setas chris

Cuatro alcoholemias, 31 lipotimias y el decomiso de un jamón, balance del Martes Santo

A la tercera no, a la cuarta va la vencida. Después de tres años donde el Martes Santo ha sido una jornada pasada por agua, por fin, todas las hermandades de la Semana Santa pudieron realizar su estación de penitencia bajo el espléndido sol sevillano.

Al cuarto año pudo ser, esperemos que no coja costumbre el Martes Santo de emular a los Mundiales y Olimpiadas y nos ofrezca todos los años el espectáculo que la meteorología nos ha permitido disfrutar en esta tercera jornada de Semana Santa.

El esperado Martes se inició con la hermandad de El Cerro a las 12:00 horas, una cofradía que demuestra lo que es el verdadero fervor con alrededor de 14 horas de estación de penitencia.

El recuerdo de los tres lluviosos Martes Santo anteriores pasó a un segundo plano cuando la Virgen de los Dolores de El Cerro del Águila se dejaba ver por fin bajo el dintel de la puerta. El público manda callar con un leve siseo. Pero el silencio dura poco: El himno de Andalucía, interpretado por Nuestra Señora de la Nieves de Olivares, sirve de señal para arrancar los aplausos de un público impaciente. Es entonces cuando el grito desgarrado de un muchacho destaca entre los ‘vivas’ de la gente: “¡Cuatro años esperándote Sevilla para verte, hija!”. Una cortina de pétalos rojos y amarillos envuelve el paso de palio durante la primera revirá hacia la calle Afán de Ribera, donde una marea de vecinos la espera desde bien temprano.

Cubrebalcones con telas de Damasco y la imagen de los titulares, numerosas macetas de coloridas flores y vecinos asomados conforman la estampa de este Martes Santo a lo largo de toda la calle. Las señoras de mayor edad sacan sillas de anea a las puertas de su casa. El olor a pollo asado se mezcla a ratos con el incienso y el bocadillo de filete empanado que ha sacado del bolso bandolera un joven engominado. Pura emoción de barrio para celebrar las bodas de plata como hermandad de penitencia.

Más tarde, la aparatosa salida de San Esteban estremeció al público previsor que se congregó en la calle Águilas. La burla al Señor fue exhibida y acogida con desolación y acongoja por la ciudad.

El sector más perjudicado por esta crisis, Los Estudiantes, desfilaron con austeridad por la antigua Fábrica de Tabaco. Al fin, no sólo fueron trasladadas las imágenes dentro del recinto universitario. En una jornada repleta de hermandades que superan los mil nazarenos y de multitudes ansiosas por ver una jornada que no de disfrutaba al completo desde hace cuatro años, la mirada del Santísimo Cristo de la Buena Muerte proporcionó la paz y serenidad necesaria para salir adelante. Siempre bajo la custodia de su madre de la Angustia, capitaneada por Antonio Santiago que otorgó una clase magistral de cómo se lleva un paso palio.

Maruja Vílches, esta vez sí, pudo lucir la vara dorada delante de la María Santísima de Gracia y Amparo. Por delante el Cristo de las Almas nos volvió a dejar imágenes imponentes sobre todo en su itinerario de vuelta en las cercanías de Omnium Sanctorum.

Un barrio que ya no es barrio, el de la Calzada, volvió a latir cuando Pilatos le presentó a su Cristo. Aplausos, vítores y gozo de un público heterogéneo que se sintió uno cuando llegó el sobrecogimiento que provocó el Cristo de la Sangre. Pero la euforia resurgió cuando la Encarnación fue bañada con el sol de la tarde, una salve nació del pópulo y San Benito dijo hasta luego.

La Candelaria protagonizó el HT cofrade de la jornada del martes, bien merecido por los andares romanos del nazareno más pequeño de Sevilla con aroma a Triana y de una virgen con solera. Desde la plaza del Triunfo hasta los Jardines de Murillo y su entrada, por todos los lugares esta hermandad embarcó a sus espectadores en una atmósfera que rozaba lo divino.

La sobriedad tuvo ayer firma gótica. Silencio, fajines de esparto y una madre llorando por su hijo, es Santa Cruz, Sevilla contiene el aliento y se une al velo del Monte del Calvario. El oxígeno lo devolvió el palio de Nuestra Señora de los Dolores al son de ‘La Madrugá’, una de las marchas más sonadas de la noche aunque no por ella menos hermosa.

Siempre de frente, cerraba el Martes Santo la hermandad del Dulce Nombre con esa bofetá que tanto duele a Sevilla pero que, a la par, apasiona y colma la Plaza de San Lorenzo de suspiros de emoción a los que la Banda de Las Cigarreras contribuye. Pero el éxtasis del Cristo lo serena la Dolorosa de Castillo Lastrucci ataviada con el potente olor de sus claveles sonrosados y su elegante son.

Muchas prisas, muchos capirotes y un largo trasnochar terminan de componer un Martes Santo que vale por cuatro y que siempre quedará en el memorial hispalense como el año en el que sí se pudo.

[widgetkit id=33]

Imágenes de: Álvaro Ballén, Álvaro Ceregido, Ángel Espínola, Ángel Vílches, Candela Vázquez, Carlos Álvarez, Christopher Rivas, Elu Luceño, Laura Contreras, Mercedes Serrato, Miguel Arco y Pilar Delgado.

www.SevillaActualidad.com