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Los tiempos cambian, pero no las estructuras. Es por eso que ver una obra escrita en 1630, pero situada en el siglo XIII, no resulta tan lejano. Si a la trama le restas el castellano antiguo, el vestuario de época y los atributos clásicos entre un rey y sus vasallos, queda como telón de fondo una historia condicionada por los abusos de poder.

Visto así, parece que no hubiésemos avanzado mucho. La diferencia es que ahora se simplifica mucho más el lenguaje y se perfeccionan las técnicas. Si antes existía la guillotina y el vasallo era condenado a muerte sin causa ni defensa, es ahora la muerte la que salva a muchos de la perpetua asfixia de la vida. Como representó la pasada semana Sergi Belbel en ‘La punta del iceberg’. 

Pero dejando a un lado el transcendentalismo tragicómico propio de una pieza vodevil, que de eso lleva el teatro hablando desde que se inauguró la temporada, volvamos a esa sencilla pero latente obra del dramaturgo español Félix Lope de Vega.

‘La estrella de Sevilla’ es la representación que ocupa desde el jueves 30 hasta el próximo domingo 2 de noviembre el teatro más antiguo de la ciudad sevillana. Una de las representaciones más importante del siglo de Oro vuelve a través de la compañía del Teatro Clásico de Sevilla a cargo de su director Alfonso Zurro.

En esta ocasión, Alfonso ha reelaborado el texto a partir de una investigación sobre todas las adaptaciones previas, ha prescindido de personajes irrelevantes, según su criterio, y se ha quedado con la esencia del discurso Lopiano, hurgando en esa trama donde los de abajo distinguen entre el bien y el mal a pesar de la ceguera del Rey.

Con humor e ironía, Alfonso reinventa el escenario clásico y costumbrista propio de las obras recreadas en los siglos pretéritos y juega con una escenografía simple pero oportuna que no solo aporta dinamismo y originalidad a la representación, sino que incide y empatiza con el público.

Culpa, honor, traición y poder son muchas de las premisas que cruzan a los personajes. Como detonante de toda la trama una mujer, Rebeca Torresen el papel de la joven Estrella, cuya condena no será otra que ser hermosa. Así habrá de concluir con el reproche hacia su persona, asumiendo el sufrimiento y la culpabilidad de perder a su hermano, Busto Tavera, representado por Moncho Sánchez-Diezma, debido a una promesa previa que su enamorado,Sancho Ortiz, Pablo Gómez-Pando, le hizo al Rey, Manuel Monteagudo.

Entre encuentros y desencuentros ambas mujeres, Estrella y su esclava (Alicia Moruno), verán su libertad limitada y condicionada a los vaivenes de un mundo marcado por hombres. La jerarquía social, los abusos de poder y la idiosincrasia sevillana también aparecerán de forma transversal en una historia de ficción que no dicta mucho de la realidad vigente y contemporánea.   

 

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