Ajo en uno de sus recitales de micropoesía/matthvanmayrit

Los alumnos de las tres licenciaturas que se imparten en el edificio de la Cartuja pudieron disfrutar del espectáculo de la micropoetisa dentro del curso ‘La Voz de los Poetas’. La puesta en escena de la reconocida escritora, que empezó en el mundo del punk, no defraudó.

Ángel Espínola. Con un porro en la mano, rodeada de lucecitas de navidad y la frase “No sé qué os imagináis, pero esto no va a ser para tanto, así que espero que vengáis impresionados de casa”. Así se presentó ayer la micropoetisa Ajo, en el aula 3.11 de la Facultad de Comunicación de Sevilla. Ajo es menuda físicamente, como la extensión de sus poemas, pero avisa pronto de que “provengo del punk y tengo la cresta en la lengua”.

Su espectáculo poético-teatral no tiene desperdicio, los asistentes quedan boquiabiertos desde que Ajo enarbola sus primeras palabras, con un suave tintineo de sus rodillas, lo que le da un toque transgresor. Pero lejos de transgredir, su poesía está llena de filosofía, nos plantea, por ejemplo una cuestión: «Si le sumo mi soledad a la tuya / qué es lo que obtengo a cambio / ¿Dos soledades o ninguna?».

Lejos de ser micro, la trayectoria de Ajo aguarda ya muchos éxitos gracias a la forma tan desinhibida que tienen sus recitales poéticos.  Ahora saca de su inseparable bolso dos pequeñas maracas, en las que dice guardar “millones de puntos suspensivos”, y continúa con su literatura: “Yo exagero / para disimularte / pequeñez mía”.

Una calada a su porro, y un trago de tequila, la animan a continuar con un espectáculo que ha presentado en importantes festivales como el Experimentaclub’03. Ajo comenzó siendo ya pionera en el mundo del punk, cuando sacó uno de los primeros grupos femeninos, ‘Espérame Fuera No Tengo Fuego’. Y su relación con el mundo de lo acústico tuvo un exitoso paso por el programa de Radio 3 «Música Estres», en el que leía sus micropoemas.

Sus formas impactan, a muchos les parecerá un teatro grotesco, propio del más puro malditismo. Pero sus micropoemas están llenos de amor, de desamor, de reflexiones sobre nuestra experiencia: “Te voy a tener que matar / no me queda otro remedio / el día menos pensado / te encuentran cosido a besos».

Un cuento chino recita ahora y, tras multitud de puntos suspensivos, comienza a hacer pompas de jabón con un lavavajillas de marca «micro poett”. Con lo que demuestra que su micropoesía tiene humor, se aleja del clásico poeta con tintes de superioridad que se dedica a no apartar la vista de sus propios poemas mientras lee. «El mar y el viento / me dicen algo / pero no lo entiendo», sigue Ajo.

El espectáculo llega a su final, la última calada al objeto humeante con el que afirma que “ayuda a inspirarte”, precede a su despedida con su última micropoesía: «Vuelvo enseguida / no me esperéis». Y con ella se va una poesía diferente, una poesía “que está fuera de la ley”.  

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