Sorprendentes descubrimientos en las excavaciones arqueológicas del Real Alcázar.

Localizada en las excavaciones del Patio de Banderas la más antigua huella de la ocupación humana de Sevilla. Un fondo de cabaña con restos de una posible cocina utilizada a finales de la Edad de Bronce. Es la primera evidencia del origen de la ciudad de Sevilla.

Sevilla Actualidad Las excavaciones arqueológicas comenzadas anteriormente por Manuel Bendala Galán y Miguel Ángel Tabales, e impulsadas por el Patronato del Real Alcázar en el Patio de Banderas, han dado como resultado la identificación del resto más antiguo de ocupación humana en la ciudad de Sevilla.
 
Se trata de un fondo de cabaña con restos de lo que podría ser una cocina utilizada durante la primera mitad del siglo VIII antes de Cristo, es decir, en el período correspondiente a la finalización de la Edad de Bronce.

Según se explica en el informe sobre la investigación arqueológica en cuestión, el hallazgo que se encontraba a cinco metros de profundidad, podría pertenecer a un fondo de cocina excavado en el terreno natural, con varios niveles de uso correspondientes a la primera mitad del VIII a.C. Por lo que se trataría por tanto de la primera evidencia del origen de la ciudad, lo que iría más allá  de las acumulaciones de cerámicas y depósitos detectados en el alcázar, así como en otros puntos del centro urbano.

El alcaide de los Reales Alcázares, Antonio Rodríguez Galindo, junto al conservador del monumento palaciego, Antonio Balón, y el arqueólogo director del conjunto, Miguel Ángel Tabales, comparecieron en el día de ayer ante los medios de comunicación para dar cuenta de las excavaciones arqueológicas, que se iniciaron el  pasado 16 de febrero a través de un primer sondeo en el sector septentrional del área de albero del Patio de Banderas. Esta zona, que ya fue rastreada en  1976 el arqueólogo Manuel Bendala Galán, fue escenario del descubrimiento de unos restos arquitectónicos de época medieval correspondientes a una basílica paleocristiana.

Edificio Alto Imperial

Mientras milenarias huellas de ocupación humana han sido localizadas a cinco metros de profundidad, este equipo de arqueólogos ha localizado muros correspondientes a un antiguo edificio de la Hispalis romana. Se trataría por tanto de un edificio «de gran potencia» dada la envergadura de sus sillares y cuya edificación se llevó a cabo mediante alzados con la técnica púnica del  ‘Opus Africanus’.

Esta técnica, se caracteriza por la disposición en paralelo de al menos tres naves compartimentadas y un pasillo con diferentes niveles de pavimento, algunos de los cuales se situarían a un nivel muy bajo, lo que puede hacer pensar en la existencia de algún sótano parcial.

Este edificio, según Miguel Ángel Tabales, podría haber estado relacionado con el puerto fluvial de la antigua Hispalis, siendo reestructurado en el siglo I después de Cristo o quizá en la centuria siguiente a base de muros de ladrillos elevados a partir de una parte de la construcción original.

En el IV d.C; el citado edificio fue demolido para levantar en su lugar, un nuevo complejo cuyos restos han sido rescatado a través de estas nuevas excavaciones y que, según Tabales, podría estar relacionado con el baptisterio paleocristiano descubierto a comienzo de los años 70 por el arqueólogo Manuel Bendala Galán.

Tal edificio, sin embargo, habría sido destruido en el 426, durante el saqueo de la ciudad a manos de los vándalos. En esta época se situaría un ‘pequeño tesoro’  de 30 monedas y un crismón atribuido al obispo Marciano, prelado de Sevilla en aquella época según indicó Antonio Rodríguez Galindo.
Posteriormente, sobre las ruinas de este edificio se construyó un nuevo complejo, quizá visigótico. Destacar de esta remodelación, el hecho que de  es encuentra flanqueado por contrafuertes en el exterior y con un estribo aislado al interior, que sin duda reflejan el desarrollo de algún tipo de abovedamientos y compartimento toral, que incluso podría corresponder a la iglesia de San Vicente, uno de los primeros templos paleocristianos de Sevilla según las fuentes documentales.

Dado el caso, Rodríguez Galindo, Balón y Tabales hicieron hincapié a la finalización de las excavaciones, fijada para el mes de septiembre, con el objetivo de decidir si prolongar los trabajos de investigación, ya que el resultado de la campaña es «de suma importancia» al haber localizado «la probable génesis de la ciudad» en este patio cuya actual configuración corresponde a la reurbanización de 1929.

Sobre la posibilidad de proteger los restos a través de una cripta arqueológica con capacidad para recibir visitas, al que incluso contempla el avance del Plan Especial de Protección para el monumento y sus aledaños, Rodríguez Galindo reconoció que es algo que «va tomando cuerpo» a tenor de los descubrimientos de estas excavaciones, aunque insistió en que cualquier intervención llevará implícita la conservación «intacta» de la fisonomía de la plaza.

Además, el propio Miguel Ángel Tabales, se mostró en pro a la instalación de una cripta, que inicialmente albergaría visitas reservadas, dada la angostura del enclave, ya que los restos rescatados «merecen la pena».

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