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La Biblioteca Municipal Infanta Elena tuvo ayer el placer de acoger a dos grandes escritores de la poesía de nuestro tiempo. Luis García Montero y Joan Margarit se desplazaron hasta Sevilla para presentarnos su nueva obra.

«Los límites del lenguaje son los límites de mi mundo» venía a decir el filósofo y lingüista austriaco Ludwig Wittgenstein. La poesía es una forma de entender el lenguaje, de evitar el consumo de baratijas verbales. Las líneas de un poema nos enfrentan a una forma de lenguaje completamente libre, con un horizonte más amplio y una construcción del lenguaje más sensible y personal.

La sencillez de estos poetas ligada a una lectura más intimista, incluso narcisista, su comunicación directa y cómplice con el lector, y la realidad desmedida con la que refleja la sociedad actual, hace de su arte un hecho muy demandado.

Estos autores, buscan huir de los tópicos y las frases hechas, de los clasicismos y elitismo que dominaban durante el Romanticismo, abrir los ojos a la «noche dogmática» en la que muchos continúan y mirar el lenguaje desde una perspectiva más contemporánea, donde prima lo cotidiano, el ritmo y la sonoridad de las palabras sin arcaísmos.

Ambos poetas se presentan dentro del panorama poético español como precursores de la palabra ligados a un realismo vigente. Aluden a la actual «crisis de valores» y la necesidad de compromiso social, además Montero nos habla de «el tiempo para ser dueños del minuto que falta» en relación a su poema ‘Dogmatismo es la prisa de la ideas’.

Pasamos de una «crisis de valores» al «miedo al paso del tiempo», tema que preocupa a estos escritores en relación a sus experiencias propias y al «yo vivido», ya que cada uno de ellos se encuentran enfrascados en una línea más personal.

Con una mirada más madura y reflexiva, los presenta Alejandro Luque, periodista y escritor sevillano que daba pie a la presentación de ambos libros: ‘Invierno propio’ del granadino Luis García Montero y ‘No estaba lejos, no era difícil’ del catalán Joan Margarit.

 

‘Invierno propio’, Luis García Montero

“El público de la poesía no es el oyente, sino el músico que interpreta las partituras de un compositor”  dice Montero, “leer poesía es conocer nuestro propio rostro”.

Tras los respectivos agradecimientos de García Montero al Centro Andaluz de las Letras, a Alejandro Luque por su exquisita introducción y a Joan Margarit, «maestro de la poesía de Estado» por compartir con él este evento, reivindica «la capacidad que posee el ser humano en su interior para compartir con los demás lo más bello e íntimo».

Luis García Montero, recorre un viaje intimista, analizando al individuo como ser colectivo, con un «equipaje ético» a sus espaldas y de «mirada hacia el futuro». Alude a la «crisis de valores» en la que nos vemos inmersos, pero no sólo económica, sino cultural, comunicacional, de solidaridad y en general, de valores comunitarios.

«La reflexión seria, tiene que empezar consigo mismo» dice Montero en la presentación de su primer poema ‘Los idiomas persiguen el desdén que soy’. Éste surgió, continúa Montero, mientras veía a su hija estudiando inglés y él pensaba sobre ese idioma, el idioma de una lengua que nos hace, el idioma que persigue al hombre que es.

Prosigue hablándonos de su libro con ‘Tristeza del mar cabe en un vaso de agua’, ‘En cada lealtad hay un rumor de transparencia’ y ‘La tolerancia nos sirve para comprender el beso del extranjero’.

Aunque los años pasen, los pensamientos cambien y nuestra manera de vivir también, Montero afirma que «todos nos sentimos deslumbrados por algún libro cuando lo tenemos en las mano y ese, nos conduce a construir nuestro propio terreno. Cuando crecemos hay que vigilar al adolescente que fuimos y que nos llevó al territorio que estamos ahora pisando». El poeta con cariño y respeto señala «al adolescente que se encontró temblando ante el mundo».

El título de esta obra, ‘Invierno propio’ puede resultarnos frío pero Montero nos confiesa que dentro de esa crisis, de cualquier invierno, siempre hay una pizca de calor «hecha a tú medida». Nos confiesa como en las «noches de insomnio» hace una lista de todas aquellas: «para llamar al sueño (…) pacto sin demonios con la serenidad de los recuerdos».

Continúa con ‘Dignidad es la huella de la conciencia’, y ‘Dogmatismo es la prisa de las ideas’. En ésta última, el poeta hace un breve inciso para hablarnos del lugar que le inspiró a escribirla «mirando al mar, en la Bahía de Cádiz, cerca de los pinares de Punta Candor».

Montero evidencia su mirada más comprometida y social en el poema ‘Las revoluciones son un asunto propio’ que hace homenaje al ejemplo de «experiencia cívica» que nos han dado los árabes y que han hecho que «la historia vuelva a latir».

Sus versos acogían la sala mientras nos leía «El reino del silencio a veces se ha llenado de música en los ojos…» y dice al finalizar, «las revoluciones son un asunto propio, como la ropa que duerme a los pies de mi cama».

El último poema que nos brindó el poeta fue ‘Tal vez nos vamos de nosotros mismos pero siempre queda una puerta mal cerrada’. Es el que compone el final de la obra y que nos cuenta como enlaza con la primera, «la vida acaba siendo una espiral en la que vuelves al principio».

Nos construimos como personas, nos hacemos a nuestra forma y semejanza bajo un espacio, un territorio y al salir, siempre dejamos la «sombra de una puerta mal cerrada».

 

‘No estaba lejos, no fue difícil’, Juan Margarit

Por otro lado, Joan Margarit, reitera sus agradecimientos y confiesa «sentirse como en casa» ya que a pesar de ser catalán, se siente también andaluz y alude a algunos de sus poemas que versan sobre nuestra tierra.

«Luis, podría ser mi hijo, pero lo que en realidad sí que ha sido es mi primer poeta de verdad y gran amigo». Joan nos habla de su recorrido en solitario como poeta de esta nueva esfera considerada «de la transición». «No encontraba mi hueco entre los poetas de mi tiempo, luego me pisaron los novísimos y así, hasta encontrar a Luis y una joven generación de poetas».

‘No estaba lejos, no era difícil’ es el título que le da nombre a su novela y con la que empezó su presentación. Siguió con ‘Fragmentos’, ‘Pareja’, que leyó tanto en catalán como en castellano y ‘La parte más oscura del camino’.

Con ‘Querrán que te mueras’ el poeta hace una reflexión hacia esa hora oscura que nos acecha a todo en la oscuridad de nuestros pensamientos. ‘Cerrando el apartamento de la playa’ y ‘Aquí te espero’ tiene una visión más picaresca del amor. Esta última, aclara el escritor «para los más jóvenes», «habla sobre la llave que en mi juventud se llevaba en el bolsillo del pantalón. Cuando íbamos a bailar agarrados, algunos se ponían en el bolsillo esa llave que se llamaba ‘aquí te espero’ por eso, el nombre de este poema».

‘Raquel’ es otro poema de su libro que como nos cuenta Margarit, no se trata del amor directamente hacia esa persona sino hacia la niña que fue hace muchos años, «el orden es igual al desorden».

Con ‘Museo del holocausto, Jerusalén’ y ‘yo nací en la edad de la pérgola’ finaliza la presentación de su libro además de añadir un toque de atención hacia la creciente pérdida de pensamiento crítico. «El cerebro racional siempre tendrá algo más que decir, además de la comodidad de sí y no». Finalmente Margarit cita a su compañero: «Como dice Montero, la poesía es el territorio del matiz».

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