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El nuevo espectáculo del bailaor sevillano Farruquito regresa a la esencia del flamenco en el Teatro Jesús Quintero donde su presentación se ha prorrogado una semana más.

Escena 1. CENTRO DE SEVILLA/CALLE FRENTE A LA CATEDRAL

Farruquito camina desprevenido por las calles de Sevilla en compañía de su equipo de trabajo. Preparan la agenda de ‘Improvisao’, su más reciente espectáculo que ya tuvo primera semana de éxito y han decidido prorrogarla una semana más en la ciudad.

No hay tiempo que perder. Hablan de la publicidad, de la distribución de entradas, de las promociones a hoteles, de la agenda de entrevistas, de la organización en general. La última presentación tuvo varios pasillos de aplausos, el artista quedó conmovido y quiere dar lo mejor en las cuatro que faltan, de jueves a domingo en el teatro Jesús Quintero.

Mientras transcurren por el centro de Sevilla, un par de señoras que caminan en contrasentido, al verlo, aminoran el paso, lo miran con detenimiento, susurran entre sí: “¿Será él?… Es muy parecido”. La más envalentonada frena al que viene y le espeta: “Muchacho, eres idéntico a Farruquito. Pero no puedes ser él, yo lo vi en vivo la semana pasada y Farruquito es más alto que tú. No te molestes, tú eres buen mozo, pero él es más guapo”.

Escena 2. ESCUELA DE BAILE ‘FLAMENCOS POR EL MUNDO’

En el interior del salón se escucha el zapateo acompasado de varias personas. A veces, más fuerte, suena un aplauso que cierra el coro de tacones y lo reanuda. Al abrir la puerta aparece un grupo de mujeres japonesas, austriacas, francesas, colombianas, italianas y españolas –por supuesto-, todo un mosaico de nacionalidades que asisten a las Master Class de Farruquito. Cada mediodía, desde cuando regresó a los escenarios, el maestro se sitúa frente a ellas, lleva el ritmo con las palmas y las observa con detenimiento a través de un gran espejo; ellas lo siguen, ellas aprenden a bailar flamenco y él les enseña aún en plena temporada de presentaciones.

Escena 3. LA MACARENA/BAR ‘LA TRAVIESA’

A la vuelta de la Escuela, en la barra de un bar de la esquina, Farruquito toma su habitual infusión de manzanilla. Es mediodía, pronto empezará su Master Class. Antes debe atender una entrevista telefónica para un periódico de tirada nacional y luego tendrá otra presencial, allí mismo en el bar, para una página web colombiana.

Suena su teléfono, es la llamada del periódico. Farruquito contesta, la charla se extiende sobre el flamenco, su origen gitano, la estirpe de su familia, la herencia de su abuelo el gran Farruco de quien aprendió todo lo que sabe y quien lo llevó a dar sus primeros pasos en los escenarios. “La esencia del flamenco es la verdad, una relación de la vida con el canto, la música, el baile. Cuando los hermanos, las madres y los abuelos gitanos nos vamos a dar una noticia, lo hacemos en flamenco”.

Le preguntan de todo, quieren que hable hasta de política, él esquiva con un taconeo de palabras: “Leo mucho, quisiera entender más de esas cosas, pero prefiero concentrarme en lo mío, así creo que puedo aportar un poco más”.

Sus respuestas se escuchan como las de alguien que ha atravesado el mundo, que ha vivido historias verdes y maduras. Sorprende que haya sido a tan joven edad. Farruquito bailó en Broadway a los cuatro años, ha sido portada de la revista People, catalogado por el New York Times en 2001 como el artista más importante que pisó ese año la gran manzana, su trayectoria pronto cumplirá tres décadas. Pero él prefiere que su vida sea cotidiana y muy íntima, que una cosa sean las luces del baile y otras las tenues de su privacidad. Sin embargo, también sabe que en la vitrina de la industria cultural esa forma de dividir la vida casi nunca es posible.

Ya se acostumbró a los rodeos del espectáculo. “El flamenco ha evolucionado tanto que los artistas de hoy no solo tenemos que saber de música, sino también de producción, escenografía, imagen, prensa, publicidad y a veces hasta de cómo manejar la fama. Pero es importante preservar la esencia”. Por eso luce tranquilo en la entrevista hasta cuando alguna pregunta del otro lado de la línea lo sobresalta. Entonces corta de tajo: “No hablaré de eso”. La pregunta se repite, él también repite: “No hablaré de eso”. Se despide frío, pero cordial.

No lo muestra, pero a uno de los máximos bailaores de flamenco de la actualidad le hierve la sangre, se le nota en cómo mira. “Mi vida ha dado un giro y ahora quiero dar lo mejor con mi trabajo. Es de eso de lo que quiero hablar. Que la gente vea en este nuevo espectáculo ‘Improvisao’ que estoy volviendo a poner en el escenario la naturaleza del flamenco, la esencia de la cultura gitana, sin artilugios, ni coreografías montadas”.

Farruquito gira el cuerpo sobre la barra, el periodista de la página web colombiana ya está en el bar y tiene la cámara de video lista para grabar. El joven maestro cree que el periodista escuchó algo de la entrevista anterior y espera resignado que también le pregunte por eso mismo de lo que no quiere hablar. Se equivoca: el periodista quiere hablar de flamenco.

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