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Con una larga trayectoria musical, la figura mítica del ‘Rockero Silvio’ sigue viva en la ciudad de Sevilla y, para homenajearle, se celebra un concierto con íntimos colaboradores suyos. 

Sevilla es una ciudad que vive de los mitos. Y Silvio se ha convertido, por meritos propios, en una estampa más de la capital andaluza. Silvio Fernández Melgarejo nació en el sevillano pueblo de La Roda de Andalucía el 8 de agosto del año 1944. Nacido fuera del matrimonio, su padre era Antonio de los Santos, redactor jefe del ABC de Sevilla; y su madre Eva Fernández, de Los Palacios y con antepasados de etnia gitana. Quizás esa sangre caló que recibió de su madre hizo meterse en el mundillo de los sonidos flamencos en especial y en la música en general. Empezó tocando la batería en grupos humildes típicos de ferias y verbenas de pueblo, en un símil de los tambores que retruenan cada año en Sevilla durante la Semana Santa.

Posteriormente empezó a colaborar con ‘SMASH’, los  considerados como pioneros del género musical conocido como ‘Rock Andaluz’; junto a  otras figuras legendarias de la música en Andalucía como Julio Matito y Manuel Molina.Con el grupo de rock progresivo  actuará en varios conciertos, donde ya dejó por sentado el que sería su estilo: la improvisación. Silvio era todo un ‘showman’ encima de un escenario y con un micrófono cerca. Se decía de él que nada más verle, ya tenía el compás. Todo esto ocurre a principios de los años 70, momento en el que el rock andaluz es considerado el género con más proyección de todo el panorama musical español.

Su gusto musical recae en versionar temas clásicos del rock and roll americano de los años 50 y 60. También influye en su personalidad buscando una mezcla entre las personalidades de Elvis Presley y James Dean. De este último tomaría la célebre e irónica cita: “Vive deprisa, muere joven y dejarás un bonito cadáver”. Esa mezcla de seres y pareceros forjaron en él un carácter de antihéroe tocado por la gracia divina y de viejo romántico.

Puede ser que debido a esas dotes de conquistador conociera a Carolyn Williams, con quién se casaría a principios de los años 70. Carolyn era miembro de una familia aristócrata inglesa, cercanos a la familia real.  ersonalidades con mucho dinero que hicieron a Silvio abandonar el mundo de la música viendo seguro su presente y su futuro junto a su mujer y, más adelante, con su hijo Sam; en Marbella. Pero ese matrimonio duraría solamente un par de años, cayendo en desgracia por culpa de las continuas escapadas y despilfarros económicos de Silvio, que el protocolo y la sobriedad inglesa no hicieron cambiar.

Divorciado y vetado por la familia Williams, vuelve a sus orígenes, a la ciudad de Sevilla. Tras vagabundear entre estudios de grabación y locales de ensayo, su gran amigo Pive Amador le da la oportunidad de volver al panorama musical con el grupo ‘Luzbel’, formado por otros grandes músicos sevillanos como Manolo Luzbel, el recientemente fallecido Tabletom  y Andrés Herrera ‘el pájaro’.

Silvio tuvo otro gran amor en la vida que fue su devoción por la Semana Santa sevillana, amor gestado desde muy pequeño y que nunca abandonó por nada en el mundo. Ese gusto por la Pasión se verá reflejado en su estilo musical, ahora que con ‘Silvio y Luzbel’, abandona la batería y lleva la voz cantante. Silvio es ya, oficialmente el líder de una banda musical, el auténtico protagonista.

En su primer disco ‘Al este del edén’ deja claro cuál será su estilo musical a partir de ahora: versiones de temas de rock clásicos con aires mediterráneos como el flamenco, la copla, la música melódica italiana y por supuesto, la música característica de la Semana Santa. Un estilo muy personal complementado con su presencia e imagen durante los conciertos: chaqueta, corbata, cigarro eterno en boca y copa en mano. Y una improvisación casi milagrosa, inesperada y que buscaba matar al aburrimiento y al hastío.

Tras la desaparición de ‘Luzbel’, Pive Amador vuelve a buscarle sitio, y se lo encuentra con otra gran figura legendaria del panorama musical sevillano. Junto a Miguel Ángel Iglesias y otros músicos, fundan ‘Barra Libre‘, grupo con el que sería conocido ya en toda España; y que, ya que se trata del año 1984, se moverán en el mercado más actual y puntero: la llamada movida madrileña.

El paso de Silvio por la edad de oro de la música española no es desapercibido. No era joven para la movida, sus letras y personalidad no eran transgresoras, no rompía moldes, no innovaba, etc.; pero sin embargo, se fundió con la noche madrileña como uno más. Incluso llegando a participar en un cortometraje del fotógrafo Alberto García-Alix, ‘No hables más de mí’, donde interpretaba a Johnny Kid, roquero mítico de los años 60 muerto joven en un accidente de coche.

En ese mismo año, Silvio Fernández prefiere volver a Sevilla antes que seguir en Madrid y el público de la ciudad lo vuelve a recibir con los brazos abiertos como un héroe, como una leyenda en vida. Con su nuevo grupo ‘Silvio y Sacramento’ y su disco ‘Fantasía Occidental’, para muchos la obra maestra de la carrera discográfica del rockero, llega a la gloria con canciones como ‘Rezaré‘, una versión de ‘Stand by me’ de Ben. E. King dedicada a las figuras marianas de Sevilla; o ‘Betis’, dedicada al eterno rival futbolístico del Sevilla F.C, del cuál Silvio era forofo.

Pero hubo un aspecto negativo en la vida de Silvio, y era su amor por el alcohol. Amor de juventud que le acompañó hasta la tumba, al igual que la Semana Santa y Sevilla. La borrachera era su estado más común, antes, durante y después de los conciertos y ensayos musicales. Llegando incluso a enfermar por beber alcohol destinado a limpiar magnetófonos de grabación, la salud del rockero empieza a deteriorarse poco a poco. Pero este aspecto, para lo bueno y para lo malo, formaba parte del contexto que envolvía a Silvio y a su figura, ya que incluso llegaba a excalamar frases como «por amor fui capaz de beberme un tinto en vez de un gin-tonic».

Tras recibir el 29 de enero del año 1993 la medalla al mérito rockero, cenit de su carrera musical, empieza el declive de su carrera vital.

 

Depresiones, hipnóticos para no beber, con el cuerpo destrozado por los continuos abusos, un último intento de sacar a la vente un disco con un nuevo grupo ‘Los Diplomáticos’ teniendo que actuar sentado y un par de entrevistas televisivas donde vemos el cuerpo machacado pero con la mente y la gracia intacta, Silvio Fernández Melgarejo se despide del mundo en el hospital Virgen del Rocío el día 1 de octubre del año 2001 por culpa de una parada cardiorrespiratoria.

Hoy de eso hace hoy 10 años. Para homenajearle, un grupo de antiguos colaboradores e amigos íntimos suyos como Pepe Begines, José Mateo o Pepe el Saxo se reunen esta noche en la Sala Malandar para celebrar un concierto en su memoria. Aquellos mismos que han llegado a declarar «Silvio nos podía haber hecho ricos a todos. Sin embargo Silvio….era Silvio».

El Rockero no sólo deja una calle con su nombre en Triana, un grupo de aficionados sevillistas que llevan su nombre en sus pancartas y un hijo, Sam Fernández, músico como su padre; sino que aporta otro nuevo mito a Sevilla, un mito que se puede llevar en el corazón de los padres que les ponen un vinilo de Silvio a sus hijos, o en una camiseta con su efigie por la calle Feria. La efigie de un genio irrepetible.

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