El actor pasó por la Fcom de Sevilla/Ángela Fernández en Flickr

Antonio Dechent realizó una parada en la Facultad de Comunicación de la US para contar sus secretos como actor, padre, ciudadano y, en su tiempo libre, trianero curtido.

Antonio Dechent ha participado no sólo en producciones cinematográficas de la mano de Benito Zambrano, Vicente Aranda o Chus Gutiérrez entre otros, sino que también ha actuado en diversas series televisivas y realizado intrusiones en el mundo del teatro, donde confiesa sentirse más cómodo.

Entre grabadoras, flases y miradas jóvenes deseosas de extraer todo cuanto fuese posible, Dechant contestaba a nuestras preguntas buscando al portavoz entre la multitud. De cómico a serio en cuestión de segundos, Antonio rendía tributo a su profesión y nos hablaba del habitual papel de “malo” al que la industria lo había encaminado desde sus inicios. “Ahora que soy un galán me llaman para personajes más tiernos”.

“Los actores somos payasos, cómicos, hacemos lo que nos dicen y muy pocos consiguen llevar la trayectoria que quieren”. Sin embargo, Dechent nos habla de un teatro de compromiso social, vinculado a la actualidad, un teatro que mueva “corazón, cerebro y cartera”. Las obras que actualmente funcionan y están representadas en grandes escenarios son comerciales, “nadie quiere meterse en apuros políticos”, dice Antonio, quien además propone una formación académica de la dramaturgia en los institutos que consiga “ponernos en la piel de otro”.

Antonio Dechent exalta la ausencia de salas con cine alternativo donde disfrutar de un cine más europeo, o ruso, o japonés. Una cartelera fuera de la invasión americana. Y considera que las adaptaciones de series españolas a este modelo (que tan de moda está) no son más que ingenierías económicas de “cadenas que intentan triunfar”.

“La televisión es un negocio”, comenta Dechent, y apoya el impulso de cadenas como la HBO en EE.UU, donde se impulsan proyectos minoritarios que despiertan el “intelecto del público”. En estos momentos, dice, la televisión goza de mayor salud económica a diferencia del cine, pero considera que el “talento y energía del cine español está en sus cotas más altas”. Ahora, “los autores y directores españoles se atreven con todos los géneros, hay tantas miradas, tan diversas y de tan alto nivel que si algo tiene salud es el talento del cine español”.

Como actor andaluz, sevillano y amante de Triana le preguntamos por el tópico de habla andaluza dentro del cine y menciona dos sucesos que han contribuido a un cambio en la mirada de los profesionales sureños. Por un lado, nos habla de un “cine más realista” donde confluyen acentos de todo tipo, un habla de la calle y considera que los “doblajes han hecho mucho daño”. Por otro, atribuye el cambio a la unión entre la “industria del teatro y la escuela donde el actor andaluz tiene mucho que decir”.

El actor nos confiesa que la dificultad de encontrar al personaje está en los sentimientos, en las formas de comportarse. “Llevo el personaje a mi terreno pero siempre a nivel de comprensión”. Aclara que una cosa es eso y otra no adecuar el papel a la época en la que se desenvuelve o al contexto concreto en el que se sitúa.

Su allanamiento en el terreno teatral, televisivo y sobre todo cinematográfico, con papeles más o menos relevantes,  hace de él un personaje casi evidente en el cine español. Antonio se siente afortunado de “poder vivir de su profesión” y señala que cada día de rodaje, cada actuación o encuentro “siempre es diferente” y de todos sus papeles ha “aprendido algo”.

Su carácter firme, su porte fuerte y su declive a actuar en momentos insospechados queda recogida tras una larga pero fértil velada. Antonio Dechent “no se hunde en una mala crítica” ni tampoco es de los que se lleva “el personaje a casa”. Predilecto del teatro, exigente del buen trabajo y unido entusiasta a su carrera, confiesa que le gustaría acabar “sobre las tablas de un teatro”.

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