Examen de una bambalina por la conservadora-restauradora del IAPH Concepción Moreno

En el taller de tejidos del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH), un equipo de técnicos y científicos se afanan alrededor de esa lección de teología confeccionada con terciopelo rojo e hilos de plata. En el centro del techo, la paloma que representa el Espíritu Santo aparece rodeada por una aureola circular, de la que salen rayos rematados por dieciséis cabezas de querubines. Unas coronas de laurel con un corazón atravesado por un puñal aluden a los dolores de la Virgen, evocada también a través de las estrellas de ocho puntas que adornan las bambalinas interiores.

Más allá, extendidas sobre la mesa de trabajo, diversos elementos vegetales adornan profusamente las caídas del palio. Si se recorre detenidamente con la mirada, pueden descubrirse lirios, que hacen alusión a la virginidad y la pureza de María. Hay también crisantemos, que, asociados tradicionalmente al sol y, por tanto, a la larga vida y la inmortalidad, simbolizan la resurrección de Cristo, y palmas, que expresan la victoria del Redentor. Junto a ellos, abundan las señales del desgaste provocado por los siglos en uso: la pérdida de pelo, el tejido agrisado y la plata tímida, entre los más evidentes.

«El palio de la Virgen del Valle es una pieza de enorme importancia en el patrimonio textil de Andalucía, pues es la más antigua que procesiona en Sevilla. Está ejecutado con una técnica muy especial, el bordado de hojillas, si bien presenta un delicado estado de conservación que, incluso, llevó a la hermandad a plantearse su retirada y convertirla en una pieza de museo. Nuestro reto está ahora no sólo en mantener su valor de uso, sino también en proporcionar unas garantías conservativas de cara al futuro», asegura José Luis Gómez Villa, jefe del Centro de Intervención del IAPH.

El estudio que realiza el organismo de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico ha permitido conocer en profundidad cómo se ejecutó originalmente el palio del Valle y en qué consistieron las sucesivas intervenciones realizadas a lo largo de los siglos XIX y XX. «Es una pieza de una gran riqueza técnica», recalcan, en este punto, las conservadoras-restauradoras del IAPH Lourdes Fernández y Concepción Moreno, quienes se detienen a explicar, por ejemplo, cómo «el bordado en hojillas se realizó inicialmente con la técnica del zigzag, muy plana, siendo engrosado por la disposición de nuevos hilos con la técnica de encanutada, de mayor volumen».

Asimismo, su estudio ha permitido indagar en la riqueza material de la pieza, ejecutada con un terciopelo de los denominados de Lyon, detectándose sucesivos procesos de pasados a otros terciopelos para evitar el deterioro y mantener su uso en la salida procesional del Jueves Santo y los actos internos y externos de la hermandad. Como curiosidad, también se ha constatado que, en alguna ocasión, las lagunas del tejido fueron pintadas al óleo con el fin de disimularlas a causa de la grisura originada al quedar expuestos los hilos oscuros de la base. «La pieza ha perdurado porque se usa, pero, paradójicamente, el uso es causa de su deterioro», señalan las conservadoras-restauradoras del IAPH.

Con el fin de mantener esa funcionalidad y, por tanto, uno de sus más importantes valores, así como garantizar su conservación en el futuro, los profesionales del Taller de Tejidos y del Área de Laboratorios del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico están trabajando de forma conjunta en el desarrollo de una técnica que permita, de un lado, frenar las patologías detectadas y, por otro, permitir la reintegración volumétrica del terciopelo, cuya pérdida salta a la vista en amplias zonas del techo y de las bambalinas del palio.

«En los laboratorios estamos sometiendo los materiales proporcionados por el taller de tejidos a una serie de experimentos de envejecimiento acelerado, es decir, a condiciones extremas de temperatura, humedad relativa y radiación ultravioleta, con el fin de estudiar y evaluar el comportamiento futuro», explica la ingeniera química Cristina García Garrido. «Queremos conocer la variación en propiedades físicas y mecánicas de estos materiales ‒el color o la resistencia a la tracción y el desgarro, por ejemplo‒ antes de intervenir en el palio», recalca Marta Sameño, directora de Investigación y Transferencia del IAPH.

Así, por ejemplo, a las probetas, preparadas con un tejido de similares características al terciopelo del palio, se les aplica distintos procedimientos para aproximarse al color de la pieza, dado que se trata de uno de los parámetros más relevantes de la intervención. De igual modo, se trata de averiguar cuál sería su evolución si se les somete a las condiciones habituales que afectan al palio, generalmente salidas procesionales (luz, humedad, posibles inclemencias meteorológicas…) y cultos públicos, con el fin de fijar y definir el material más adecuado.

La aplicación de este sistema de reintegración, que se encuentra en fase de comprobación científica de los materiales y su comportamiento en el tiempo, así como su compatibilidad material y estética, permitirá que el palio de la Virgen del Valle recupere sus valores estéticos y su correcta lectura, la misma que despertó el interés del pintor Joaquín Sorolla y de los poetas Rafael Laffón y Juan Sierra. «Es ya tarde. Recogen su tristeza / los últimos espejos», escribió el autor de Palma y cáliz de Sevilla.

Periodista andaluz. @_manuel_RG_ en Twitter.