El cielo quedó despejado tras el chaparrón del mediodía/SA

La decisión de salir de la hermandad de La Redención fue clave para el resto de cofradías, que decidieron hacer su estación de penitencia horas más tarde. Hasta entonces, El Beso de Judas acaparó las miradas del público, ya que fue la única en la calle hasta bien entrada la tarde.

El Cristo apenas cabía en la calle Santiago/SAÁngel Espínola. La lluvia chafó la primera mitad del Lunes Santo, pero no pudo hacerlo con la segunda parte de la jornada, aquella en la que las hermandades de barrio dan paso a las del casco antiguo. La primera en salir, con una plaza del Cristo de la Redención auricular en mano, fue el Beso de Judas. El hermano mayor advertía a los suyos lluvias débiles, pero el júbilo estalló a eso de las 16:30, cuando la Cruz de Guía atravesó el dintel de la Iglesia de Santiago.

El ritmo, como es obvio, fue muy veloz. Las chicotás largas y la música de los tambores monopolizaban las ondas acústicas que llegaban hasta el oído del respetable. Cayeron las primeras gotas, y se abrieron los primeros paraguas, pero el paso de Cristo siguió en sus treces de completar, al menos, la Carrera Oficial.

La cruz de guía del Beso de Judas salió al fin tras una hora y media de retraso/SADetallitos de piel de gallina dejó el Cristo de la Redención en la esquina de Javier Lasso de la Vega y Trajano. El olivo conseguía mantener la sequedad que necesita para vivir, y las nubes desaparecían. El hermano nazareno, sin embargo, seguía mirando al cielo por precaución.

Se hizo el recorrido oficial en un tiempo record, y antes de que cayera la noche, ya cruzaba,  a los pies de la Giralda, el palio de la Virgen del Rocío,  que se mostraba radiante por ser nuevo. La gente se agolpaba por todo el centro, pues aún era la única cofradía presente en el Lunes Santo.

El mayor problema para salir era la cantidad de niños que tiene la hermandad/SAPor allí pasaba con ritmo de Cristo de los Gitanos el misterio de la calle Santiago, como siempre arrancando el aplauso en cada chicotá. No fue para menos la virgen, con sus movimientos suaves y al calor de la cera ardiente. Fue la primera que se atrevió a salir, y a partir de ella salieron las demás. El Beso de Judas reinició así un sufrido, pero no rendido, Lunes Santo en Sevilla.

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