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Miguel del Arco llega al Teatro Central con Misántropo, una obra basada en el texto original de Molière.

El Central se llenó por completo. La compañía Kamikaze Producciones, que ya había presentado obras como La función por hacer (2009), El proyecto Youkali (2010), Veraneantes (2011), Juicio a una zorra (2011) o De ratones y hombres entre (2012), entre otras, llegó para quedarse en la retina de todos los espectadores.

La historia se resuelve en cinco actos, como reza en la partitura original, con siete actores y un callejón de mala muerte como escenografía, al cual descienden los personajes que salen por la puerta trasera de una discoteca donde se está dando una fiesta de lujo.

En ese espacio, con la música electrónica como telón de fondo; el wiski, el tabaco y la cocaína como pasatiempos de unos personajes arraigados al poder de las altas esferas, es donde confluyen estas relaciones humanas que irán desvistiendo las máscaras del ser en función de su rol social.

Del ser al querer ser. De la apariencia a la autenticidad. Esa búsqueda incansable por la verdad en una sociedad hipócrita, mediocre, falsa y devastada por la propia decadencia del ser, lleva a estos personajes  a un detonador encuentro entre lo emocional y lo racional.

Escrita en 1666 por Molière y extrapolada a nuestros tiempos, Miguel del Arco y la compañía Kamikaze, consiguen profundizar en un discurso transgresor y pellizca sobre todos los comportamientos e ideas que fluctúan en el imaginario colectivo de la sociedad.

Escarba en las pasiones del hombre y profundiza sobre el propio rechazo a los seres humanos. La falta de sinceridad, la compra y venta de ideales baratos, la banalidad como lucro social y el entretenimiento a costa del conocimiento y el arte, propician encuentros en los que el miedo, la desconfianza o la ira planteará interrogantes acerca del individuo y su relación con el entorno.  

La materialización de un discurso vigente cuatro siglos después, pone de manifiesto no solo la repetición de las señas de identidad o patrones comunes en la historia, sino la fortaleza de un trabajo notable tras el telón. Con un estilo propio y yendo de lo general a lo particualidad, Misántropo consiguió la captación de un público que, despegado del respaldo de la silla, se mantuvo durante una hora y cuarenta y cinco minutos inquilino de su propia historia.

Kamikaze Producciones reinventa y revitaliza un clásico a través de un ritmo sutil, incluyendo versos de Luis Cernuda mientras pervierte en la doble moral y da forma a los monstruos interiores. Absorbe el devenir de una sociedad quebrantada, la desmaquilla y pone un espejo sobre nuestros rostros, para desnudarnos sobre nuestras verdades más oscuras.

Una pieza que estará hoy en el Teatro Central a las 21h, y que no te dejará indiferente. 

 

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