El verdadero orden natural de las cosas es el caos. La belleza, ese artificio convulso, no ríe ni llora. Es como ella, y la otra ella.

Cuentan que por Cuaresma entran en la Habana esos vientos calientes del sur que acaban por ser -sin mas y sin menos- Vientos de la Habana. La ciudad tiene ya el alma rota como las nieves que terminan de crecer de los árboles de las naranjas y se transforma en una Habana menos convulsa pero igual de caótica y no tan bella. Es tan ordenado el caos que hasta la prisa llega tarde.

Uno que -con algo de sangre cubana por mor de una bisabuela- creció en alma leyendo a Leonardo Padura, quien con maestría de un ingeniero de letras hizo bella esa Habana oscura en la que golpean los vientos de Cuaresma que van llamando a la puerta. Por Padura se llega a la conclusión de que cierto es que el hombre tiene dos patrias: la ciudad interior en la que está exiliado el niño del ayer, y la imagen de la ciudad que no vuelve por más que atrás se mire. Andando cae en la cuenta de que está dónde jamás soñó estar pero sabe por qué está: porque lo soñó pero ella no le dijo cuándo.

Y en esas estamos con todas las heridas y la ciudad a cuestas y la misma batalla interior de siempre. Cuando sale a romperse a las calles, en una de esas noches en las que parece que el amor no existe, que el color es un invento de novelas fantásticas; una noche de esas en las que el frío estremece y tanto miedo da, sorprende la mañana llamando a las puertas del alma. Y las aceras son sábanas y el viento sureño de aquella Habana de Laura barre las cortinas del alma de la ciudad desde el sur, penetrando por ese brazo de mar con forma de S, hasta el norte.

En ese momento, cuando la noche ya ha terminado por romper, cae el frío. Y las calles se llenan de almas que ya no están, las de aquellos vanguardistas que a Sevilla venían buscando una explicación terrenal a lo divino. Y ellos se toparon con que la cátedra terrenal de teología que imparte esta urbe es algo metafísico que va más allá de la fe. Entonces, aparece ella. Entre todas esas muchachitas que por las alamedas se arrastran con el dibujo de la madrugada en el rostro. Es tan bella como esa muchacha que a tu lado se despierta tras de una noche en la que el amor se hace grande, pero su belleza es como la de nadie. De noche desapercibida pasa, pero durante el día ni miles de miradas bastan para apreciar qué le pasa en el rostro mitad tristeza mitad alegría.

Dicen que tiene veinte años, pero 20 escrito con letras, que esos veinte añitos escritos pesan mas que la plata y los golpes en los costados. De noche pasó por Trajano, tallando tu recuerdo de aquella promesa de Domingo de Ramos que por nombre tuvo María José. Una copa de vino, las puertas abiertas, y en esa calle Real de pueblo venida a mas, que se llama Feria, se le espera. Que de día no existe otra cosa igual, y los niños corren a contárselo a la madre. El alma se quedó rota por las calles la noche pasada y esta muchacha, que se paseó antes por los malecones curando almas –sin que nadie lo supiera-, arrastra con ella ese viento de la Habana que abrasa las gargantas dejando un nudo; y la primavera se queda ya en mito sin habernos dado cuenta.

El poeta sigue soñando la belleza mientras mira ese ciprés que se alza en el jardín de Dueñas, que es su jardín del Edén. Y la esperanza queda definida en las calles como el alfa y la omega del hombre que una vez al año vuelve a ser niño cuando mira a esa veinteañera a la cara.

Entonces, mientras pasea el llanto de alegría por las calles, esa muchacha -que viene arrastrando el viento del sur de la primavera con la pena de que José se le fue antes de tiempo- se vuelve y le dice, «Aún no me contaste a qué cosa tú viniste´´, respondiendo él, «Vengo a ver cómo los vientos de cuaresma iluminan tu cara y me cuentas que la vida hoy es distinta´.

A Gonzalo Gragera. Un hombre con dos patrias: la belleza y su ventana al palacio de las Dueñas.

Nacido en 1989 en Sevilla. Licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla y Máster en Tributación y Asesoría Fiscal por la Universidad Loyola Andalucía. Forma parte de 'Andaluces, Regeneraos',...