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El escritor sevillano presentará su octavo libro, Donde crecen los otoños, este miércoles a las 20:00 en el Paraninfo de la Universidad de Sevilla.

Para Francisco Álvarez Charneco (El Ronquillo, Sevilla, 1961) el otoño “es el tiempo de los recuerdos, de sentarse a meditar qué ha sido de tu vida y qué puede ser de aquí en adelante”. Puede que entonces se acuerde de aquel Fran adolescente que empezó a convertir los versos en canciones, las que más tarde sonarían en las voces de artistas como Álex Ortiz y Los Cantores de Híspalis. O haga un repaso mental de las amistades que ha hecho a un lado y a otro del Atlántico, con quienes dice haber compartido la pasión por la literatura y la música que compone en Fábrica de Sueños.

Algunas de las canciones de su grupo musical de toda la vida también podrán escucharse en directo esta tarde en el Paraninfo de la Universidad de Sevilla, con motivo de la presentación de su octavo libro, Donde crecen los otoños. El acto será conducido por el Catedrático de Literatura Española, Manuel Ángel Vázquez Medel, quien además es el prologuista de la novela. La cita es a las 20:00, pero ahí va un adelanto.

¿De qué trata la novela?

“Este libro trata de una historia de amor brutal que el ‘pobre’ protagonista va descubriendo de forma paralela a otra historia, la que él tiene dentro”. Se refiere al personaje de Javier, un escritor de novela negra que verá cómo su vida da un giro sorprendente durante su retiro en la supuesta serenidad de un pueblo de la sierra de Sevilla, donde pretendía concluir su último libro. “No te puedo decir que Javier sea yo, pero sí que muchas características de Javier las tengo yo. Por ejemplo, él es un poquito paranoico”, confiesa entre risas. “Porque no deja de pensar en formas de ver la vida y actitudes”.

Aunque no especifica en qué lugar se desarrolla la historia, “en el libro hay personajes que se asemejan mucho a una realidad cercana, con nombres conocidos en la zona” que describe. Y los objetos tienen un papel destacado en la novela. “Son importantes porque los objetos van cimentando la personalidad de cada uno. Desde una simple caja donde guardábamos botones hasta los cromos de futbolistas de los años sesenta…”, explica.

A la moda del ‘booktrailer’

La novela, finalista del Premio Nacional de Literatura de Mérida, ha seguido el camino de otros trabajos que, desde los 17 años, el escritor ha presentado a “cientos de certámenes”. Ahora, con la publicación de Donde crecen los otoños da un paso más, pues esta vez puede adquirirse tanto en formato físico en las librerías como en digital o eBook. Además, como novedad, se suma a la moda del booktrailer, que ha hecho posible Bohodón Ediciones.

“Hasta ahora he tenido una gran suerte porque nunca me ha costado un euro publicar mis libros. Han sido las editoriales las que han confiado en mí, ya sea porque guste mi literatura o porque los primeros libros estaban diseñados para un determinado público”, dice. Sus otros siete libros podían encontrarse a la venta en librerías religiosas. Pero ahora el autor rompe con el trasfondo religioso latente en sus anteriores trabajos, aunque puntualiza que los personajes de esta nueva novela “están estigmatizados por la creencia o la no creencia”.

El relato está hilado con el estilo narrativo que caracteriza al autor: descripciones precisas y frases cortas. “Es un estilo directo, claro, que llega a la vista y al corazón como un disparo, una explosión. No me gusta usar la palabra, pero podría decirse que es un estilo preciosista, que golpea en los sentimientos e intenta sorprender siempre”.

Llegar a emocionar a alguien no es sólo una cuestión de estilo en sus obras, sino de vivir: “El ser humano vive en un mundo caótico, donde nos regimos por la política y la economía. Pero nos estamos olvidando de algo fundamental: la persona. Creo que es igual o más importante que lo otro. Y no podemos olvidarnos de los sentimientos. Que no se nos olvide que los seres humanos nacemos con ese impulso de afrontar la vida en colectivo, de estar los unos con los otros”.

Un escritor autodidacta

Fran Álvarez no se gana la vida escribiendo; trabaja como delegado comercial de una empresa farmacéutica. No es conocido por el gran público y además conoce bien el sabor amargo de no salir seleccionado cuando las novelas, poemas, cuentos creados no sorprenden lo suficiente al jurado. Por ello, cuando se le pregunta por qué le mueve al escritor a seguir en este oficio, a pesar de los continuos fracasos que pueda conllevar, el escritor de El Ronquillo responde sin dudar: “La satisfacción de que los demás puedan sentir lo que escribo, o incluso ayudar a personas con algo de lo que he creado. Me pasó con mi primera novela Ha pasado un ángel, que habla de superaciones y de amar a personas indefensas que necesitan de tu ayuda. Es una gran satisfacción que algunos lectores te confiesen que lo tienen como libro de cabecera”.

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