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El grupo de teatro universitario ABCM Teatro ha estrenado este fin de semana su primera producción, una adaptación del texto de Sarah Kane, elaborada junto a la asociación La Cámara Oscura.

Cuando la Sala El Cachorro (Calle Procurador) se queda, no pequeña, sino diminuta para una representación, es que algo bueno va a ocurrir. Bueno como sinónimo de calidad, porque las sensaciones que deja la coproducción de ABCM Teatro y La Cámara Oscura, son angustiosas, desgarradoras a ratos.

Ambas entidades, compuestas por universitarios formados en la Facultad de Comunicación de Sevilla, han estrenado este fin de semana una adaptación de ‘Ansia’, de la británica Sarah Kane. Un texto difícil, críptico, que gana entidad cuando es llevado a escena de modo tan apasionado como lo hacen estos jóvenes actores.

Cuatro personas que apenas se mueven, que hablan y hablan sin alguna coherencia aparente. Poco a poco el texto va cogiendo ritmo e intensidad. Todos hablan y reflexionan sin un orden establecido, como funciona la mente humana, caótica, llena de contradicciones, con palabras más profundas de las que se suelen expresar.

‘Ansia’ convierte al espectador en una suerte de psicólogo, que ha de tratar de adivinar qué le ocurre a cada individuo (llamados A, B, C y M). Traumas del pasado, problemas de adicción, insatisfacción sexual, dolor, soledad al fin y al cabo. Sarah Kane se suicidó a los 28 años, quizás ante la falta de amor en el mundo en que vivimos. Y esta carencia afectiva es la que reflejan ‘Ansia’ y sus intérpretes: fríos, tensos, degradados. Paladean las duras palabras de la dramaturga bajo un hilo musical solemne.

El juego escénico ideado por las directoras noveles Clara Morales y Ruth Rubio es leve, pero ayuda a clarificar un texto confuso, que se va consumiendo cada vez más rápido, sin llegar a superar la hora de duración. Sólo la iluminación queda algo pobre, pero será cuestión de fácil arreglo cuando cuenten con medios técnicos más abundantes.

‘Ansia’ es sólo la primera adaptación de este joven grupo de teatro, formado hace apenas año y medio. Una obra impactante, donde la trasmisión de emociones mediante las palabras es más importante que el argumento.

Aunque la obra no tenga pretensión de llegar al gran público y sin menospreciar la labor de la Sala El Cachorro, lo cierto es que deben aspirar a enclaves más espaciosos y mejor acondicionados, acordes a su calidad teatral.

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