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El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo acoge una selección de trabajos de Velázquez, Zurbarán, Juan de Mesa, Martínez Montañés y Valdés, entre otros, con motivo de su 25 aniversario.

En el arte contemporáneo se han sucedido dos factores decisivos que fueron señalados en su momento por Susan Sontag y por Paul Virilio. Por un lado, como escribió la ensayista norteamericana en ‘La estética del silencio’, “los diversos públicos han experimentado la mayor parte del arte valioso de nuestro tiempo como un paso hacia el silencio (o hacia la ininteligibilidad, la invisibilidad o la inaudibilidad)”. Por otro, el ensayista francés apuntó en ‘El procedimiento silencio’ que “lo audiovisual apunta a suprimir la integridad del silencio de la vista”.

Esta exposición, cuyo título está tomado de la película del cineasta alemán Philip Gröning, versa sobre la actualización de algunos conceptos asociados a la vida cartuja, puesto que el edificio del CAAC fue creado originalmente como sede de esta orden monástica. Aún hoy la soledad y el aislamiento, el silencio y la contemplación, pueden ser apreciados y sentidos en el lugar, pese a las transformaciones de la historia y su destino actual como museo.

El filme de Gröning sobre la cotidianidad de los monjes en la Grande Chartreuse, fundada en 1084 por San Bruno cerca de los Alpes franceses, sirve de introducción a uno de los cinco apartados en los que se subdivide la exposición. Junto a la película, la obra sonora de Susan Philipsz parte también de otra cartuja, en este caso la de Valldemossa en Mallorca. Además, en otra sala, se ha reunido una selección de piezas de varios autores (Velázquez, Zurbarán, Alonso Cano, Montañés, Valdés Leal) que en su momento fueron coleccionadas por los monjes en Sevilla y que tras la Desamortización salieron de estos muros para regresar ahora temporalmente, casi dos siglos después.

Los otros cuatro apartados tratan sobre algunas de las derivas del silencio y el vacío en el arte desde los años 60 (John Cage, Hiroshi Sugimoto, Tino Sehgal), las ideas de aislamiento social o político (Pepe Espaliú y Chto Delat), la contemplación como decisión y sus dispositivos (Susan Hiller y Tacita Dean), para terminar el recorrido con la muerte, entendida como el gran silencio, a partir de la escultura de Doris Salcedo y de un cuadro de Lucas Valdés sobre los enterramientos de los patronos del monasterio.