Policía Local y técnicos municipales coordinan una incidencia en el CECOP/Daniel Rosado

Llamadas, verificaciones o autorizaciones, son el minuto a minuto del CECOP. Nos adentramos en él para ver cómo funciona el cerebro de la Semana Santa.

Si el corazón, en la Semana Santa, está en cada calle de Sevilla mientras avanza un paso, en los nazarenos, o en las entradas y salidas de los templos, el cerebro está en un lugar mucho más concreto: en el Centro de Coordinación Operativa (CECOP) que el Ayuntamiento de Sevilla ha habilitado en esta ocasión en la zona alta del Círculo Mercantil de la calle Sierpes.

Nada pasa en la Semana Santa, ni en la ciudad, sin que los responsables que están en esta sala lo conozcan al minuto. Ni un coche entra o sale. Ni una cruz de guía se mueve. Ni un cambio de recorrido se hace sin que el CECOP lo vise y autorice.

En esta sala hay responsables de Policía Local, Policía Nacional, Bomberos, Protección Civil, Cruz Roja y del Ayuntamiento de Sevilla. Todos, a una, están en una misma mesa, coordinados con el Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla, y con las hermandades de cada día.

Aquí, por ejemplo, se reparten los desfibriladores y los GPS que cada hermandad retira y entrega al final de su recorrido. Desde aquí se autorizan los cambios en los recorridos, el acceso de cualquier vehículo a alguna zona sensible del centro, o el montaje y desmontaje de cualquier dispositivo puntual para regular el tránsito de personas. Las ya conocidas vallas.

Al frente de todo, está un conocido de la Seguridad en la ciudad: Rafael Pérez, quien fuera portavoz de la Guardia Civil y del CECOP con Monteseirín, que el gobierno de Juan Espadas ha querido recuperar para ponerlo de nuevo al frente de este órgano y dotarlo así del protagonismo perdido en años anteriores.

Aquí hay gente las 24 horas del día. Ya sea desde este Puesto de Mando Avanzado en Sierpes, o desde la sede permanente del CECOP en la Ranilla. Si todo funciona como lo previsto, el ritmo de trabajo es constante. Pero si la lluvia hace acto de presencia o algún imprevisto surge, la quincena de personas que copan el centro de esta sala en una gran mesa, activa la maquinaria al completo, y empieza a funcionar.

“La Candelaria pide salir a las ocho y cambiar su recorrido” dice una de las responsables del Ayuntamiento, que hace de enlace con el Consejo. Acto seguido, la Policía Local revisa la petición, hace las comprobaciones pertinentes, y da su aprobación. Mientras, otra de las responsables, ha estado comprobando el sistema municipal de incidencias, para asegurarse de que no hay nada que pueda afectar al nuevo recorrido propuesto por la hermandad. También comprueba si hay o no, alguna otra actividad o evento en las vías que cogerá la hermandad.

Todo este rápido proceso queda ajeno a los ojos de la ciudad. Ni siquiera las hermandades o el Consejo ven el ritmo frenético al que se mueve el dispositivo. En cuestión de minutos, la llamada se realiza de regreso al delegado de día del Consejo de Hermandades, autorizando los cambios. Tras esto, se prepara para difundir la información a través del canal más rápido en la actualidad: la cuenta de Twitter de Emergencias Sevilla.

Al mismo tiempo, la hermandad del Cerro –que ha tenido que quedarse finalmente en la Catedral- ha pedido introducir una furgoneta hasta el templo catedralicio para retirar los enseres de la cofradía. Primero, la petición es visada por los responsables de seguridad y tráfico de la mesa que, acto seguido comunican con los agentes en el terreno la autorización al vehículo. Es entonces cuando el Cerro puede acceder.

Esta quincena de personas son las neuronas que componen el cerebro de la Semana Santa. Pero como todo órgano, tiene su cadena de mando. Si algo sale de lo estrictamente habitual, el primero en ser avisado es el director, Rafael Pérez, que en estos días prácticamente tiene su hogar en el Círculo Mercantil. Si la incidencia lo requiere, la cadena sigue al delegado responsable, y al alcalde. Todo en cuestión de segundos gracias a las nuevas tecnologías.

Reeducar los flujos

También es en esta sala donde se toma la decisión de cortar o poner vallas en cualquier punto. También los que han levantado más polémica, como los de la Cuesta del Rosario o Placentines.

Rafa Pérez no esquiva la pregunta: prefiero 200 críticas en Twitter, que no poder atender a una persona en este sector, dice mientras señala un improvisado mapa con una de las zonas especialmente sensibles durante el paso de las cofradías.

Una quincena de técnicos conforman la mesa del CECOP durante la Semana Santa/ Ángel Vílches

La polémica medida de vallar zonas como la Cuesta del Rosario es “necesaria para recuperar zonas para la seguridad” explica Pérez. Puntos como este, entre la Cuesta del Rosario, Francos y la Plaza del Pan, ponían en riesgo la seguridad, hasta tal punto que más de un hermano mayor pasó miedo en años anteriores ante la dificultad de avanzar por aquí. Este es el objetivo de la medida: recuperar espacio para garantizar el paso y la asistencia.

Pero es complicado que un ejército de ciudadanos móvil en mano, que no puede pasar por unas vallas, alcance a divisar desde la calle la complejidad de este sistema de compuertas que regula en toda la zona el flujo peatonal. Esto ha sido el detonante de las críticas que, especialmente en redes sociales, han criticado la medida.

“Lo que el ciudadano no ve es que si se decide vallar la Cuesta del Rosario, también se corta el flujo” de forma que la sensación de agobio no es real, según Pérez. El responsable del CECOP se afana en explicar que la Semana Santa “debe regularse” para evitar que la afluencia masiva acabe perjudicándola. “Aquí todos estamos para hacer más grande la Semana Santa, los periodistas contándola, los ciudadanos disfrutándola y nosotros garantizando la seguridad”.

Este tipo de medida son “necesarias” para “recuperar” estos punto para la ciudad y “reeducar” los flujos de personas. De hecho, en la noche de ayer no fue necesaria la activación de este dispositivo porque la gente “va cambiando sus hábitos”.

La operación sigue una lógica básica. Se implantan cortes puntuales para garantizar el flujo, al tiempo que se modifica la configuración del tránsito de personas en toda la zona circundante, de tal manera que se garantice el paso de la cofradía, y lo que es más importante: la posible intervención sanitaria en cualquiera de estos puntos en caso de ser necesario “algo que en año anteriores no era posible asegurar. Y una vida es mucho más importante que perder unos metros de calle”.

Desfibriladores y gps que cada día usan las hermandades/ Ángel Vílches

Este tipo de medidas correctoras, asegura Pérez, se implantarán cuando sea necesario y de forma puntual, de forma que si los agentes del terreno y las cámaras de la zona ven que el flujo de personas es adecuado, no se instalan vallas. En sentido contrario, si los agentes, no sólo en ese punto, sino en todo el sector, determinan que el volumen de personas es elevado y es aconsejable reconducir los flujos, se interviene.

A juicio de los responsables, estas medidas son necesarias para garantizar la seguridad, de una Semana Santa a la que está cerca de estallarle las costuras. Y en esto Pérez es tajante “el debate de la ciudad no puede ser que se recuperen unos metros para garantizar la seguridad”.

Licenciado en Periodismo y Máster en Sociedad, Administración y Política, puso en marcha el 'Proyecto Deguadaíra', germen de Sevilla Actualidad. Ha pasado por El Correo de Andalucía, Radio Sevilla-Cadena...