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El teatro inaugura el 2014 con el retorno de Mario Gas esta vez como director de la obra escrita por el valenciano Rodolf Sireira y versionada por José María Rodríguez Méndez.

La pieza cuenta con una puesta en escena sencilla y modesta a cargo de dos actores argentinos, Daniel Freire y Miguel Ángel Solá, quienes plantean un duelo dialéctico a través una serie de preguntas donde intentan resolver qué significa el arte.

La obra bebe de los escritos de Diderot y reflexiona sobre el mundo teatral, su relación con la propia vida y la influencia del arte sobre ella. Si en una primera instancia se ubicaba en los albores de la Revolución Francesa, en esta versión se enfocará en un periodo de entre guerras, donde ya han aparecido las vanguardias del arte, teóricos como Freud o la revolución Rusa.

Unos cambios históricos y sociales que inciden sobre el comportamiento de dominio y poder en una realidad semejante a la que vivimos. Esta composición sintetiza un discurso universal a través de Gabriel Beaumont (Daniel Freire), un actor de fama invitado por un extravagante marqués (Miguel Ángel Solá) que acabará descubriendo como todo forma parte de un cruel engaño para someterlo a un experimento sobre la realidad y la interpretación.

Con un humor “muy desgraciado, negro y podrido en la que el público se ríe de los mismos nervios” describen ambos actores esta obra “de dos donde no cabe nadie más”.  Freire exige de este trabajo “un nivel intelectual y un compromiso emocional alto por parte del espectador” ya que se hace cómplice de una tortura. 

Una idea generalizada de la sociedad actual donde “nos acostumbramos a que aprieten las tuercas” para comprobar hasta donde somos capaces de flexionar, señala Freire. Así la gente se ha acostumbrado al pasatiempo, a lo anecdótico o a lo banal como mecanismo de autodefensa mientras “se deja meter las manos de otros en los bolsillos”.

Aparecen largos silencios y repetidas pausas que les permite a los actores interactuar con el público. “Al principio escuchamos risas, conversaciones o murmullos, pero a medida que avanza se produce un silencio absoluto; la gente no quiere que ocurra lo que sabe que va a ocurrir”.

Solá afirma que el público “queda un poco golpeado” por la fuerza del espectáculo y al final, cuando reconoce que es ficción, “aplaude la producción, la escenografía y los actores”. Aunque queda en el aire la reflexión sobre los ejercicios de poder que se ejercen a través de una interpretación ilustrada de la realidad y la afirmación o expresión de un individuo sobre otro.

Los actores sí aplaudieron la acogida de la prensa sevillana e hicieron mención a la difícil situación que vive el teatro actualmente. “La cultura se está despoblando. Se ha acostumbrado al espectador a unas entradas muy baratas y ya no se puede vivir para la profesión”.

También quisieron reservarse a contar la trama de la historia con la intención de no dañar expectativas. ‘El veneno del teatro’ es una obra “salvaje, fuerte y políticamente incorrecta”, que en su título ya recoge una declaración de principios por parte de su autor.

En un llamado de atención cordial al público sevillano Freire dio con la clave de la función y añadió: “Si usted quiere saber cuáles los mecanismos del poder, venga a ver la obra; que es una trampa”.

Estará, antes de finalizar su gira por España, en el Lope de Vega los días 9, 10, 11 y 12 de enero, a las 20,30 horas, excepto el domingo, que la función comienza a las 19,30 horas. Los precios de las entradas oscilan entre los cuatro y los 21 euros, y pueden adquirirse en taquillas y www.generaltickets.com.

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