” y la literatura, “una forma de vida”. Extraña forma de vida por cuyo estado de salud se preocupa. “Hay cierta incertidumbre por el tema de las tecnologías. Veo que los editores no saben muy bien por dónde tirar. No sabemos si el tema del e-book funcionará, por lo que hay que estar un poco atento”.

Le pregunto por su agente literaria, un espécimen anómalo en una escritora que no acostumbra a vender su imagen antes que sus libros. “Tengo agente literaria, porque los escritores somos los peores del mundo a la hora de negociar nuestra obra. Tenemos mucha fragilidad a la hora de vender nuestros libros, pues no queremos que en nuestra literatura entre el dinero. Pero es inevitable”. Si bien, las ventas no le preocupan en absoluto “si vendo menos, pues vendo menos, pero escribo lo que quiero y me guste. Para vivir ya tengo el periodismo, que es más mercenario”.

Capítulo II: “Federico García Lorca tenía un reloj dentro –como todos los exiliados- y una sombra en el alma”. La Andalucía del exilio.

Sin mostrar en ningún momento la defensa de su humildad, Eva Díaz demuestra su sencillez  con el desquite de cualquier palabra coloquial. Es su forma de romper las distancias mentales entre la concepción de intelectual que de ella se tiene y la persona sincera que realmente es.

Sencillez que cambia cuando coge el teclado de su ordenador. Su mente se desvive entonces en la misión de recuperar la memoria de tantos letraheridos, muchos de ellos sevillanos. “Me gusta  mucho el mundo de la cultura. Incluso soy un poco fetichista. Me gusta ir a la casa donde nació, estuvo o se reunía un intelectual”. Eva Díaz va escribiendo así la prosa, a veces lírica, que emerge de sus miles de lecturas anteriores.


«Pretendo adveritr al lector de que hay zonas oscuras en la historia y silencio»


Sus artículos y novelas están repletos de Sawa, Cháves Nogáles, Cernuda. Incluso se atreve a rescatar del olvido en ‘Memorias de Ceniza’, a los reformistas luteranos del monasterio de San Isidoro del Campo. “Me gusta que mis novelas tengan un punto culturalistas.Y hay veces que  hasta tienes que justificarte por hacer estas cosas y no lo entiendo”, apunta. “Me gusta llenar una historia, aunque sea de amor o de muerte, con un fondo histórico y unos personajes que piensan y reflexionan. No las típicas novelas costumbristas que tratan sobre personajes normales”, continúa sin conformismo con lo establecido.

Ella misma reconoce ser una letraherida. Una biliófila, que a veces practica la bibliomancia. Condición fácil de ver en sus ojos de ávida lectora. Eva es una buscadora de tesoros novelísticos del pasado. Sus obras recogen la memoria de personajes maltratados por la historia. Y lo hace, siempre con compromiso ético. “Pretendo advertir al lector de que hay zonas oscuras de la historia y silencio. El Club de la Memoria fue la de mayor compromiso porque veía la injusticia de que la historia de estos exiliados no estuviera en nuestra historia, sino olvidado”.

Entonces Eva sufre el dolor de tantos que se fueron de este país, “porque, aunque nosotros no hemos vivido eso, ¿por qué no vamos a reivindicarlo? Si quiero conocerlo, no es por rencor, sino por leer, conocer e interpretar la historia de mi país y punto” afirma con rotundidad.

Perfil:  Eva Díaz Pérez