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Jesús Cintora (1977) ha trabajado en radio, prensa escrita y televisión, incluso ha sido profesor universitario. Es de Ágreda, un pequeño pueblo de Soria, pero, tras pasar por las aulas de la Universidad de Navarra, consiguió hacerse un hueco en la Cadena Ser en la capital.

Ahora acaba de finalizar una etapa de éxito de audiencia como presentador de Las mañanas de Cuatro y publica ‘La hora de la verdad’, un libro que, como apunta el subtítulo, ofrece un recorrido por las voces de los principales personajes de la actualidad política y social de España.

Sevilla Actualidad Ha trabajado en diferentes proyectos periodísticos. ¿Qué se siente al haber finalizado una de esas etapas?

Jesús Cintora – Se vive de todo un poco. Hay proyectos en los cuales acabas con buen sabor de boca y en otros con un sabor de boca muy chungo y agridulce. Si me preguntas por el momento actual, por una parte el trabajo que he hecho está ahí. El hecho de arrancar con un programa que tenía un cinco por ciento de audiencia y llegar a dejarlo en un récord del 16,4 por ciento, es decir, como el programa de información más visto de la mañana en España, en la televisión, es algo que queda ahí. Se me ha criticado mucho, pero el programa era el más elegido para informarse. Tengo esa satisfacción, evidentemente, y también tengo el sabor agrio de que ese trabajo se acabe valorando de la forma que se ha valorado, como es sabida. Yo soy el mismo que era hace año y medio, cuando me felicitaban. Es cierto que no sacaban las cosas que me sacaban sobre mi labor periodística, que tanto se comenta, pero ahí está el trabajo y yo siempre podré decir que he ido con la verdad por delante. No me han condenado nunca por mentir.

SA- ¿Este libro vendría a rellenar el hueco tras haber dejado Las mañanas de Cuatro?

JC- No, porque el libro es previo. Es un libro que fui haciendo mientras estaba en Las mañanas. Porque realmente tengo, no sé si la suerte, no sé ya qué decir, de estar siempre trabajando, de estar haciendo cosas siempre: la radio, la prensa, dar clases, escribir. No he parado nunca. Entonces en ese momento estaba con cosas y tuve la gran fortuna de que la editorial me lo pidió y tuve a gente como Iñaki Gabilondo que me hacía el prólogo, o a colaboradores como Miguel Ángel Revilla, Ignacio Escolar, sor Lucía Caram o Ernesto Ekaizer, que ponían su grano de arena. Y el libro está ahí y me parece que es muy digno de ser leído.

SA-– En el libro, precisamente, habla de que Albert Rivera le hizo una propuesta de entrar en Ciudadanos. ¿Cuándo el periodismo y la política están demasiado cerca y se seducen, el periodismo pierde credibilidad?

JC- Sin duda se seducen, y lo que hay que hacer es no dejarse seducir. Hay quien se deja seducir y hay quien no lo hace. El poder político siempre intenta tener el poder informativo a su servicio. Efectivamente a mí, cuando Albert Rivera me ofrece meterme en política yo no presentaba este programa. Yo era un contertulio en un programa determinado de otro canal y saliendo de aquel programa Albert me comentó si quería formar parte de la lista de Ciudadanos en Madrid, y ya está. Eso queda ahí a modo anecdótico, igual que hay otras anécdotas que se cuentan en el libro que son muy interesantes. Porque, efectivamente, formo parte de una generación parecida a la de otros que están ahora mismo en el escalafón más alto de la política. También he coincido a Pedro Sánchez antes de que fuera Pedro Sánchez de ahora. También he coincidido con Pablo Iglesias antes de que fuera el Pablo Iglesias de ahora, o con Pablo Casado. Y eso se refleja en el libro.

SA- Otro de los protagonistas del libro es Diego Cañamero. En su caso, él se ha visto seducido por Podemos. Y, hablando de Podemos, ¿considera, como se comenta, que Podemos ha abierto el camino del cambio, se ha desinflado y ese camino lo está aprovechando precisamente Ciudadanos?

JC- Yo pienso que de Podemos se ha hablado muchísimo. Incluso hay medios en los cuales se ha dedicado tiempo llamativamente alto a hablar de asuntos presuntamente relacionados con Podemos, que no se dedican a otros partidos. Esto de ver corresponsales en Venezuela, enviados especiales, todo este tipo de cosas; yo no he visto tal inquietud por Venezuela en otro momento. Creo que hay que contar todo lo que tenga que ver con los partidos políticos, y si está mal hay que contarlo, pero pienso también que con Podemos se ha vivido un momento en el cual se les ha puesto en el foco de una manera, a veces, llamativa. Con Ciudadanos esto ha sido un tanto distinto. Ciudadanos también son vistos como un adversario para el bipartidismo. Albert Rivera también se mueve en las televisiones igual que en su momento se movió Pablo Iglesias, pero Albert Rivera se mueve mucho más en las televisiones que Pablo Iglesias y estamos en un momento en el cual esos dos partidos, que son digamos emergentes, son observados pero de manera distinta, y los ciudadanos los tienen que juzgar. A mi me parece sano que haya, en vez de dos posibilidades de gobierno, que haya cuatro, pero me parece que también es oportuno tratar a todos por el mismo rasero.

SA-Habla en el libro de admiración hacia Alberto Garzón, de Izquierda Unida. El comentario generalizado es que Izquierda Unida es un barco que da igual el capitán que lo comande, que no tiene timón y que no es posible que reflote.

JC- ¿Es verdad que hablo de admiración? No lo recordaba. Pero, probablemente lo diga porque admiro la formación que tiene Alberto Garzón, y admiro el carácter sobrio que tiene. Es curioso que no me digan que soy de Izquierda Unida, pero me lo dijeron en su momento. Porque a mí me han acusado de ser del PSOE , de ser de Podemos; de Izquierda Unida me lo han dicho menos, pero también, porque hubo un tiempo en el que venía Gaspar Llamazares a mi programa y hay cosas publicadas por ahí diciendo que yo era de Llamazares. Yo no me corto un pelo porque políticamente puede ser hasta más correcto decir que Alberto Garzón me parece una persona con una formación interesante, un tío serio y que ha tenido la mala fortuna de caer en un momento delicado para Izquierda Unida, que han surgido otros partidos cercanos ideológicamente y que no es el momento más favorable: Pero el hecho de que yo pueda decir que Alberto Garzón me parezce un tío que tiene una formación admirable y me parece un tío serio y sobrio, si lo digo de Alberto Garzón, probablemente no pasa nada, pero si lo dijera de otros ya estarían buscándole las vueltas a lo que he dicho. Es curioso esto, pero está ahí. Alberto Garzón, independientemente de sus ideas, que las puedes compartir o no, tiene una formación que es la que es, y parece una persona que no vende burras

SA- Otro de los protagonistas del libro es Miguel Ángel Revilla. Él es un indignado, que va de plató en plató. ¿Cree que esa indignación televisiva es vacua o puede conseguir cosas?

JC- Miguel Ángel Revilla tiene la particularidad de que a su edad no se corta un pelo en decir determinadas cosas que ha vivido. Revilla ha hablado de tú a tú y de cosas muy íntimas con el Rey, con presidentes del gobierno, con Emilio Botín, con presidentes autonómicos, y habla sin pelos en la lengua. Además, está en una edad en la cual le da un poco igual tronchos que berzas. Y tengo la suerte de haber conocido a un tipo así, que es peculiar y que además conecta con la gente de la calle porque comunica. En el libro Revilla cuenta aspectos que él ha visto de cómo se mueve la política, cómo se mueve la corrupción, cómo se mueven las altas instituciones, los banqueros, que me parecen muy interesantes y que a la gente yo creo que le gustan. Lo hace de forma amena pero te enteras de cosas, por eso el libro es recomendable leerlo, por cosas como las que cuenta Revilla.

SA- ¿Un moderador o un conductor de una tertulia política puede ser opinativo, o debe ser aséptico?

JC- Pienso que el periodista tiene que tener un compromiso con la verdad, eso es sagrado. Y, además, la verdad hay que currársela. Hay que leer mucho, hay que hacer llamadas, hay que preguntarle a las fuentes, para llegar a la verdad y defender la verdad. Yo entre quien me diga que en España hemos salido de la crisis y quien me dice que vive la crisis, me voy a quedar siempre con quien vive la crisis, porque soy consciente de que vivimos la crisis. Porque con más de cinco millones de parados vivimos la crisis, por mucho que me intenten decir otra cosa. Entre el corrupto y el ciudadano decente siempre voy a estar con el ciudadano decente. Entre el preferentista y el banquero que le ha engañado siempre voy a estar con el preferentista. Es decir, si coges el ejemplo del paro y la crisis, lo evidente es lo que es y no es discutible: estamos en crisis económica, eso hay que defenderlo y hay que decirlo porque es así, no nos pueden convencer de lo contrario. Otra cosa serán ya las recetas, que eso ya entra más en el debate. Pero hay cosas que son así: estamosen crisis económica estamos, y la Prima de Riesgo es la que es, aunque nos intenten convencer en algún momento que es la contraria. Eso no es discutible: los datos son los datos, y la verdad es la verdad. Y hay que comprometerse con la verdad, y decirla aunque duela.

SA- En las redes sociales se habla de que podría haber una mano política detrás de ciertos movimientos o destituciones de algunos periodistas. ¿Se puede seguir hablando de democracia, de prensa libre y de libertad de expresión, o vivimos en una sociedad donde estos términos ya están pervertidos?

JC- Yo creo que hay libertad de prensa, pero libertad condicionada; y que, evidentemente, cuando tú ves un escenario en el cual en un año electoral se decide por parte del gobierno que se va a reordenar el panorama televisivo, con lo que eso afecta a las empresas, pues estás condicionando la libertad de información. Es muy evidente. ¿Tiene que ser ahora, en este año electoral, cuando hay que abrir un concurso de seis canales? Cuando tú estás optando por politizar las televisiones públicas estás condicionando también la libertad, estás condicionando el pluralismo. Es muy evidente, ¿no? Cuando tú estás concediendo entrevistas a los medios que te apetece y a los que no, no, a pesar de que te han votado todos los ciudadanos y de que eres el presidente de todos los ciudadanos; porque votar te habrán votado unos sí y otros no, pero al final tú eres el presidente de todos, o el ministro de todos, o el portavoz parlamentario que cobras de todos. Pues estás condicionando esa libertad también.

SA- El último capítulo del libro suena casi como a despedida provisional del periodismo. ¿Se lo ha llegado a plantear de verdad?

JC- Te parecerá mentira, pero está escrito antes de lo que me ocurrió, antes de la destitución de Las Mañanas de Cuatro. Probablemente refleja que el periodismo se ve sometido a presiones que a veces duelen. Es cierto también que pienso que en el vida hay que intentar ser feliz, y eso está por encima de todo; y tener salud, es tópico, lo decían los abuelos y parece un topicazo, pero es que es verdad. Yo que he vivido la enfermedad grave de mi madre, que afortunadamente superó; he vivido situaciones muy diferentes, a mis 38 años, en empresas de Radio o de Televisión. Ten en cuenta que de lo que se trata es de ser feliz, de sentirte a gusto contigo mismo, de aprender de aciertos y errores, pero de tener la conciencia tranquila, es lo que intento reflejar. El libro creo que llega en un momento en el cual me estoy encontrando con gente, como ahora ocurre en Andalucía, en Sevilla, que se acerca, te dice cosas y quiere verte, por qué está contigo en referencia lo que piensan del periodismo, lo que piensan de la política o lo que piensan del poder económico. Y el libro me está permitiendo, precisamente eso, estar en contacto directo con la gente, que yo creo que es muy necesario. A veces nos metemos en determinadas burbujas  y ocurre que pierdes ese contacto por falta, muchas veces,  incluso, de tiempo.

SA- Decía Jesús Quintero en una conferencia que nunca en su vida se sintió libre ni ante un micrófono de radio ni frente a una cámara de televisión, ¿Qué piensa de esa afirmación?

JC- Pienso que Jesús Quintero es un maestro y que, como en muchas de las cosas que ha hecho y dicho, sienta cátedra.