BALLET NACIONAL DE CUBA COPPELIA 1 N

El Teatro de la Maestranza se une al ciclo de la danza en Sevilla con la doble cita del Ballet Nacional de Cuba.

Cuarenta y cinco minutos antes de la función ya estaba el Teatro de la Maestranza colmado de gente que aguardaba a que diese comienzo la única y última representación de Coppélia, una de las más representativas coreografías de la danza clásica que lleva cuarenta y tres años rodando por los escenarios desde su estreno en 1870 en la Ópera de París.

El Maestranza trajo para este mes dedicado a la danza, y con motivo del 70 aniversario de la representación de Alicia Alonso en la Giselle en Nueva York, dos grandes e intemporales piezas de esta compañía cubana fundada en 1948 por la propia Alicia.

Una gala internacional que acogía el pasado sábado 2 de noviembre la Giselle y recibía a Alicia Alonso en un homenaje por su larga trayectoria y reconocimiento profesional a una vida de 92 años dedicada a la creación y desarrollo de la danza.

Alicia comenzó su formación desde muy joven en la escuela de American Ballet Theater, compartió escenario con la bailarina rusa Vera Vólkova e hizo varias apariciones como solista, pero no fue hasta que bailó por primera vez la Giselle en el Metropolitan Opera House cuando se lanzó al éxito internacional y se convirtió en un mito de la danza vigente en el tiempo.

La noche de ayer, 5 de noviembre, el teatro repetía con otra coreografía dirigida y reinventada también por Alicia. Una pieza dividida en tres actos de unos treinta minutos cada una que recrean un universo entre la soledad del viejo Coppélius y su extraña relación con los muñecos; y la fantasía de una historia de amor entre una pareja que concluye con su casamiento.

Un espectáculo que se sirve de fabulosos elementos de decorado, una enigmática puesta en escena minuciosa en los detalles y unos personajes que cuentan a través del virtuoso movimiento de sus cuerpos.

Coppélia es una de las obras más famosas del tradicional repertorio de ballet. Fue adaptada por la coreógrafa y bailarina a partir de una partitura del compositor francés Léo Delibes y de la coreografía original de Arthur Saint-Leon y Marius Petipa. La compañía acoge en su repertorio también El lago de los Cisnes, La Bella Durmiente del Bosque, La Fille Mal Gardèe, entre otras.

La directora estuvo presente en el final de cada función para recibir los aplausos del público y sin perder su ni estilo ni elegancia que tanto la caracterizaron dentro y fuera de los escenarios, hizo una reverencia ayudada por los protagonistas Viengsay Valdés (Swanilda) y Víctor Estévez (Franz) agradeciéndole al público el fervor con el que recibieron a la compañía.

La larga cola para salir, los escasos sitios vacíos que quedaron el teatro y los aplausos en cada escena auguran no solo una buena crítica, a la que están ya acostumbrado por su excelente despliegue en escena, sino una justificación más de lo necesaria que es la cultura en momentos de crisis.

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