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El Lope de Vega ofrece desde esta tarde y hasta el domingo, la nueva producción de la actriz catalana. A partir de un poema homónimo de Shakespeare, Nuria interpreta todos los personajes en una obra que califica de «dura, y tremendamente bella a su vez».

Nuria es una mujer menuda, marcada por el paso del tiempo. Su voz es débil, muy contrapuesta a la que irradia en escena. Sin embargo, internamente, la actriz catalana es toda una muchacha, un ciclón dramático. Esta noche arranca su periplo en el Lope de Vega: hará todos los papeles representando el poema La Violación de Lucrecia, de Shakespeare.

«Es un poema a la juventud, que él dedica a uno de sus mecenas. Me impactó de joven y, cuando lo releí al cabo de los años, pensé que de ese poema podía salir una obra de teatro», comenta la veterana y mil veces premiada Nuria Espert.

Con la dirección de Miguel del Arco, un joven director en ciernes al que el productor de la obra, Joaquín Soane, contrató «nada más ver un par de sus obras, y tras una breve reunión con Nuria», La Violación de Lucrecia es todo un reto para la actriz.

«No es un recital ni un monólogo. Es una obra de teatro. Un narrador cuenta un cuento y van apareciendo los personajes: el violador, Lucrecia, el esposo… Todo los hago yo», comenta. El paso de un personaje a otro se vislumbra, simplemente, mediante una respiración. «Es algo inexplicable, pero ahí está el mérito, que el espectador lo perciba sin necesidad de hacer nada más».

Antes de llegar a Sevilla, el espectáculo se ha representado más de 130 veces por toda España. Pero eso no es obstáculo para que la explicación de Nuria esté cargada de amor hacia su obra: «Es un poema tan hermoso y trepidante, tan duro y bello a la vez, que no entiendo cómo nadie lo ha llevado antes al teatro».

Serán cuatro las representaciones de La Violación de Lucrecia que acogerá el Lope de Vega. «Todos mis éxitos han pasado por Sevilla, y este teatro es perfecto para esta obra. Tendré a la gente muy cerca y eso es esencial», explica la actriz.

Aunque se prevé que la obra esté marcada por una sublime interpretación de Nuria Espert, ella prefiere ser humilde y reconocer que «el mérito es del texto. Y más que del texto, de la traducción de José Luis Rivas Vélez, sin la cual sería imposible transmitir todo el mensaje que lanza el poema».

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