Hoy se celebra en todo el mundo el Día Internacional del Claqué o Tap Dance. Un baile que rinde homenaje constante al ritmo en movimiento con las chapas de acero como instrumento de percusión. Un sonido que, pese a haber sido ensordecido por el Covid19, no deja de latir anhelando un reencuentro más pronto que tarde.

Shuffle, Pullback, Step, Flap…Todos y cada uno de los pasos del Claqué tienen su sonido propio. Un golpe, pausado o sostenido, que en estos tiempos de pandemia han dejado de oírse en calles y escuelas de Sevilla, aunque no de sentirse ni de practicarse sustituyendo, de forma temporal, las clases presenciales por directos en redes sociales y ensayos en diferido para que se siga difundiendo por todos los circuitos académicos y artísticos posibles.

Hoy, los aficionados a esta danza, celebran el Día Internacional del Claqué, desde sus dispositivos móviles, con los recursos que les otorga la tecnología, festejando el nacimiento en 1878 de Bill Bojangles Robinson, considerado padre del Claqué y creador de muchos pasos y coreografías quetodavía hoy son practicadas y llevadas a los escenarios de todo el mundo.

Pie de vídeo: Una de las escenas cinematográficas más famosas de Bill Robinson con Shirley Temple

Aterrizaje en Sevilla

Esta percusión con los pies siempre ha estado en el anhelo y corazones de muchos sevillanos, pero fue en 2012 cuando la bailarina y coreógrafa Gabriela Estrada corroboró en la escuela El Callejón de las Artes que no se trataba de un deseo pasajero.

Tras diferentes intentos, Pedro Silva, director de la escuela DaMTe en Mairena del Aljarafe y Samuel Rigal, responsable de Sevilla Swing Dance en el centro de la ciudad, se puede afirmar que el Claqué ya es una modalidad de baile asentada por estas latitudes.

Tanto es así, que ahora mismo, uno de los encuentros más importantes de esta diciplina en España es el Suntap Festival, el Festival Internacional de Claqué de Andalucía organizado en Sevilla por la escuela DaMTe. Una cita que reúne a bailarines y profesores de reconocimiento mundial como Sarah Reich, Guillem Alonso, Acia Gray o Sharon Lavi, con clases y espectáculos cuya 5ª edición, el pasado mes de marzo, quedó en stand by por la crisis del Coronavirus.

Explosión, ritmo, alegría…y un poquito de historia

El Claqué o Tap Dance es la mezcla artística que se produjo en EEUU a principios del siglo XX. Lugar donde se entrecruzaron la búsqueda de expresión de un pueblo esclavizado afroamericano con la esperanza del mundo prometido de las danzas irlandesas.

De esta fusión, se hicieron eco los musicales hasta la década de los 50. Tras la práctica desaparición de esta manifestación artística, en los años 70 el Tap resurge de sus cenizas y es en los años 80 y 90 cuando éste recupera su sitio reinventándose, época en la que está ambientado el actual musical de Billy Elliot.

Pedro Silva opina que el cliché de relacionar el Claqué con los musicales ayuda mucho a su difusión, a pesar de lo cual, a veces, esta tendencia crea equivocaciones y falta de rigor histórico, cultural y social en las nuevas generaciones. En cualquier caso, musicales, ritmo y movimiento son los tres elementos que atraen más para practicar Tap Dance.

Samuel Rigal hace hincapié en que el mayor reto del Claqué en Sevilla es darse a conocer “los artistas y profesores debemos salir más a la calle, a espacios de conciertos y espectáculos”. Al no tratarse por lo general de un baile en pareja, Samuel Rigal considera que podría ser el momento para que la gente se anime a probar.

El gran deseo de Pedro Silva para este Día Internacional del Tap Dance es “que más pronto que tarde, veamos la vuelta a los espacios tal y como estábamos antes. El Claqué, como otras disciplinas artísticas, necesita del contacto y energía humana para ser disfrutadas, compartidas y sentidas de verdad” porque “volverán las danzas y los abrazos”, concluye Samuel Rigal.

Una terapia en cuerpo y alma

Isabel y Julia, madre e hija, son alumnas de DaMTe y, a pesar de que solo lleven unos meses aprendiendo con Pedro Silva, las sensaciones que experimentan son muy divertidas, si bien hay veces en que hay que insistir en algún movimiento que se resista.

A Julia el Tap le provoca una sensación similar a la de imaginar que formas parte de un elenco de un musical, “es una manera de cumplir un poquito ese sueño, por lo que me da mucha felicidad”. Isabel, por su parte, su “momento claquetero” lo vincula a instantes alegres, “no como otros bailes que pueden expresar otro tipo de emociones”.

Lucas y Olivia (de 10 y 9 años respectivamente), pertenecen al grupo de niños de DaMTe y los conceptos que les vienen a la cabeza con sus zapatos son los de alegría y diversión. Sentimientos que, en el caso de Lucas, se suman a una gran admiración por estrellas como Daniel Borak, ganador de 11 medallas de oro en muchas categorías diferentes en los campeonatos mundiales de Claqué en Riesa, Alemania.

“Para mí la sensación que me provoca el Claqué es la de libertad. Dentro de los cánones del ritmo puedo moverme como quiera, puedo combinar pasos y salirme del guión. Yo construyo mi baile”, indica Loreto, alumna de nivel intermedio en DaMTe y en Sevilla Swing Dance.

Un instrumento más

Gene Kelly, Savion Glover, Fred Astaire, Eleanor Powell o Rita Hayworth son algunas de las figuras de esta danza que acercaron a la actual comunidad claquetera a las chapas de acero. Pero ese es solo el primer paso, porque el gran descubrimiento se produce cuando uno se convierte en su propio instrumento de percusión.

Así lo confiesa Loreto: “el bailarín pasa a formar parte del grupo de músicos. Lo que haces repercute en el grupo entero, como cualquier instrumento más, por lo que los errores también afectan al resto…”.

Sea como fuere, profesores y alumnos coinciden al afirmar con certeza que es un baile que no entiende de edad, ni de estilos. No exento de cierta dificultad técnica, el nivel de exigencia puede disuadir a priori. Sin embargo, con constancia y ganas, cada logro es un éxito.

Plumilla por vocación, he trabajado en radio, televisión y prensa on line. Profundamente europeísta y convencida de que el Periodismo es el motor de cambio de la sociedad y hay que salvaguardarlo. Para...