34,3 millones de euros recaudados hasta el momento. Un incremento del 11,8% de la taquilla en España con respecto a 2013 en los primeros cuatro meses del año. Un 29,3% más de espectadores que entonces.
Son los datos con los que la película de Emilio Martínez Lázaro ha logrado pulverizar todos los registros en el cine español, con permiso de ‘Lo imposible’, de Juan Antonio Bayona, que sigue líder de recaudación con 42 millones de euros.
Y es indiscutible, podríamos decir, que este éxito manifiesto se debe, en parte, a Sevilla, ciudad e idiosincrasia de las que se nutre el director para dar forma a esta peculiar visión de los estereotipos españoles. Por eso, hemos resumido en tres las claves del éxito sevillano de ‘8 apellidos vascos’. Aquí van.
El Puente de Triana. Pese a que la cinta tiene un marcado acento andaluz, Sevilla no es el lugar donde más se grabó. De hecho, el equipo de producción apenas pasó tres días en la capital hispalense tomando planos para la película. Pero ahí están: con el Puente de Triana y la Torre del Oro como testigos y escenarios esenciales de la cinta. Con la margen del río Guadalquivir, donde incluso se llegó a recrear el ambiente de una caseta de feria. Y el paseo Alcalde Marqués de Contadero, junto al monumento a Chillida.
Los ‘compadres’ sevillanos. O, lo que es lo mismo, Alfonso Sánchez y Alberto López. Conocidos y reconocidos por hacer reír a casi tantos como ‘8 apellidos vascos’ con su afamada ‘El mundo es nuestro’. Ambos actores, sevillanos, se colocan la chapela vasca y encarnan a dos personajes de la cinta.
El flamenco. Sin el flamenco en los ‘tablaos’, al más puro estilo de una noche de Feria de Sevilla, Rafa (Dani Rovira), no habría conocido a Amaia (Clara Lago). Sin conocerla, no se habría enamorado de ella. Y, sin historia de amor, no habría argumento para la película. Así que sí, Sevilla, con su forma de entender el flamenco, también tiene mucho que ver en el éxito de ‘8 apellidos vascos’. Pero no se confunda. Estas primeras secuencias de la película no están rodadas en Sevilla, sino en Mondragón, Guipúzcoa.
Seguro que usted, si ha visto la película –lo extraño sería que no-, reconoce más aportaciones sevillanas al éxito. Pero, sin estas tres, estamos convencidos de que la historia, al menos, sería muy distinta.