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Eduardo Parody presenta esta semana ‘La soledad del escribido’ su primera novela en la que entre personajes y viajes de Sevilla a medio mundo narra los vaivenes de un escritor que se enfrenta al proceso de creación de su novela.

Abordar al proceso creativo de crear un libro. Pero no uno cualquiera, sino aquel del que acabes sintiéndote seguro. Y claro, hasta llegar ahí, hay mucho camino que andar y muchas dificultades ajenas, y sobre todo propias, que dejar atrás.

Este es el telón de fondo de ‘La soledad del escribido’ –Triskel Ediciones, 2015- , el primer libro que publica Eduardo Parody, un biólogo sevillano de 36 años que un buen día decidió darse la oportunidad de hacer una de las cosas que más le apasionaban en la vida: escribir. Hasta entonces trabajaba en una empresa dedicada a la conservación mediambiental. Tras el despido colectivo de parte de la plantilla decidió centrarse en su sueño y escribir. Parody también es autor de la columna ‘Lo que nos hace humanos’ en Sevilla Actualidad.

Sevilla Actualidad: ¿Cómo te enfrentas al reto se publicar el libro?

Eduardo Parody: Algo de nervios. Y como la novela está ambientada aquí…

Define aquí.

Triana, el Puente, Sevilla, pero hay muchos otros sitios, Reino Unido, India, Nicaragua, Egipto o Linares de la Sierra (todos visitados estos años por el autor salvo el país del Nilo).

¿Y está cerrado o apunta a trilogía?

No. Está cerrado, pero es uno de los tres libros que tengo escritos en esta época. Este tiene mis demonios internos, mis ilusiones, amor, esperanza o el pensamiento de un mundo más justo.

¿Y por qué has decidido que este sea el primero en publicarse?

Este libro proviene de un libro anterior que nunca publiqué. Es la vida de un escritor que escribe su primer libro y cómo se enfrenta al proceso creativo, a sus miedos y esperanzas de cumplir ilusiones. La idea surgió al haber terminado de escribir aquel libro anterior que no se ha visto, ni se verá (risas). Lo terminé y dije “qué pedazo de libro, y a la semana ya estaba diciendo vaya mierda de libro”. Le fui perdiendo seguridad. 

¿Y cuándo decidiste escribir?

Siempre he tenido un espíritu escritor y lector brutal. A los primeros mails de la historia yo les daba un montón de fantasía. Por circunstancias laborales me quedé en paro y decidí que era el momento de emprender esta utopía.

¿Si te gustaba escribir por qué acabaste de biólogo?

Mi espíritu escritor salió después de licenciarme en Biología. Siempre buscaba las respuestas al mundo. Quería estudiar Medicina, pero no pude entrar y me metí en Biología. Ahora creo que tras estudiar habría empezado a escribir y no a buscar trabajo. Habría ganado 12 años y ya tendría algo andado.

¿Entonces lo de escribir siempre te había rondado la cabeza?

Sí, pero las circunstancias influyen. Escribir un libro no es entregar un informe. Son cosas que tienen o no que ver conmigo, y eso hace que de mucha vergüenza enseñar lo que escribes. El primer paso es sentarte a escribir. Y la dedicación de tanto tiempo a algo que puede no tener repercusión y enseñar algo que puede gustar o no, genera muchas inseguridades. Cuando pasas ese escalón y logras editar el libro, descubres que el autor no puede vivir de esto, y te das cuenta de que es una cadena de inseguridades tan grande que al final es un desprecio al tiempo invertido.

¿Y cómo recibes la noticia de que quieren publicarte?

Fue el día antes de meterme en el Amazonas. Revisando los mails antes de hacer una incursión de 20 días en la selva vi un correo cuyo asunto decía interés editorial. Respondí de inmediato explicando que estaba al otro lado del mundo, pero que si tenía que volver, lo hacía. Afortunadamente Pablo Campos, mi editor, me dijo que no me preocupara, que a la vuelta hablábamos.

¿Lo recomendarías a aquellos que quieren empezar a escribir?

Sí. Habla del proceso creativo de principio a fin. El escritor se pasa parte del tiempo en un mundo paralelo.

Vamos, que sueñas con la escritura…

Esto es un continuo. Las notas del móvil han sido un descubrimiento. Tengo documentos enteros de ideas que apuntaba en el teléfono. Pero en realidad ser escritor es una actitud. Pero escribir no es un trabajo de verdad en el imaginario colectivo. En el mundo del arte hay una percepción errónea. Yo en ninguno de mis trabajos he requerido la dedicación que te pide este. Sin embargo estos han sido los mejores años de mi vida. Pasar tanto tiempo en la imaginación es una salida estupenda. El otro día a mi sobrino, que se aburría porque no le dejaba el móvil, le decía que nada era más divertido que usar la imaginación.

¿Entonces, un escritor es buen tío?

(Risas). No sé si un escritor es buen tío, pero los sobrinos son muy buenos para el escritor. Tres segundos con mis sobrinos son 30 páginas. Ellos no tienen ninguna vergüenza y están totalmente abiertos a una visión del mundo fascinante.

¿Y tu familia qué dice?

Este libro aún no lo ha leído nadie de mi familia todavía. La familia y los amigos no te van a decir nada malo. Las críticas que recibí del libro en el que se basa este me desmotivaron. No por lo que me dijeron, sino por lo que no me dijeron.

Este libro es una meta novela de aquella ¿no?

Este trata cómo el escritor se enfrenta a lo que él ha creado y cómo lo que él ha creado se enfrenta al propio escritor y le dice que es una mierda. Escribir, realmente, es como un perro que se sacude al salir del agua. Las gotas que se desprenden, como a cámara lenta, es lo que escribes…

Parody sobre un puente en Baños (Ecuador) el día que supo que querían publicar su libro

Imagina que el libro pasa desapercibido hasta dentro de 50 años…

El libro que más me gusta es Los viajes de Júpiter. Años después de que su autor lo escribiese alguien lo encontró y lo convirtió en un libro de referencia. Sería bonito que algo que tu hayas hecho pase a la posteridad. El reto es ¿cómo convenzo yo a una persona que entra en una librería de que se quede con el mío y no con otro? No depende de que tu libro sea bueno, sino de que alguien influyente lo lea de repente.

¿Y si esto no sale bien?

Si esto no sale volveré a la Biología. O a lo que sea. Yo trabajando intentaba escribir, pero no podía, porque el trabajo diario es un eliminador de la imaginación y la creatividad.

¿Qué quieres que piense el lector que termine tu libro?

Que sienta que tiene una herramienta indispensable para sobrevivir al mundo en el que estamos. Leer es fabricar imaginación y te permite enfrentarte muy bien a los problemas reales.

¿Cuánto tienes de imaginado y de real en tu vida diaria?

Yo tengo un 60% de imaginado y 40% de real.

¿Entonces te pueden llamar fantasma?

(Risas) Pues sí, pero no en el concepto que todos conocemos. Me ocurre mucho cuando estoy en grupos grandes, porque existe una competición por hablar. En muchos de esos momentos imagino cosas totalmente distintas de lo que en realidad está pasando. Por eso me gusta también mucho viajar. Me ayuda a ejercitar la imaginación.

¿Ahora tienes más paz que antes?

Hace dos años y medio tenía una vida más segura, pero ahora tengo más paz, aunque al llegar el final del proceso se va incrementando mi inseguridad. Sin embargo, si no hubiese dado el paso y ponerme a escribir, me quedaría toda la vida pensando que no lo hice. No quiero la seguridad total de un trabajo fijo como antes lo tenía. Pero quería dejar claro que intenté salirme de ahí.

¿Tu epitafio sería lo intentó?

(Risas) Sería bueno.

¿Estamos condenados a seguir el camino marcado y renunciar a parte de lo que somos?

Eso pasaba ya antes de la crisis, ahora la renuncia es mucho mayor. La educación que recibimos también nos dirige. Todo lo que se acerque al placer se ve como malo. Pero cada uno somos buenos en algo y habría que luchar por eso. Hay que ser muy cuerdo para intentar salirnos del camino y probar.

¿Estabas encarrilado y decidiste descarrilar o la crisis te hizo descarrilar?

Yo siempre he sido un descarrilado-carrilado. Siempre la vida me ha llevado por caminos por los que yo no quería.

¿Y cuándo se rompió el carril?

El día que me echaron no fue triste en lo laboral, sino un alivio. Estaba deseando intentar lo que llevaba doce años queriendo hacer. Yo sé perfectamente lo que quiero para mi vida. Y es esto. De ahí la inseguridad, pero también sé que estoy hecho para esto. Si me contratan en una empresa no daría lo que doy con esto. Y aunque fracase no voy a tirar la toalla.

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¿Y tu vida normal cuál es?

Lo mío es Biología, pero yo no me considero sólo biólogo, sino que me considero muchas cosas más antes que biólogo. Viajero, escritor… Cuando empecé a escribir hubo mucha gente que se sorprendió.

¿Y qué esperaban de ti?

Supongo que estuviera con mis plantas y animales. Mis viajes…La gente pensaba que era el típico reservado que sonríe y ya está.

¿Simplón o raro?

(Risas) Creo que raro, simplón sería demasiado duro de asumir.

Naciste en Cádiz, pero, ¿qué tienes de sevillano?

Nazco en Cádiz, pero a mi padre lo trasladaron a Sevilla y cuando tenía un año todos nos vinimos aquí. Soy lo más poco sevillano según los tópicos. Haber vivido en Los Remedios te lleva o a meterte en el ambiente típico, o ser todo lo contrario, como me ha pasado a mí. Esto también me ha dado perspectiva de la ciudad. Pero tengo amigos en los dos lados y lo veo como espectador, aunque unos y otros se critican sin conocerse.

¿Cuándo el joven raro se da cuenta de que quiere ir más allá?

Siempre he tenido cierta sensibilidad para sospechar de lo evidente. Pero el cambio de chip llegó hace diez años cuando fui a Nicaragua. Allí vi que mi normalidad no era la normalidad del mundo. También mi padre viajó mucho y escribía sus viajes. Lo primero que yo leía eran las reseñas de viajes de mi padre.

Era el Trip Advisor de la época, ¿no?

Si hubiera existido internet, lo hubiese inventado. También tengo dos primos muy viajeros. Era como en ‘Fraggle Rock’ porque me iban contando sus viajes. Todo eso siempre me abrió la mente.

¿Y en qué estantería colocarías este libro?

Esto no sería literatura de viajes, pero en el libro se viaja mucho. Lo pondría en la estantería de narrativa independiente. Pero me gustaría que le gustase a mucha gente, y también a los que saben de libros.

¿Está más cerca de la gente que lee o de la que no?

No es una literatura difícil, pero también puede llegar a aquellos que sí leen mucho. Llevaba un año en un cajón y creo que este libro está muy madurado. Me siento orgulloso y contento. Y encima cuando gente de las editoriales, a las que no conocía de nada, me respondían diciendo que les gustaba, al mundo inseguro en el que estaba fui sumándole seguridades. La inseguridad que siento es la que no se puede controlar porque corresponde al resto. Del libro, sí estoy seguro.

Mañana lo presentas en Sevilla…

Sí. Explicaré de qué va y serán preguntas de mi editor sobre el proceso creativo del libro. Se va a parecer mucho a esta conversación…

‘La soledad del escribido’, de Eduardo Parody se presenta este martes 15 de diciembre a las 20:00 horas en la ‘LibroTaberna’ La Jerónima de Sevilla.

Licenciado en Periodismo y Máster en Sociedad, Administración y Política, puso en marcha el 'Proyecto Deguadaíra', germen de Sevilla Actualidad. Ha pasado por El Correo de Andalucía, Radio Sevilla-Cadena...