seff cartel

Sorrentino y Lanzmann llegan para luchar por los premios

La ópera prima de Salomé Lamas conmocionó al público del Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF’2013), con una película sencilla pero desgarradora.

Los auténticos mercenarios no tienen cuello de toro ni músculos hasta en las cejas. Los verdaderos asesinos a sueldo no fuman puros ni tienen siempre cara de cabreo, como en la última de Stallone y los suyos. Los sicarios de verdad pueden llegar a ser más normales de lo que uno piensa. Así es Paulo de Figueiredo, un mercenario delgaducho, indigente, expresidiario de las cárceles más seguras de España y un tipo, en apariencia, amable.

La portuguesa Salomé Lamas ha decidido mostrar su historia en una película documental que irradia sencillez: una silla, un fondo negro y una pregunta tras otra. No hace falta mucho más, no cuando se está entrevistando a un auténtico mercenario. Paulo cuenta cómo hacía «trabajos» en Angola, contratado por el gobierno portugués. Cómo preparaba sus ataques, qué armas usaba y qué sensación le causaba la sangre que él mismo derramaba.

Sus palabras asustan, conmueven por su crudeza pero desgarran cuando van acompañadas de una insoportable normalidad. Paulo comenta cómo, trabajando para los GAL, entró en un restaurante vasco y mató a varios etarras. Y lo hace amablemente, incluso con una sonrisa, dejando escapar frases que ni el mercenario más malo de cualquier película sería capaz de decir.

La acción se reduce a ver a Paulo ante la cámara, contando batallitas sobre su pasado como asesino a sueldo, donde llegó a trabajar para la CIA. O eso al menos es lo que él dice, ya que su testimonio no ha podido corroborarse al completo. Ni siquiera hace falta; con ver a un mercenario preguntándose por qué tuvo que cumplir quince años de cárcel por matar a un etarra («los asesinos son ellos, no nosotros»), es más que suficiente.

Lamas inicia una cuenta numérica entre pregunta y pregunta, que ralentiza el relato de Paulo, haciéndolo a veces algo tedioso. Si bien, la frescura con que retrata a su protagonista, y el giro final que nos explica el narrador, convierten su película en una pequeña joya del cine portugués.

La directora lusa cuadra su narración en apenas veinte planos, con una excelente fotografía y un minimalismo muy acertado. Porque poco más es necesario cuanto estamos presenciando el testimonio de Paulo, un auténtico mercenario. Su película podrá verse el sábado en el Cine Avenida (19:45).

www.SevillaActualidad.com