El Simpecado de la Inmaculada Concepción, de la Hermandad de la Calle Real durante su 'vuelta' el Domingo de Resurrección / Fundación Calle Real

Las tradicionales ‘vueltas’ de Castilleja de la Cuesta ponen el broche de oro cada año a la Semana Santa en la provincia de Sevilla en una de las fiestas con más solera de Andalucía. El celeste de la Inmaculada Concepción desde la Calle Real y el rojo del Apóstol Santiago lo envuelven todo para celebrar la Resurrección de Jesús en una particular romería urbana.

 

 

Paco Ortiz. Desde hace siglos hay un pueblo del Aljarafe sevillano que celebra de una forma muy especial el Domingo de Resurrección, una fiesta declarada de interés turístico nacional desde 1999.  Es Castilleja de la Cuesta, donde ‘las vueltas’ de las dos hermandades de la villa recorren las calles de la localidad en romería urbana para festejar la Resurrección de Cristo en una mañana en la que los vecinos quedan divididos por la devoción a la Inmaculada Concepción y a la Virgen de la Soledad.

Mientras  muchos cofrades se despiden de la Semana Grande el Sábado Santo y otros tantos muestran su malestar por la nula celebración de la fiesta de Pascua, Castilleja tiene marcado en su calendario como uno de los días más esperados del año el Domingo de Resurrección. La jornada festiva se vive intensamente desde el amanecer hasta altas horas de la noche.

Los mayores del lugar cuentan que los orígenes de esta fiesta se remontan a hace más de un siglo cuando los habitantes del pueblo decidieron salir en la mañana del día de pascua para anunciar  la Resurrección del Salvador y la procesión, por la tarde,  de la custodia portando al Santísimo Sacramento. Mucho ha llovido desde entonces y la tradición fue evolucionando hasta dar forma a las denominadas “vueltas” tal y como se conocen hoy.

La Inmaculada Concepción y la Virgen de la Soledad no pueden encontrarse ni en ‘la vuelta’ por la mañana ni en su procesión

A escasos 6 kilómetros de Sevilla, Castilleja de la Cuesta es muy singular a la hora de manifestar su fe. Se articula en torno a dos hermandades que vertebran la sociedad local. De un lado, la Hermandad de la Calle Real se consagra a la imagen de la Inmaculada Concepción, patrona del pueblo y primitiva devoción mariana de la villa. De otro,  la Hermandad de la Plaza cuyos hermanos son devotos de la Virgen de la Soledad y Santiago Apóstol.

Entre sendas hermandades la sana rivalidad es conforma parte del principal atractivo de la fiesta del Domingo de Resurrección. Por unas horas se viste de celeste concepcionista y rojo santiaguista, una tradición que perdura en el tiempo y que los habitantes llevan a raja tabla.

En un primer momento, las vueltas estuvieron marcadas por la seriedad. Simplemente se trataba de recorrer las calles porque el Señor resucita ese día, hasta que a comienzos del pasado siglo XX, a los hermanos de la Calle Real se les ocurrió la idea de acompañar el simpecado de la patrona al son de sevillanas.

La Hermandad de la Calle Real ha sabido mantenerse fiel a sus orígenes y raíces conservando una vuelta que  desde hace más de cien años mantiene una misma estética y significación, pues sigue llevando su simpecado concepcionista a caballo y, por tanto, recordando a todas aquellas estampas que tienen un sabor a antaño. La Hermandad de la Plaza cambió su vuelta años después, y la adaptó al estilo de la Calle Real.

Cuando los pájaros comienzan a cantar el Domingo de Resurrección, sus dulces melodías se entremezclan con los acordes musicales de varias bandas que se pasean por las diferentes vías del pueblo haciendo saber que otro año más Castilleja se dispone a vivir su día grande.

A la diez de la mañana la Hermandad de la Plaza pone en la calle su vuelta. Un cortejo que no hará entrada en su casa de hermandad hasta las tres del mediodía. El simpecado de la Calle Real cruza la puerta de su parroquia concepcionista a las doce y media del día, y hace su entrada a la misma hora que la vuelta “enemiga”.

Durante el recorrido de ambas vueltas el visitante podrá disfrutar de una fiesta de un colorido sin igual viviéndose momentos de gran emoción. Un momento clave del día es cuando el simpecado de la Patrona entra en la plaza de la hermandad roja. Las dos hermandades mientras están en la calle no pueden encontrarse según la ley y ambas tienen los horarios fijados previamente.

Los hermanos de una y otra hermandad van lanzando papelillos rojos y celestes para engalanar el pueblo con los colores de sus devociones y así hacerse fuerte frente a la otra hermandad. A eso de las tres y media de la tarde las vueltas de las dos hermandades se recogen, la tranquilidad en el pueblo dura poco más de 3 horas puesto que por la tarde tiene lugar la procesión de las titulares de las hermandades del pueblo.

Por la tarde el pique  es de las mismas magnitudes al de por la mañana. Cada imagen solo puede procesionar por el recorrido que tiene prefijado desde hace muchos años, las vírgenes no se pueden encontrar. Así procesionan por el sector del pueblo al que pertenece  su parroquia y son acompañadas únicamente por sus hermanos.

A las 7 y media es el turno de la Inmaculada Concepción que sale de su templo parroquial para recorrer exclusivamente la calle que la da nombre a su hermandad, la Calle Real. Uno de los momentos claves de esta procesión es cuando la santísima virgen llega al convento de las reverendísimas madres irlandesas, las cuales reciben a María Inmaculada en la puerta del convento y, junto con los demás hermanos, entonan la salve en honor a la titular de la parroquia.

La Hermandad de la Plaza, por su parte, es a las ocho cuando pone en la calle a su Virgen de la Soledad que recorre las otras calles del pueblo, es decir, las aledañas a la iglesia de Santiago Apóstol. La Inmaculada Concepción hace cada año entrada en su templo a las once y media de la noche, y la Virgen de la Soledad sobre la 1 de la madrugada.

Castilleja pone fin con ello a su día más grande del año y comienza a contar las horas que quedan para el próximo Domingo de Pascua.

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