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Antonio Puente Mayor es un trianero que camina a renglones largos por un género prácticamente inexplorado, pero del cual el público parecía tener hambre: la literatura cofradiera infantil y juvenil, tan simple como suena y tan complejo como se imagina.

Tras ‘Nazarenos de caramelo’ y ‘Cuarenta cuentos de Semana Santa para cuarenta noches de Cuaresma’, nos trae ‘La Pandilla Morada – El misterio del nazareno sin sombra’; un tributo sevillano a ‘Los Cinco’, con perro incluido, que para mantener el estilo, no podía llamarse de otro modo que Zaqueo.

En una edición fácilmente devorable, María, Manu, Genio, Yin, Tino y el animal antes mencionado, se verán envueltos en un misterio de gran impacto para el mundo cofrade; a pocos días de la Semana Santa desaparecen las mariquillas de la Macarena. ¿Quién se las ha llevado? Un nazareno sin shombra, las sedes de la Hermandad a lo largo de la historia y algunas obras de arte, serán las claves para resolver un misterio a la altura de los protagonistas.

De estas cuestiones, y algunas más, hemos departido con el autor de esta pandilla que ya afirma convertirse en saga literaria.

Sevilla Actualidad: Usted continúa escribiendo tanto obras para personas adultas, como «El testamento de Santa Teresa», como libros más enfocados a la infancia, como en estas últimas cuaresmas. ¿Qué tienen en común sus obras infantiles y las que no lo son?

Antonio Puente: Supongo que ambas comparten la misma pasión. Mucho antes de dedicarme a la narrativa ya hacía teatro como actor, director y dramaturgo, y ahí se daba la misma circunstancia: teatro infantil vs teatro adulto. Digamos que siempre he convivido con ambos de manera natural. Quizás por eso mis creaciones podrían catalogarse como ‘familiares’, pues permiten acercarse a gente de todas las edades. Cuando haces las cosas con rigor y sensibilidad, dan igual las etiquetas. Ahí están las obras de Tolkien, que en apariencia iban dirigidas al público juvenil pero que poseen infinidad de lecturas. Pero contestando a su pregunta, todas mis obras tienen como nexo de unión el estar escritas con el corazón.

SA: Mientras sus novelas infantiles tienen una temática orientada a lo cofrade, sus novelas para personas adultas son más de corte histórico ¿Esto se debe a alguna motivación concreta?

AP: En el primer caso podríamos decir que vine a cubrir un hueco. Cuando en 2011 publiqué ‘Nazarenos de caramelo’ puse la primera piedra de un género inexistente: el cofradiero dedicado a los niños. Que haya publicado dos libros más en esa línea tiene mucho que ver con lo que me pide la gente. Desde los hijos de mis amigos a los propios libreros. El público lo demanda y yo obedezco, jajaja. Por otro lado, que me haya decantado por lo histórico a la hora de abordar las novelas adultas tiene que ver directamente con mis gustos personales. Por encima de todo, yo escribo aquello que me gusta leer, aunque luego se de la circunstancia de que ese tipo de novela se encuentre en alza; algo que ningún escritor debería obviar.

SA: ¿Y para qué público le resulta más complicado escribir?

AP: Sin duda alguna para el adulto. Aunque, como explicaba antes, siempre pongo toda la carne en el asador a la hora de afrontar un proyecto —independientemente del público al que va dirigido—, una novela adulta exige el triple de tiempo y esfuerzo que un trabajo infantil. Hay que tener en cuenta que el segundo suele ir complementado con ilustraciones, que a la postre representan gran parte del éxito o del fracaso del libro, por lo que aun siendo complicado escribir para niños, cuento con el apoyo de los artistas en un 50%. Con la novela adulta el proceso es infinitamente más arduo, especialmente en la histórica —comenzando por la documentación y hasta el proceso mismo de las correcciones—. Eso sí, ambos son apasionantes y ninguno desmerece al otro.

SA: ¿Qué comparten la auténtica María (su hija) y la niña que aparece en su historia, además del nombre?

AP: Teniendo en cuenta la diferencia de edad —mi hija está a punto de cumplir siete años y la protagonista del libro es una preadolescente—, podría decirse que ambas poseen una capacidad de liderazgo innata. A eso tendría que sumarle una gran pasión por las artes y una desbordante imaginación, que en el caso de la niña de carne y hueso supera en mucho a la ficción. Y, por qué no decirlo, una importante dosis de cabezonería, jajaja. En suma, la protagonista de mi historia es una proyección de lo que podría llegar a ser mi hija si todo sigue su cauce. El tiempo lo dirá…

SA: «La pandilla morada» está inspirada en personajes reales, a excepción del perro Zaqueo ¿Hay en ese elemento alguna nostalgia infantil por no haber tenido una mascota semejante?

AP: En absoluto. Yo no tuve perro por decisión propia. Primero por razones de espacio. Me crié en un piso pequeño donde lo único que cabía era una pecera, pero aparte siempre he tenido mucho respeto por los animales, por no decir aprensión. La figura de Zaqueo está inspirada en mis lecturas de infancia, aunque su referente más directo es Scooby-Doo, cuya serie de dibujos animados me apasiona.

SA: Sin desmerecer a la pandilla, su libro cuenta con otra protagonista de excepción: la Hermandad de la Macarena. ¿Ha conocido, tanteado o buscado la opinión de alguien de la corporación?

AP: De la junta de gobierno, no, pero sí he preguntado puntualmente a algunos hermanos sobre la historia de la hermandad. El tío de mi mujer es un macareno de pro, con las bodas de oro cumplidas, amén de una enciclopedia andante. En estos temas siempre es mi mejor asesor. Como curiosidad he de decir que visité la basílica en los primeros meses de 2016, durante las obras de restauración de los frescos del techo, guiado por su responsable, el amigo Carlos Peñuela. Sin pretenderlo, él me dio la clave para rematar parte de la trama. Y hasta aquí puedo leer… jajaja.

SA: Además de un relato aventurero, usted ha plasmado en su obra un interesante conjunto de datos artísticos, cofrades e históricos que incluso puede que fueran desconocidos para el público más adulto ¿Cree que podría revertir el ciclo y ahora sean las niñas y los niños quienes enseñen cosas a sus mayores?

AP: Eso sería fabuloso. Yo mismo aprendo cada día hablando con mi hija. Su mente absorbe tal cantidad de datos (en el colegio, viendo la televisión, jugando con sus amigos…) que en poco tiempo será ella quien me enseñe a mí. Sinceramente, creo que lo verdaderamente importante es el intercambio de conocimientos, al margen de la edad. Si este libro sirve para establecer un diálogo en familia —algo que desgraciadamente se está perdiendo— el objetivo estará más que cumplido.

SA: En un momento en que madres, padres y profesionales de la psicopedagogía se devanan los sesos posicionándose a favor y en contra del uso de las nuevas tecnologías por parte de los más pequeños, usted nos muestra una pandilla muy vinculada a todo este mundo. ¿Cree que su posicionamiento será compartido o cuestionado?

SA: Yo soy de la opinión de que el mundo debe evolucionar. Cuando a principios de los noventa descubrí el primer ordenador con conexión a Internet pensé que aquello era lo más fascinante que se había inventado. Y pese a las cosas negativas que nos haya podido acarrear, la tecnología bien utilizada siempre es un plus para el conocimiento. Por tanto es inevitable que un grupo de detectives del siglo XXI hagan uso de ella —incluso siendo niños—. Dicho esto, creo que los lectores se tomarán este tema como lo que es: la normalización de un hecho que ya forma parte de nuestras vidas.

SA: Pero sus protagonistas no sólo utilizan las nuevas tecnologías para comunicarse, también para buscar información. En este sentido, usted también emplea otros recursos como una conocida biblioteca de la ciudad, iglesias y algún museo. ¿Es este un reclamo para intentar recuperar otras fuentes de información o es simplemente una cuestión de despertar el interés por el conocimiento y el saber venga de donde venga?

AP: De todo un poco. Yo mismo, en mi afán investigador, he sufrido el fenómeno del error ‘viralizado’, especialmente cuando trabajaba en El testamento de Santa Teresa. Y es que un dislate, repetido una y mil veces, termina convirtiéndose en una verdad absoluta admitida por todos. Y cuando digo ‘todos’ incluyo a escritores de prestigio, periodistas e incluso académicos. Con esto quiero decir que jamás debemos dejar de lado ninguna fuente de información, ya sea en forma de libro, archivo informático o testimonio oral. En mi opinión, la forma más honesta de divulgar es contrastando datos previamente. Ofrecer recursos variados es mi modo de mostrarles a los jóvenes las distintas posibilidades que tienen a su alcance. Wikipedia es una gran herramienta, pero no la única…

SA: En su relato podemos encontrar elementos propios de la sociedad actual, como la multiculturalidad en los colegios, las personas en situación de calle o la precariedad laboral. ¿Por qué motivo cree que es importante no obviar la realidad en la ficción infantil?

AP: Porque es el único modo de educar a las nuevas generaciones, cuya dosis de evasión es cada vez más acusada. Ya desde los inicios de la narrativa, los autores utilizaban la moraleja para enseñar entreteniendo, algo que yo practico de manera innata. De hecho, mi mayor referente en la literatura infantil, el autor Michael Ende (La Historia Interminable, Momo…), destacaba por abordar temas de fantasía mezclándolos con la realidad. Y siempre con una finalidad: hacernos reflexionar.

SA: Esta historia se presenta en una edición muy cuidada, con unas ilustraciones bonitas y un formato de lectura cómodo. ¿Cree que esto influye significativamente en el interés de los niños por los libros?

AP: Rotundamente sí. ¿Quién no ha ojeado alguna vez un libro llevado por una bonita portada? En la sociedad de la imagen todo cuenta, y las ilustraciones son, para el libro infantil, como el azúcar para los dulces. En ese sentido, he de agradecerle a la ilustradora, Ana López Caro, su implicación en este proyecto, atendiendo todas mis sugerencias y envolviendo a mis personajes con las mejores galas. Asimismo Ana Cabello, la maquetadora, ha sabido darle ese toque final que lo hace tan atractivo. Tanto ellas como Javier Ortega y Óscar Córdoba, mis editores, han hecho un trabajo sensacional.

SA: Y ahora que su pandilla sale a la calle ¿qué espera de ella?

AP: Pues sencillamente que el lector la acoja con entusiasmo y cariño, al igual que hicieron con mis trabajos anteriores. Desde siempre me he considerado un escritor afortunado. No ha habido un solo título (y ya van siete) que no haya sido bien recibido por los editores, distribuidores y libreros. Y muy especialmente por los lectores. Hacer libros es un trabajo de equipo, y en ese sentido he crecido rodeado de los mejores.

SA: Para ir concluyendo, tras este último parto literario ¿Qué proyecto anda rondándole la cabeza?

AP: En breve saldrá a la luz un nuevo trabajo infantil que va a sorprender por muchas razones. Es algo muy sevillano y a la vez universal, y tengo el pálpito de que va a gustar mucho. Por otro lado, hace poco entregué el manuscrito de una nueva novela de corte histórico. Confío en que vea la luz a finales de año o principios de 2018. Y por supuesto, no dejo de lado a La Pandilla Morada, con la que espero dar guerra en los próximos años…

Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...