Álvaro Romero publica su primer poemario/ F.A

El escritor palaciego Álvaro Romero Bernal acaba de publicar su primer poemario, Tantos amos, y yo amando (Ediciones Alfar). Después de nadar entre reportajes, ensayos y novelas, se sumerge en la poesía para dar rienda suelta al verso amoroso, pero también crítico y social. Cuando apenas faltan dos horas para presentarlo ante el respetable en la Feria del Libro de Los Palacios y Villafranca, recibe a Sevilla Actualidad en su casa para hablar del verso, del amor y de los amos de mundo. Con la parsimonia de quien se sabe maestro en esta lides -es el segundo libro que presenta este año, tras la novela El resplandor de las mariposascomienza la conversación. 

¿Es el amor es un arma contra los amos de esta sociedad?

Debe serlo, pero solo a veces lo es. Sobre todo, porque esta sociedad se deja influir cotidianamente mucho más por los amos que surgen por todas partes que por el amor. Los amos se notan más. El amor se disimula, parece algo íntimo, como si no debiera salir del ámbito privado. Si cada ciudadano, personal pero también socialmente, se dejara construir su propia existencia mucho más por la magia del amor cercano que por las lógicas de los amos que lo circundan, tendríamos otro mundo. No me estoy inventando ninguna teoría utópica, me refiero a la desgracia de que mucha gente se resigna a que el amor tenga más que ver con los sueños y las fantasías privadas que con la vida real.

¿En qué parnaso has encontrado las musas para escribir este poemario?

Ya no existen los parnasos, ni los dioses ni las musas. O por lo menos yo no he tenido el gusto de encontrarlos por ninguna parte. Existe la vida, tan ancha y tan aprovechable. Y ahí es donde he encontrado la inspiración, la pulsión, la necesidad de construir versos que siempre tienen que ser pensamientos concentrados. Dice una cita propia que he incluido al principio del poemario: “El futuro no lo dibujan quienes juegan a soñarlo, sino quienes lo sueñan a diario absolutamente despiertos”. La poesía no se escribe tanto con el corazón como con el cerebro, aunque sea un tópico aceptado decir lo contrario.

Del ensayo a la novela y de la novela a la poesía. ¿Es un camino de ida o de ida y vuelta?

La literatura es siempre de ida y vuelta. Uno es escritor porque tiene la necesidad de compartir lo que piensa, y cada pensamiento y cada época precisa de un género. Yo soy periodista y lo seré siempre. Y he escrito ensayos, ediciones críticas de libros ajenos, he participado en enciclopedias, escribí una tesis y he publicado dos novelas. ¡Y hasta pregones de Semana Santa! Dice mi maestro Antonio Ramos Espejo que al periodista le basta el título de periodista. Yo diría lo mismo, aunque cambiando quizás al término más general de escritor. Los escritores escribimos donde sea: en los periódicos, en los poemarios o en las pantallas digitales. Los formatos y los géneros tienen que estar a nuestro servicio, y al servicio del lector interesado, por supuesto.

¿Qué has encontrado en la poesía que no te daban los otros géneros?

La poesía encierra una paradoja literaria muy acorde con la necesidad de los tiempos modernos: es capaz de expresar cosas muy profundas en un mínimo de palabras. De caracteres, que diríamos en clave Twitter. La poesía es la lengua en intensión, en tensión y con toda la intención a flor de piel. Con la poesía se puede ir al grano, como aprendemos en el periodismo, ¿no?, pero creando belleza al mismo tiempo. Además, supone un ejercicio de depuración no solo del lenguaje, sino también del pensamiento.

Tus poesías son reportajes y tus reportajes poesías. ¿Qué hay de periodismo en tus versos? Veo mucha denuncia y mucho desahogo.

Bueno, que los reportajes informen no está reñido con el hecho de que estén bien escritos. La función referencial y la poética se pueden dar la mano perfectamente, y está bien que sea así. De hecho, el lector agradece que se le informe de algo bien, no de cualquier manera. Decía García Márquez que el mejor periodista no es el que informa antes sino el que informa mejor. Y era José Hierro, un poeta al que admiro muchísimo, quien dividía sus poemas en reportajes y alucinaciones. En Tantos amos, y yo amando hay denuncia, sí, de las injusticias del mundo y de los complejos que nos atenazan como sociedad, pero también hay mucha convicción en el poder del amor. En realidad, el libro es una historia de amor.

Paradójicamente tu primer libro abordaba la obra periodística de un poeta del 27, Joaquín Romero Murube, con el que compartes apellido y «pueblo lejano», ambos Romero y palaciegos, ¿Qué más compartes con él?

Lo del apellido en común con Joaquín es pura casualidad. Pero sí comparto con él la pasión por las letras, evidentemente. Y el cauce que, en distintas épocas, hemos encontrado ambos en el periodismo. De hecho, mi tesis doctoral y ese libro que mencionas, Joaquín Romero Murube. El periodista en la calle, rescatan a Joaquín para el Periodismo. Fue una tesis leída en la Facultad de Comunicación por derecho propio. El Ayuntamiento de Sevilla, además, consideró que fue la mejor tesis doctoral del curso 2009-2010, distinción de la que estoy muy orgulloso, y creo que a partir de ese libro a Romero Murube se le mira de otra manera, más enriquecida. En 2019 se cumple medio siglo de su muerte, y haré algo en su honor, por supuesto. Fue un intelectual incomprendido que tuvo la cintura suficiente como para escribir todo lo que le dio la gana, y en distintos géneros.

Afirmaste en una entrevista que “Andalucía es un concepto poético precioso pero inútil”. Me desconcertó la respuesta. ¿Por qué?

Estoy harto de esos constructos tópicos sobre la Andalucía que tantas veces, encima, nos han construido desde fuera. Lo decía precisamente Romero Murube en El discurso de la mentira y en otros títulos suyos. Y estoy harto de que esa construcción la usen precisamente los políticos que se creen que a Andalucía se la defiende poéticamente. No. Lo que los políticos y las administraciones tienen que defender es a los andaluces. Ni Andalucía ni España tienen hambre ni frío ni necesidades. Pero sí los andaluces y los españoles. Que un político haga mala poesía en ese sentido me parece una interesada frivolidad.

Con las elecciones andaluzas tan cerca, parece que vienen muchos amos desde el norte a vendernos versos -y cañas de pescar-. ¿Nos hace falta a los andaluces más amor propio?

Pues sí, el amor, y también el propio, siempre es necesario. Falta amor y sobran amos, desde luego. En uno de los poemas creo que lo dejo meridianamente claro, en endecasílabos: “Esos amos del mundo no son amos. / ¿Cómo se puede ser dueño de nada / si en rigor nada de nada se toca?”. Los amos a los que te refieres solo creen serlo, y a veces lo consiguen porque los dejamos, pero para ser amo de algo hay que tocarlo, bajar a la calle, comprometerse, mancharse, vivir de veras codo con codo, y eso ya se parece demasiado a amar. Y no se ama desde lejos, ni con una caña de pescar ni por teléfono. El fondo del libro quiere demostrar que cada cual debe aspirar a ser amo de su propio mundo amando.

Licenciado en Periodismo. Actualmente en Sevilla Actualidad y La Voz de Alcalá. Antes en Localia TV y El Correo de Andalucía.