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Lo que comenzó con una visita nocturna concluyó entre gratos y merecidos aplausos.

El IV Coloquio Internacional ‘Leer en el siglo XXI: Universidades y lecturas en la sociedad del conocimiento’ clausuró anoche, en el  Paraninfo de la Universidad de Sevilla, el gran encuentro entre la lectura y la Universidad organizado por la Red de Universidades Lectoras y la Universidad de Sevilla.

Este compromiso, que ya reúne a 37 universidades, se extiende no sólo por la geografía europea, sino también por Latinoamérica, con la finalidad de potenciar y estimular la lectura tanto dentro como fuera del aula.

En esta ocasión, este IV plenario ha acogido a más de una veintena de docentes vinculados al proyecto que han puesto sobre la mesa no sólo la metodología seguida, sino todo su entusiasmo en el buen funcionamiento y desarrollo de una lectura efectiva y compartida. Además, pudo contar con la magistral interpretación de Román Gubern, Amacio Padra, Carmen Caffarel, José Antonio Marina y Rogelio Blanco.

«La lectura es una escuela de vida y humanidad», dice Eloy Martos, coordinador General de la RUL, al abrir el coloquio. La lectura ha tomado en estas jornadas un punto de vista educacional, pero también emocional. Ha dejado claro que se encuentra inmersa en todos los ámbitos de la vida, ya sea desde un documento científico a una melodía como la que nos transmitió la pasada noche del lunes el compositor y escritor Amancio Prada.

Los constantes avances tecnológicos y nuevas formas industriales de concebir la cultura en el medio plantean una regeneración de los sistemas educacionales sujetos al mercado. Es por ello que los transmisores del conocimiento a menudo se planteen qué metodología usar. «El libro códice se basa en el fetichismo del objeto diferenciado. El libro digital en un servicio», dice Román Gubern, escritor e historiador de los medios de masas y Catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona. Y es que, a pesar de las discrepancias entre las viejas y nuevas formas de concebir la lectura, ésta debe estar siempre presente como una necesidad integrada en nuestra cultura.

«Leer o no leer es la cuestión», plantea Rogelio Blanco, director general del Libro. Hace falta leer para concebir e interpretar el mundo, para poseer un mayor conocimiento y destreza lingüística. La adquisición de una lengua nos permite comunicarnos en un lenguaje a través de palabras que nos aleja de nuestra condición primitiva, pero la palabra es «efímera», – comenta el filósofo, ensayista y pedagogo José Antonio Marina-, necesita permanecer inmutable en el tiempo. «La transmisión es el lenguaje y su correlato la lectura».

La lectura es un pasaje de ensimismamiento que a menudo permite «encontrarse consigo mismo», dice Carmen Caffarel, directora del Instituto Cervantes, quien también señaló entusiasmada la importancia de la lengua española y se mostró positiva hacia la incorporación de nuevos formatos que, asegura, acabarán eclipsando al libro tradicional.

Cuando un lector abre las páginas de un nuevo libro, inicia un viaje hacia una infinidad de mundos, de sensaciones. La palabra nos permite sentir y conservar a través de la imaginación recuerdos que construimos y que asociamos a experiencias ya vividas o que quedan en un mundo nuestro, íntimo, dentro de nuestro propio «orden – caos». Pascuala Morote, Catedrática de la Universidad de Valencia, nos transmite su devoción por las letras y asegura que «la lectura es la locura más inteligente del individuo, es la capacidad de desbordar en un papel aquello que no nos atrevemos a contar a los otros».

Así, Amancio Padra hizo uso de esa lectura acunando la palabra y la música, llegando a lo más profundo de nuestros corazones con versos convertidos en canciones que anegaron el patio de la Universidad de Sevilla, y que convirtieron una cálida noche de octubre en una mágica velada. «La poesía aumenta nuestra realidad», incide Antonio Marina.

Sin embargo, a pesar de los datos ofrecidos por el Catedrático y psicólogo Santiago Yubero, «uno de cada dos alumnos leen en la universidad», Rogelio Blanco aseguró que «nunca se ha leído tanto como ahora». Manuel Ángel Vázquez Medel, escritor y coordinador del coloquio asegura «la práctica de la lectura como una necesidad para humanizarnos. No estamos ante una crisis únicamente económica, sino social, política y cultural que solo con el pensamiento, con el cambio de mentalidad, podemos solventar» y eso se consigue a través del saber. «El saber y el poder van unidos», asegura Rogelio Blanco. Debemos alimentar nuestro conocimiento, dejar de ver la «cultura como un gasto y sí como una inversión», afirma Carmen Caffarel.

La lectura está al alcance de nuestras manos. Sólo se trata de «hacer visible lo invisible» y «tener esperanzas». En el proceso de avance hacia una sociedad más justa, más libre y solidaria, más crítica y creativa, la «lectoescritura» ocupa un lugar central en la construcción de una sociedad del conocimiento más amplia, más equilibrada, más formada y por supuesto, más nuestra.

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